Scala News

jueves, 22 de marzo de 2018

Perdonado


Experimentar el perdón es en sí mismo una gracia inmerecida. Un regalo que se nos dio en la misma Cruz. El Redentor perdonando a Dimas. Cuando acudimos a la Confesión el Señor ya nos ha regalado su perdón. El examen de conciencia nos ayuda a tomar conciencia de nosotros mismos, nos pone frente a nosotros, frente a los demás y frente al Señor. Nos sitúa en nuestro mundo, en el mundo, desnudos. Hecho, claro está, con sinceridad descarnada y autorreconocimiento. Sin autocomplacencias ni autoflagelaciones, con realismo y un punto de distancia para tomar perspectiva de nuestra propia realidad. Así trato de hacerlo yo. …pensamiento, palabra, obra y omisión…

Uno busca el perdón no como recurso psicológico de estabilidad emocional. Busca realmente el perdón de Dios que es sanador y nos conforma con Cristo. Nos unifica con la Bondad absoluta, nos pone en Camino de nuevo. Reseteamos. Recuperamos la nitidez para empezar una y otra vez. No empezamos de cero; lo hacemos desde el punto más álgido del Camino.

Hoy, en casa, en PS, hemos celebrado la Penitencia comunitaria. El presbiterio lleno de sacerdotes y la iglesia llena de fieles en busca de ese perdón sanador. Una comunidad que día a día hace camino junta; Iglesia que peregrina por un pedazo de Madrid, formada por individuos que peregrinan por el mundo tratando de que éste sea mejor. Nuestras celebraciones son siempre una explosión de fe y alegría. Es un hecho que puede reconocer cualquiera que se acerque. En casos como el de hoy, el recogimiento, el silencio, la contemplación de la Cruz, nos mecen hacia el imponente misterio sacramental. La predicación del P Olegario, es un remanso de paz y de bondad. La benignidad pastoral tan característica y marca de la casa.

Los sacerdotes se reparten por varios puntos del templo y las filas de pecadores se ponen en marcha. Llegas y te encuentras con la consciencia de la fe, con lo que para mí es la realidad del alter Christus, ipse Christus. Y El Espíritu Santo actuando. Y Dios perdonando. ¡Y la Gracia! Ahí comienza la Paz.

Hablas, y ves a tu hermano. Mi hermano. No en vano san Alfonso es el patrono de los confesores. No le voy a nombrar porque ha sido algo tan íntimo entre Dios y yo que lo guardo como un tesoro. Le conozco desde hace años; le quiero. Y ha sido mi primera confesión con él. Con todo el misterio de la recomposición humana y personal, yo hoy he descubierto otra faceta suya. La grandeza de este sacerdote, de este misionero Redentorista, se plasma en cada una de sus facetas. Mano a mano, teniéndole frente a mí, he redescubierto la grandeza de la llamada, la generosidad de la entrega, la felicidad de la misión. He sentido un algo extraño, un respeto reverencial. Admiración y agradecimiento. Qué bien hace las cosas el Señor cuando llama. Ya, que luego está el libre albedrío y las flaquezas personales. Pero qué bien lo hace el Señor. ¡Gracias!

Gracias, Señor, porque no te cansas de perdonar. Gracias, Señor, porque la Redención es Sobreabundante y nos la regalas por que sí.

Y a ti. Una y mil veces ¡GRACIAS! Unidos, estemos donde estemos, siempre scalando en Familia.

Venga, animaos. Acercaos a un sacerdote y empezad de nuevo. Esta noche rezaré por quienes dudan, por quienes tienen aún miedo ante este sacramento.

sábado, 17 de marzo de 2018

Vivir en #Familia


Comienzan las despedidas. En breve cambiamos de aires. Dejamos nuestra casa para cambiar de destino. No nos vamos lejos, pero la Vida, el cúmulo de recuerdos inundan tanto el corazón que a veces pareciera que fuera a estallar. Especialmente para mi mujer que abandona el lugar donde nació para que los cuatro continuemos rumbo. #Itinerantes

La foto que acompaña a la entrada de hoy no es, en absoluto, una foto cualquiera. Es una foto realmente de #Familia en la que aparecen solamente un pequeño número de grandes personas. Faltan en ella muchos que no han podido venir. Los hemos visto crecer, madurar, enamorarse, desenamorarse, decir SÍ a su llamada religiosa, comenzar y acabar sus carreras, encontrar su primer trabajo. Hemos compartido simplemente la Vida y, sobre todo, la #fe

Por cuestión de edad realmente podríamos ser sus padres. Todo empezó hace ya bastantes años y de manera espontánea de la mano de mi #hermano el P Jorge Ambel. Con un puñado de, entonces, pipiolines acabamos una noche de verano en mi casa. Se convirtió en un gozoso hábito. Mi hija pequeña era apenas una bebé grande. Mis hijas han ido creciendo junto a ellos y también de su mano. Varios de esos grandes jóvenes han sido o son hoy sus catequistas.

Tanto María como yo hemos tratado de ser sin serlo un poco referentes de una familia normal, que vive su fe de una manera normal, compartiendo los momentos duros y las alegrías. Nos hemos preocupado por ellos de la manera más lúdica y sencilla posible, pero tratando de estar siempre en un segundo plano. Nos reímos con ellos. Disfrutamos con ellos.  Han crecido y no les tenemos la más mínima simpatía; tenerles simpatía sería una mediocridad. Los queremos; son parte de nuestra #Familia y nuestra #Vida Una manera peculiar, reconozco que peculiar, de compartir el ser #Redentoristas Hemos brindado. Hemos recordado. Todos los nombres que hemos ido desgranando son parte de nuestra historia común: Jorge, Pedro, Damián, Nicanor, Carlos, Joaquín, Antonio, Jesús, Francis, Marciano, Olegario, Guti, Bryan…. y muchos, muchísimos, más. Incluso en los momentos en los que los comentarios pudieran parecer que no fueran los más elevados o acertados posibles siempre han estado mecidos en los brazos de un cariño infinito; incluso cuando no hemos estado acertados. Incluso cuando yo no he estado acertado. Así son las familias y así son las conversaciones y discusiones de cualquier familia. Tratando de arreglar el mundo; al menos el nuestro… #Hogar Iglesia doméstica extendida.

Todos, cada uno a nuestra manera, somos un poco hijos de San Alfonso. María y yo siempre le hemos tenido presente; yo siempre he recordado a la Perpe cada vez que sonaba el telefonillo anunciando la llegada del primero de ellos.

Sé que estas letras le pueden parecer triviales a casi todo el mundo. No le importarán a casi nadie salvo a una pequeña y humilde familia, todavía, del barrio de Chamberí que solamente ha tratado de ser luciérnaga. Se me llenan los ojos de lágrimas a la misma velocidad y con la misma intensidad que se me llena el corazón del orgullo por estos chicos. Han estado todos, incluso los que no han podido venir esta noche. Para cada uno ha habido un recuerdo. El corazón lleno de nombres que diría Casaldáliga se me quedaría pequeño si no fuera un músculo elástico.

Ha sido la despedida que iniciamos simplemente de un lugar. La #Familia se asienta sobre roca firme.

En casi todas las parroquias existen multitud de grupos que crecen y animan la vida de la comunidad. Les animo desde aquí a que no se encapsulen, a que no sean estáticos y se abran a compartir su Vida con otros. La relación intergeneracional enriquece de una manera especial.

Chicos, los “biberones”, si Dios quiere, continuarán. Seguimos, como siempre, en gerundio, scalando en #Familia Y vosotros sois una parte importante de ésta. ¡Nos vemos en Andrómeda!

miércoles, 7 de marzo de 2018

Silencio


Había decidido mantener un tiempo de silencio en este medio. Tiempo de reflexión e introspección, al menos, hasta la Pascua. El silencio nos reencuentra.

Silencio precedido de un cierto vacío voluntario de lo superfluo. Silencio para dejarme llenar. Silencio de encuentro. Silencio de búsqueda. Silencio en escucha.  Silencio de intimidad. Silencio de espera y Esperanza.

Ayer, tras un largo rato con mi hija mayor compartiendo poesías, disfrutando como hacía mucho tiempo contemplando con qué avidez, sensibilidad, curiosidad e interés va descubriendo la poesía, estuve a punto de romper ese silencio. Ya barbicano, me vi como el ratón hociquirromo de Lope de Vega. Vi simplemente que la noria no es tan lenta como nos decía Machado cuando miramos hacia atrás; o sí. Esa escena ya la había vivido, sólo que yo era el niño y el padre era mi propio padre. El ínterin entre ambas escenas es simplemente la vida. Me pareció nada más que un instante. Ahora me parece simplemente un instante; su transcurso, unas cuantas décadas. Esa deliciosa conversación padre e hija me sirvió para ser de nuevo consciente de lo que tenemos entre manos: el futuro, la eternidad. No importa el instante que nos quede, importa lo que hagamos en ese instante. No por la huella o el recuerdo que dejemos, no; eso sería simplemente orgullo o vanidad. Importa por aquello que de bueno consigamos para los demás; para todos, empezando por la Familia. Importa ese minúsculo granito de arena, aparentemente insignificante, que podamos aportar para cambiar el mundo, para acercar el Reino, para anunciar. Aunque ese granito sea simplemente una sonrisa; o el silencio, cuando éste sea necesario.

Pensé en romperlo y ponerme a teclear. Sin embargo, decidí no hacerlo por aquello de ser consecuente con la decisión tomada. Hoy mismo, al recibir la noticia de la aprobación de las virtudes heroicas de un Redentorista polaco, el siervo de Dios Bernardo Lubienski, me invadió de nuevo la tentación por compartir con todos la alegría de la #Familia; pensando en él y en todos los Redentoristas, religiosos y laicos, cada uno en su estado, que se desviven y han desvivido por anunciar la Sobreabundante Redención. No obstante, no lo hice.

¿Qué me ha llevado a teclear? El cariño y la cercanía de algunos lectores que llevaban tiempo preguntando el por qué de la falta de actividad en el blog. Justo esta noche me llegó la última nota de interés. Por que también aquí, en las redes, se construye #Comunidad, también aquí se anuncia, cuando uno se muestra tal cual. También desde el silencio y la debilidad.

Seguimos unidos, orando. Siempre en gerundio y scalando en #Familia. ¡Va por todos vosotros!