Lunes de Gloria. Un lunes de vuelta de vacaciones y puesta al día de correos atrasados cuando un compañero dice en alto: “Se ha muerto el Papa comunista”.
Mi reacción natural fue santiguarme y rezar un padrenuestro por el eterno descanso de su alma.
Este compañero es un tipo joven, guasón, inteligente, brillante. Una de las pocas personas con las que he conectado en el primer apretón de manos y a quien aprecio de verdad, más allá de las afinidades profesionales o laborales. Y apreciar a alguien supone hacerlo también en las diferencias. Muchas veces le he escuchado hablar y me ha recordado a Unamuno; mucho. Simplemente quería crear polémica, pero no encontró eco.
Se ha muerto el Papa Francisco y mi compañero, sin duda, no es el único que le pone la coletilla. Yo no entro ahí. Como todos los sucesores de Pedro ha sido un hombre cargado del peso de su propia humanidad, de su historia, de su vida, de su familia, de su entorno. Pero ha sido el sucesor de Pedro y a mi, como católico, es lo único que me importa. Ya en enero de 2016 escribí una entrada defendiéndole, “El Papa hereje”, como católico, como redentorista laico y porque me pareció una cuestión de justicia.
No encuentro nada preocupantes las críticas que tuvo en vida por sus ideas o sesgos. Quienes más lo criticaban aplaudieron inusitadamente al anterior, y quienes criticaron inmisericordemente a Benedicto XVI defendieron con desconocida vehemencia a Francisco y el Papado… Yo no soy quién para juzgar ni a unos, ni a otros ni mucho menos al Papa, pero sí me permito opinar que quizás falte fe, falte muchísima fe. A mi el primero, no lo oculto.
Se dice que el Espíritu Santo elige siempre al Papa más adecuado para cada momento histórico. Siempre Pedro. Que así sea. Rezo para que así sea.
Y rezo por el eterno descanso del alma de Francisco, quien ya ha visto cara a cara a su Redentor, para que goce de la contemplación de Dios por los siglos de los siglos. Un hombre valiente y firme fallecido en lunes de Gloria.
Cristo maneja la barca.