Había decidido mantener un tiempo de silencio en este medio.
Tiempo de reflexión e introspección, al menos, hasta la Pascua. El silencio nos
reencuentra.
Silencio precedido de un cierto vacío voluntario de lo
superfluo. Silencio para dejarme llenar. Silencio de encuentro. Silencio de
búsqueda. Silencio en escucha. Silencio de intimidad. Silencio de espera y Esperanza.
Ayer, tras un largo rato con mi hija mayor compartiendo
poesías, disfrutando como hacía mucho tiempo contemplando con qué avidez,
sensibilidad, curiosidad e interés va descubriendo la poesía, estuve a punto de
romper ese silencio. Ya barbicano, me vi como el ratón hociquirromo de Lope de
Vega. Vi simplemente que la noria no es tan lenta como nos decía Machado cuando
miramos hacia atrás; o sí. Esa escena ya la había vivido, sólo que yo era el
niño y el padre era mi propio padre. El ínterin entre ambas escenas es
simplemente la vida. Me pareció nada más que un instante. Ahora me parece
simplemente un instante; su transcurso, unas cuantas décadas. Esa deliciosa
conversación padre e hija me sirvió para ser de nuevo consciente de lo que
tenemos entre manos: el futuro, la eternidad. No importa el instante que nos
quede, importa lo que hagamos en ese instante. No por la huella o el recuerdo
que dejemos, no; eso sería simplemente orgullo o vanidad. Importa por aquello
que de bueno consigamos para los demás; para todos, empezando por la Familia.
Importa ese minúsculo granito de arena, aparentemente insignificante, que
podamos aportar para cambiar el mundo, para acercar el Reino, para anunciar.
Aunque ese granito sea simplemente una sonrisa; o el silencio, cuando éste sea
necesario.
Pensé en romperlo y ponerme a teclear. Sin embargo, decidí no
hacerlo por aquello de ser consecuente con la decisión tomada. Hoy mismo, al
recibir la noticia de la aprobación de las virtudes heroicas de un Redentorista
polaco, el siervo de Dios Bernardo Lubienski, me invadió de nuevo la tentación
por compartir con todos la alegría de la #Familia; pensando en él y en todos
los Redentoristas, religiosos y laicos, cada uno en su estado, que se desviven y
han desvivido por anunciar la Sobreabundante Redención. No obstante, no lo
hice.
¿Qué me ha llevado a teclear? El cariño y la cercanía de
algunos lectores que llevaban tiempo preguntando el por qué de la falta de actividad
en el blog. Justo esta noche me llegó la última nota de interés. Por que
también aquí, en las redes, se construye #Comunidad, también aquí se anuncia,
cuando uno se muestra tal cual. También desde el silencio y la debilidad.
Seguimos unidos, orando. Siempre en gerundio y scalando en
#Familia. ¡Va por todos vosotros!
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