Un año más, juntos, en #Familia hemos acudido a honrar el
Icono de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro. 27 de junio, día grande para la
#Familia Redentorista y hemos acompañado a la Virgen por las calles del Barrio
de Chamberí. Mis hijas revestidas, como desde hace tantos años, pero cada vez
menos niñas. Tempus fugit.
El SAMUR sacando el paso del Santuario al son de los acordes
de la Marcha Real, mientras la gente se arranca con “vivas” a la Madre de Dios
y, este año también a España, me pone la carne de gallina.
Procesionar tras el paso es hacerlo arrastrando al mismo tiempo
mis propias caídas, con sus correspondientes magulladuras; pero uno sigue en
pie, levantándose y caminando. Siempre en gerundio.
Este año ha sido más ajetreado de lo habitual. Antes de
finalizar la Eucaristía yo tenía un funeral cerca, en San Fermín de los Navarros.
A carreras de un lado para otro. Podía haber aplicado la Eucaristía en PS por
el eterno descanso de Tote Márquez, pero tenía que ir, hacerme físicamente
presente y abrazar a Marieta, Flavia, Pirracas… Ese abrazo a Marieta Pombo, una
madre que ha perdido a un hijo, ha sido como abrazar parte de mi propia
historia. Abrazo con olor al mar de la Magdalena; se juntaron el inmenso cariño
caldeado en mi infancia en Santander y asentado en mi juventud en la calle
Princesa como un recién llegado a Madrid. Hay personas que están pegadas a uno
más allá de la piel. Eso me ocurre con esta familia. De San Fermín de los
Navarros corriendo a PS a ver la salida del Icono y procesionar tras él.
También tenía que estar ahí. Rezando, pidiendo, agradeciendo.
Agradeciendo por levantarme, por mi #familia, mi trabajo, por mi madre que el
mismo día de la Virgen cumple 84 años. Y poniendo ante el Icono, a cada paso
tras la Virgen unos cuantos nombres: Teresa, Mercedes, Ignacio, Tote, Javier y
además de esos nombres #Nicaragua #España #ABCustom (la empresa donde trabajo, esfuerzos, proyectos, trabajadores). No es una cuestión ni folclórica
ni psicológica; soy del norte, y ciertas expresiones no van demasiado con
nuestro carácter. Soy más de silencio e interiorizar. Esto es cuestión de fe.
Nada más. Como la fe del impresionante gentío que acude cada año, la de la
gente que se pone en pie o sale de los bares, se asoma a terrazas, ventanas y
balcones. Dándola a conocer y acercándola a quienes no pueden ni salir de su
casa.
Cada día de la Novena llevaba mi intención y la de alguien
más, hoy, además, los nombres que he mencionado. Javier y Tote nos han dejado
recientemente, los otros son cada uno un motivo. Pero este año, el corazón se
nos heló a los que formamos la Parroquia, feligreses y religiosos Redentoristas;
justo cuando el paso cruzaba el umbral del santuario para salir por las calles
del barrio María, una entrañable, cercana, amorosa y dulce feligresa mayor se
encontraba cara a cara con su Redentor. La Virgen del Perpetuo Socorro salió a
su encuentro para llevarla ante Él. El dolor y la Esperanza que da nuestra fe y
nos hace combinar el vacío con la alegría de la resurrección. Así somos los que
somos así. Recé por ella y por Charo. Pero sobre todo le rezaré a ella, porque
contamos a buen seguro con una intercesora más en el Cielo.
27 de junio y una procesión. Y ¿qué es eso? Pues ni más ni
menos que la vida. La Vida de un puñado de personas que, sostenidos los unos en
los otros, peregrinamos al encuentro del Padre. Y lo hacemos como cualquier
otra #Familia. En eso y nada más consiste ir scalando en #Familia. ¿No sabéis
de qué hablo? Pues acercaos a vuestra parroquia, la que sea. Implicaos. Dad
tiempo, sudor y manos. Veréis que eso es compartir la fe, que eso es crecer. A
pasitos. Primero un pie, luego el otro. Cuando os veáis caminando con soltura
entenderéis de qué os hablo. Mientras tanto que el Perpetuo Socorro de María
nos alcance a todo.