El transcurrir del tiempo parece acelerarse a medida que uno
se va haciendo mayor, y a medida que el tiempo se acumula en las espaldas uno
se va reconociendo en sus mayores.
En ese transcurso el Señor coloca a nuestro lado todo tipo de
personas, oportunidades para que nosotros seamos presencia de Dios para ellos,
y ellos para nosotros. En ocasiones no nos damos cuenta de ello si no lo
miramos retrospectivamente y con la perspectiva única que a los cristianos nos
da la fe.
Una de esas luciérnagas se apagó el día 18. José Ignacio
Márquez Cano irradiaba esa Luz a través de su sonrisa, alegría y optimismo
permanentes. Si la alegría del Evangelio ha de reflejarse con nitidez en
nuestras vidas, su sonrisa se convertía en esa expresión máxima. Con él se va
parte de una época en la que el señorío brillaba y hoy, en este mundo convulso que
nos toca vivir, sorprendería.
Acompañar en el dolor a quienes queremos, hacernos presentes,
es, no una obligación, un acto que nos sale de manera natural fruto
precisamente del cariño. Sin embargo, la Primera Lectura de hoy nos dice: “Mis planes no son vuestros planes, vuestros
caminos no son mis caminos”. Eso es lo que me ocurre a mí. Cuando falleció
me tocó toda la semana de trabajo fuera de Madrid y en su funeral me pasará lo mismo.
Me queda la cercanía de la oración por él y por su familia; oración constante. Su
hija Flavia es una de mis más antiguas amigas, es alguien que pertenece a mi
historia de una manera tan potente que sin ella yo hoy sería diferente. Ésta
pasada semana, en Valencia, se han ido agolpando los recuerdos en Pedreña, en
la calle Princesa o en La Magdalena… desde Lolita Quintana a Marieta, Pirracas
o Tote. Amistad plurigeneracional cuajada de anécdotas: la vida. No sé por qué me vino
el recuerdo de José Ignacio llevándonos a un concierto a Flavia, Lolita Serra y
a mí y un atascazo tremendo en el Paseo de Pereda hace como 35 años…Tempus
fugit. Ojalá les llegue a todos el abrazo de mi oración.
Sean cuales sean los recuerdos, lo que aparece de manera
limpia e imperturbable es su sonrisa. La misma con la que ha llegado a la Casa
del Padre. José Ignacio, ya has visto cara a cara a tu Redentor; que goces de
la contemplación de Dios por los siglos de los siglos.
En su tuit de hoy el Papa Francisco nos dice: "¡La alegría se multiplica compartiéndola!". En eso, José, era todo un experto.
La inmensa mayoría de quienes leéis este blog no le
conocisteis, pero hoy os pido una oración por él y por su familia. José
Ignacio, descansa en Paz.
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