Apurando enero esta primera entrada de 2020. Con ilusión y Esperanza. Lo que llega en su justo momento, sin forzar, fuera de nuestros
planes suele venir de la mano de Dios.
Ayer un grupo de amigos en comunión nos reunimos en casa.
Distintas familias religiosas más el Pater. Uno vino a por un premio acompañado
de dos. A otro el Señor le puso un inesperado viaje a Madrid. Desde Arriba van haciendo
las cosas. Y en nuestra galaxia particular hubo quien se desplazó a propósito cientos
de kilómetros.
Hacía años que no nos veíamos (demasiados), pero la fe, y esa comunión que
nos hizo caminar juntos en proyectos comunes sigue intacta. Y cuando nos
reunimos en Su nombre, se hace presente. Faltaron bastantes que no pudieron
venir, pero junto con el Señor, éramos 12. Y estábamos en el 12.
Mi mujer y yo no concebimos el concepto de "casa", "hogar", si no es abierta y acogedora. Recibirlos en casa, que es la suya, fue algo grande. Grande
por lo pequeño y lo íntimo. Cuando lo pequeño se hace grande los éxitos de los
grandes los disfrutamos los pequeños. Ayer constaté que no estamos dispersos,
que somos una masa compacta de sentimientos y fe. Siendo tan dispares, latimos
al unísono; un solo Corazón. Una máquina imparable.
Y de entre todos ellos, una voz siempre inteligente con
acento gallego. El tempo adecuado, el ritmo equilibrado, la tensión justa, las palabras acertadas y
una idea compartida por todos. #Inspirado #Madurando Perseo rompiendo las cadenas. «El Espíritu del
Señor está sobre mí, porque me ha ungido, me ha enviado a anunciar a los pobres
el Evangelio, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor»
(Lc 4, 18-18). Pues eso.
Esta es una entrada inusualmente breve pero, aunque con
calma, llena de ilusión y Esperanza. Y en gerundio. Siempre en gerundio.
Por aquí seguimos, scalando en Familia.
Si alguien lee esto, simplemente le
pido que rece por nosotros. ¡GRACIAS!
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