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jueves, 24 de octubre de 2019

Rezar por los contrarios


"Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro." Mateo 12, 32. De aquí infiero que hay pecados que se perdonan en el llamado “otro mundo”, y que ya que la oración llega a lo Alto es sano rezar por los difuntos. Por todos.

En casa, que somos muy raros, tenemos la costumbre de rezar cada noche por quienes mueren solos. Sin distinción. Egoístamente, me reconforta pensar que siempre habrá alguna familia rara, algún hombre raro, que rece por los difuntos, aunque no los conozca, aunque nada tenga que ver con ellos, incluso aunque en vida hubieran tenido sus rencillas. Es sano hacerlo en cualquier caso, incluso más por aquellos más necesitados de la Misericordia divina. Todos estamos necesitados de ella.

En 1975 yo era un niño de 9 años. Recuerdo perfectamente estar frente al televisor -en blanco y negro- toda la familia viendo la retransmisión de las exequias del General Franco. No era algo ni opinable, ni discutible. Tuviéramos la edad que tuviéramos era algo que teníamos que ver; en silencio y con respeto. Con verdadera esperanza e ilusión-reconfortante sensación de “por fin”- se siguió la proclamación de Don Juan Carlos y la misa de Espíritu Santo. Yo sabía que de vez en cuando mi padre viajaba a un lugar llamado Estoril, o que un tío de mi madre era miembro del Consejo Privado de Don Juan de Borbón, el Rey (hasta que pocos años después vi a D. Juan III aparecer por primera vez por casa de mis padres). Como sabía también que Franco no era un personaje ni simpático, ni popular, ni especialmente querido; esto era muy común entre muchísimas familias monárquicas (o lo común entre las familias realmente monárquicas). Pero hasta ahí. Nunca nos han educado en el odio, ni en el rencor; eso era tan implanteable como la falta de respeto por los difuntos, por todos los difuntos. Comprendo que era otra época, otra manera de educar, pero no todo lo de entonces es desechable, ni abominable, ni repudiable (de hecho hay mucho y bueno que deberíamos recuperar por el bien común).

Rezar por los difuntos. Por todos. En el día de los Inocentes tengo el absurdo hábito de rezar por los inocentes y los maltratadores, por martirizados y quienes les causan el martirio.... “lleva todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas de tu Misericordia”.

Hoy, mientras comía en el restaurante del polígono cercano a mi oficina he tenido la oportunidad de ver el espectáculo montado alrededor de la inhumación de los restos de ese personaje que era tan poco simpático en mi casa. Además, lo he visto a través de “la sexta” (eso ya es una cierta ironía diaria para mi purificación interior). El gobierno en funciones, con sus ansias insaciables de revanchismo feroz, ha conseguido que 44 años después yo vuelva a rezar por el eterno descanso del alma de Francisco Franco. Ya he aprovechado para rezar por los muertos de los dos bandos, por una rara avis familiar que fue mi tío Arturo Casanueva (republicano quemado vivo por los republicanos por defender como abogado a los presos del barco prisión “Alfonso Pérez” en el Santander de la guerra). He rezado también por la Notario Mayor del Reino. No he podido evitar hacerlo. Si algo me ha sorprendido de todo el espectáculo que nos han querido mostrar desde el Gobierno en funciones, si algo me ha parecido tremendo, ha sido el rostro de odio de esa individua; me ha recordado la imagen de las caras sedientas sangre descritas en los relatos sobre quienes presenciaban con sus hijos los asesinatos de nacionales en el Madrid de la guerra, madrugando para coger sitio. Alabo, eso sí, su discreto luto y que no llevara gafas.

He rezado también por la comunidad benedictina del Valle de los Caídos; sólo Dios sabe qué será de ellos en el futuro inmediato mientras todos callan. He rezado por mi Iglesia, por mi casta meretrix Ecclesia. Y por todos los que hoy callan y quizás mañana lloren.

Ahora que lo pienso, Pedro Sánchez me ha puesto a rezar muchísimo. ¿Alguien se anima conmigo a rezar hoy especialmente por sus “contrarios”?

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