Hay muchos pensamientos y reflexiones del Jesuita José María
Rodríguez Olaizola con los que estoy de acuerdo. Podría decir que la mayoría,
aunque no todos. Disfruto y crezco con sus libros. Es alguien sorprendente.
Educado, afable, cercano, de un trato inusualmente cordial. Sonrisa franca
y una paz en el fondo de su mirada que llega a ser contagiosa. En una ocasión
recurrí a él para pedirle un favor sobre el TFG de mi mujer y su respuesta,
consejo y asesoramiento no se hicieron esperar. No así algún otro sacerdote, divo de las redes sociales, con quien en aquel momento tenía mucho más trato;
aún seguimos esperando respuesta.
Hoy soy un seguidor en la distancia de Olaizola y normalmente
comparto sus tweets aunque o no esté de acuerdo o no lo esté al 100%, porque
hacen pensar, reflexionar y crecer. La bondad y la belleza están tras cada uno
de ellos. Además, no estar de acuerdo no quiere decir que el acertado sea yo…
Esta mañana posteó uno con un pensamiento realmente atinado, mostrando una
realidad que puede llegar a ser incómoda o dolorosa:
Ciertamente Jesús llama “amigos” a sus discípulos, los eligió como tales. Como Amigo suyo les contó lo más íntimo de su propia Vida, la relación con su Padre. Les contó aquello que el Padre le había confiado. Eso son los amigos, así son los amigos. Elegir a alguien como tal es un acto libérrimo, profundo y pleno de amor. No hace falta verse a menudo, simplemente basta con que ese acto de la voluntad individual y recíproca siga siendo íntimamente renovado.
Jesús nos habla hoy a nosotros. Nos elige como sus amigos. Me
habla a mí. Me ha elegido como amigo suyo. Que yo responda a esa elección
primera es un acto profundo, libre y pleno de mi voluntad. Pero es
eso, una respuesta a una elección primera. Amar es un acto profundo, libre y
pleno de la voluntad y, no nos engañemos, Él amó primero. Siempre hay alguien
que ama primero.
Así es la amistad. Un acto consciente y voluntario. Jesús es
el primer amigo. Creo que es por eso por lo que me gusta tanto la lectura del
Evangelio de hoy, y la micro homilía de Olaizola en su tweet. Sé que se me ve
el plumero, no dejo de ser hijo del Doctor de la oración, de San Alfonso Mª de
Ligorio quien en Opere Asthetice ya nos dice: “Acostumbraos a hablarle de
tú a tú, familiarmente, con confianza y amor, como a un amigo vuestro, el más
querido que tenéis y que más os ama”…/…” a Dios le gusta que le tratéis con
confianza. Tratad con El de vuestros asuntos, de vuestros proyectos, de
vuestras penas, de vuestros temores, y de todo lo que os pertenece”. Quizás por eso entiendo la oración
como una permanente y abierta conversación; en una conversación es tan
importante hablar como callar para escuchar lo que el Otro tiene que decirnos. Y
unas veces uno se enfada y no entiende, o no tiene ni palabras ni ganas de
hablar. La reciprocidad de la amistad. Los amigos son así o no lo son.
Así que, amigos, animaos a acercaos a Él. Habladle con confianza absoluta. Recordad que Él os amó primero.