Scala News

domingo, 3 de noviembre de 2019

33, el musical


Mucho, muchísmo tiempo después de su estreno, cumplidas ya las 200 representaciones, ayer sábado tuvimos la suerte de ver ¡por fin! 33, EL MUSICAL.

Creo que aún sigo en shock. Ni sé exactamente cuantísimos amigos han ido -algunos incluso varias veces- a verlo. Muchos de mi comunidad del Perpetuo Socorro o vinculados a nuestra #Familia #Redentorista, por aquello de que alguien muy querido para nosotros interpretaba a San Pedro y al propio Jesús. Otros, sin embargo, católicos de a pie o religiosos de otras familias, o sacerdotes diocesanos. Casi todos hablaban maravillas, por un lado del musical en sí mismo y, por otro de “nuestro” Damián Mª Montes CSsR, el padre Damián. Alguna crítica hubo de gente sobre la que tengo una altísima opinión, pero que no estaban muy satisfechos con el resultado de la obra desde el punto de vista teológico o doctrinal.

Mucha, muchísima gente me ha escuchado o leído hablar siempre de una manera positiva de 33 aún sin haberla visto. Para mí era un sencillo acto de fe. Un sencillo acto de fe -que no me costaba ningún esfuerzo- porque en el elenco participaba mi hermanito Damián. Desechaba las críticas de un plumazo con lo que antes se llamaba la fe del carbonero, el “creo porque creo”. Si actúa Damián, nada puede haber dudoso. Confieso que para mí eso era tan importante como el espaldarazo de mi arzobispo. No había nada más que decir ni opinar. Podemos ser muy distintos, podemos tener formas aparentemente antitéticas... eso es superfluo; el fondo es el mismo.

Sin embargo, la fe ciega en alguien a quien quieres puede llevarte de bruces al suelo, darte un doloroso golpe y mostrarte cuán equivocado estabas. Errar es de humanos, y la única confianza ciega se le debe al Señor. Pues bien, ayer constaté una vez más que, poner mi confianza en estas cuestiones en un hermano redentorista es ponerla directamente en el lado de Cristo y su evangelio. No me equivoqué; únicamente me quedé corto. La única pena es que no actuaba Damián. Yo no paraba de imaginármelo actuando.

El musical es de una calidad extraordinaria, los intérpretes impecables y el texto del Padre Toño Casado de una sencillez, realidad, actualidad y profundidad fuera de lo común. Es un verdadero auto sacramental de la era moderna. Fuimos los cuatro con unos amigos y sus hijos – nos invitaron ellos- y en el entreacto, mientras todos comentaban encantados, me preguntaron mi opinión. “Hasta que no acabe no me pronuncio”. Llegó el segundo acto y el corazón que había estado en tensión durante el primero, comenzó a acelerarse. Fue una explosión brutal, descarnada y tremendamente delicada de Amor. Nos entusiasmó, y ese entusiasmo cristalizó en las lágrimas de Toya. Toño Casado consigue una presentación inteligible, fiel y actual de Jesús. Además, con una producción cuidadísima. Todo el elenco es impresionante pero Christian Escuredo está inmenso.

El texto azuza, mueve y pincha a tirios y troyanos. Y cuando azuza, mueve, pincha y puede incluso llegar a incomodar nos lleva a la reflexión de un humilde examen de conciencia. No creo que haya nadie que no se vea reflejado en el primer acto, en cierto sentido incomodado. Nadie. Ahí entendí las críticas. Pero insisto en que una humilde reflexión no puede más que llevarnos a un sano examen de conciencia.

La de ayer fue una tarde perfecta que nos dio la oportunidad de compartir un rato con unas encantadoras hermanas Franciscanas de los S.S.C.C. Habían venido desde Mataró para el jubileo del Cerro de los Ángeles – no en vano esos S.S.C.C.- y aprovecharon para ver 33. De su mano, en concreto por la navarrica de la cuatro, he podido conoces a su Beata Madre Carmen del Niño Jesús. Las acercamos a su colegio de El Viso y en el trayecto pudimos compartir los elogios comunes por el musical.

Si podéis hacer el esfuerzo, merece la pena. Os lo recomiendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario