La mano de Dios y el poder de la oración se nos hacen presentes en lo pequeño y en lo grande. Podemos verlo o no, podemos ser conscientes o no pero el poder de la oración, la mano de Dios y el Perpetuo Socorro de María nos acompañan siempre de manera tan gratuita e incansable como la acción de nuestros Ángeles de la Guarda individuales y personales. Estamos permanentemente bajo la atenta mirada del Todomisericordioso
Este fin de semana mi hija mayor estaba disfrutando en el campo con un amplio grupo de amigos, jóvenes sensatos, formados e íntegros; todos ellos. Celebraban el 18 cumpleaños de quien, junto a sus padres, los acogía. Una chica que es una hija más para nosotros, "la número 3".
María y yo acabábamos de llegar a casa tras la misa de una y aperitivo. Mientras comenzaba a preparar la comida consulté el móvil y vi que tenía una llamada perdida, la devolví y al otro lado del teléfono, la madre de "número 3" me comunicó rota de dolor y preocupación que varios de los chicos habían sufrido un accidente conduciendo dentro de la finca; nos quiso tranquilizar, pude hablar con Toya y, tras descargar a nuestra amiga de lo que era sin dudas una responsabilidad inexistente nos pusimos en marcha camino de un hospital de Albacete.
Recé y llamamos a unos contraparientes del lugar quienes de manera inmediata pusieron todo su corazón, esfuerzo, contactos y presencia al servicio de unos desconocidos que son los amigos de Toya, tanto como de mi propia hija. Iban acutando y nos iban tranquilizando y nosotros procuramos ir retransmitiendo la información que nos daban. Impagable su gran corazón. Dolores, Manuela y Pedro. Simplemente esos nombres que ayer se acercaron a un lugar preferente en la Mesa del Padre cuando llegue el momento. No tengo palabras suficientes para tanto agradecimiento. Más allá de un sentimiento de familia fueron un bálsamo también para todos los demás.
Llegar y abrazar al padre comprendiendo, poniéndome en su lugar. Gracias a Dios, pronto pudimos comprobar que todos movían los miembros y estaban razonablemente bien para lo que podía haber sucedido. Hoy sólo quedan dos ingresados un chico y una chica; rezad por los dos. Preservo nombres, que son lo de menos. Su intimidad es suya. Pero mío el orgullo infinito que sentí cuando nos dejaron entrar a verlos; orgullo por todos ellos. No pude sino íntimamente dar gracias a Dios. La imagen era impactante por la unión, el cariño y la serenidad que mostraba de esas grandes personas. Lo de ayer, sea lo que sea lo que depare el futuro a cada uno de ellos, sean cuales sean sus caminos en la Vida, fue la expresión patente de que los amigos de verdad son la familia que uno elige.
Cuando llegaron las primeras personas a auxiliarles, según me contaron con todo lujo de detalles, se encontraron un silencio sobrecogedor, roto por los sonidos de las quejas de algunos esparcidos por el suelo, uno de ellos atrapado bajo el vehículo y todos rezando. Sí, rezando. Jóvenes de 18 años. Los chicos afanándose para levantar el coche y tratar de aliviar a quien estaba atrapado. Rezando. Creo que es importante decir que este tipo de juventud existe. No es un cuento. Y no son pocos; son legión aunque no hagan el ruido estridente con que nos ensordece el Mal. Me mostraron fotos.....sin comentarios..... Cuando las ví, de manera instantánea recordé que cada día -también ayer-, antes de ir a trabajar, cuando salgo de paseo con el perro a las 7 de la mañana rosario en mano, dentro de mi retahíla de encomiendas siempre, siempre, están los amigos de mis hijas. Recordé que a cada una le acompaña siempre una reliquia de San Gerardo CSsR (hoy, 16 de octubre es su Festividad litúrgica). Recordé que era Santa Teresa de Ávila, la Santa de cabecera de San Alfonso Mª de Ligorio. Recordé que, como archicofrades, siempre están amparadas por el Perpetuo Socorro de María. Pensé en el ajetreo del Ángel de la Guarda de cada uno de ellos. Pensé en los padres, en ellos rezando en ese momento......no puedo expresar el orgullo infinito por ese grupo de amigos y un tímido destello de satisfacción porque vamos cumpliendo con nuestra misión como custodios de sus Vidas.
Un accidente tonto, sin culpa alguna de nadie, de absolutamente nadie. No fue una mala suerte. Muy al contrario, sus Ángeles de la Guarda, sus Santos Patronos y María se ocuparon de ampararlos. Actuaron directamente. Y también lo hicieron a través de quien tuvo el valor de sobreponerse, coger otro coche y salir corriendo a pedir ayuda; a través de quien rápidamente llamó para avisar a padres y 112. Los brazos de esos chicos tratando de alzar el coche para aliviar a su amigo fueron la fortaleza misma del Señor. Y todos ellos rezando, un córo de Ángeles bajo el Manto protector de María.
Ahí estaban la fe y el poder de la oración.
Os pido que os unáis a mí en acción de gracias porque hoy no lloramos aunque continuamos rezando. Y os pido también que os unáis en oración por los dos hospitalizados, para que se recuperen pronto.
Aquí seguimos, scalando en Familia. Y hoy, como Redentoristas, especialmente acogidos a la protección de San Gerardo María Mayela CSsR.
Rezaré por ello y gracias a Dios todos están aquí
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