Hace poco he tenido una charla con un amigo seminarista.
Publicó una preciosa poesía de un jesuita en una red social y el tema de la
poesía me hizo sospechar que algo podía no ir bien. En el fondo todo está en orden…
Pedimos por las vocaciones, nos preocupamos de los
sacerdotes, pero desde lejos y casi como si fueran seres mágicos que salieran de la nada; un
día, de repente aparece un sacerdote. Los necesitamos, los queremos santos, perfectos, sin tacha alguna. Ah, y que además sean simpáticos y estén siempre de buen humor y disponibles. No tenemos ni idea de cuál es su proceso,
los períodos por los que pasan hasta ser admitidos al Orden, sus dudas, sus
crisis, sus frustraciones, su formación.
Los tiempos que corren actualmente, los escándalos que manchan
a distintas y muy altas capas eclesiales a mi personalmente me llevan a redoblar
la oración por los seminaristas diocesanos, así como por los postulantes,
estudiantes y novicios de las Congregaciones Religiosas. Temas tan sucios y enrevesados
que en ocasiones pareciera que el silencio esconde una especie de organización
para delinquir. Ser un chico joven y sentirse llamado hoy en día tiene el plus
de valentía por situarse directamente en el centro de la diana de quienes simplifican
y no discriminan ni separan el polvo de la paja.
Por muy injusto que sea en cualquier colectivo meter a todo
el mundo en el mismo saco, la realidad es la que es y los dedos de la nueva
inquisición laica deseosa de escándalos, señalan a quienes señalan.
En casa, en familia, esta Cuaresma incluimos en los rezos
nocturnos a éstos jóvenes valientes, para que no decaigan, por su perseverancia
y la fortaleza de su fe. Rezamos y les hacemos saber a los que conocemos que
aquí nos tienen. Pedimos por ellos y por su formación. Por una sólida formación
teológica, moral, intelectual, social, emocional…; sí, pero con los pies en la
tierra, claramente en la tierra y en el tiempo en el que vivimos que es el
siglo XXI. Una formación para este tiempo y el que viene por delante.
Un pequeño propósito para esta Cuaresma. Rezar por otros
también ayuda a la conversión personal. ¿Alguien se anima? Nosotros lo hacemos
cada noche Scalando en Familia.