Hace apenas un instante, cinco años de nada, estuvimos toda
la familia en Astorga, formando una pequeña Comunidad Internacional
Redentorista de acogida al peregrino. Corría el mes de julio del año 2014. María y yo y dos pequeñas misioneras,
junto a dos entonces estudiantes redentoristas británicos -hoy profesos- y un
sacerdote redentorista español. Extraordinaria experiencia tanto la de la acogida a los peregrinos, como la vida comunitaria y el aprendizaje de las Monjas Redentoristas Contemplativas (OSSR) de Astorga.
Una de esas pequeñas misioneras, Toya, la mayor de ellas,
inicia hoy una etapa del Camino como peregrina. Casi no lo creo; ese lapso de
tiempo no ha sido más que un pestañeo. Esa niña, es hoy una chica de 14 años,
con todo lo que implica esa edad. La adolescencia es una etapa maravillosa y tenemos que ayudar a que así sea. Su sensatez innata compensa la revolución
hormonal y hace que el fiel de la balanza equilibre los platillos sin mayores
problemas. Por encima de todo es buena, sustancialmente buena, fundamentalmente
buena. Confío en que el Salmo 119 que cada jornada desgranábamos en las
meditaciones y Oración del Peregrino al caer el día iluminen su Camino: “Lámpara
es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero”.
Reconozco sin el más mínimo sonrojo que soy un padre orgulloso. A medida que van
creciendo crecen las preocupaciones, pero lo hace también la confianza. El
trabajo de padre no acaba nunca. María y yo somos custodios de dos vidas, y ese
regalo es de una responsabilidad incomparable. Tratamos de hacerlo lo mejor que
podemos, desde la fe, con Cristo entre nosotros. Educamos sí, con firmeza y
posicionamientos claros, pero para que las dos sean ellas mismas y encuentren
sus propias preguntas; no hay respuestas si no hay preguntas. Le presentamos la
realidad de la vida, desde nuestra propia realidad y convicciones, sin
cortinas. Son y han de ser parte activa de la sociedad y el mundo; su Vida tiene que contribuir a mejorar la sociedad y el mundo. Están en el mejor momento: su momento.
Mi hija Toya y las compañeras de colegio de su edad inician una
etapa del Camino. Van acompañadas por varias profesoras y uno de los sacerdotes. Alegra es una suerte de colegio, un lujo de colegio. Pertenece a
las obras corporativas del Opus Dei, institución de la Iglesia fundada por San
Josemaría Escrivá de Balaguer. Casi todas las chicas recibirán este año el
sacramento de la Confirmación. Toya no. Toya inicia este año ese recorrido
interior que le llevará a decir: SÍ. Un período intenso de formación y
acompañamiento espiritual de tres años en nuestra Comunidad Redentorista del
Perpetuo Socorro de Madrid; requerirá aprendizaje, donación, sacrificio para
alcanzar el gozo que de ello se deriva. Tres años de maduración.
Como padres tendremos aciertos y equivocaciones, pero nos
ponemos siempre bajo la mirada de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro. Hoy pido
especialmente su Perpetuo Socorro por estas peregrinas. Y os animo a rezar por
ellas, para que como los discípulos de Emaús encuentren a Cristo en el Camino,
y para que quienes las acompañan acierten al mostrárselo.
¡BUEN CAMINO!