Scala News

sábado, 30 de septiembre de 2017

Una oración por España

Como siempre estas palabras no responden más que a una opinión exclusivamente personal, a un impulso de mi conciencia. Hoy quiero pedir por España, realidad plurisecular y dejada al albur de la inercia buenista durante demasiadas décadas. Sí, pedir por mi país.

La indigencia moral, la perversión moral ha llevado a que el uso de la Enseña constitucional sea visto como un acto de agresión fascista. La perversión moral ha llevado a que una parte, minoritaria pero significativa, pretenda que el agredido se vea como atacante y opresor en un estado de Derecho donde no debe primar más que el cumplimiento de la ley; nada más.

Mi pasado familiar está jalonado de apellidos catalanes, de individuos que siempre han permanecido al servicio de la Corona y, por lo tanto, de España: Coll, Amill, Mitjavilla, Besó… podría no tener fin y remontarme a muchos siglos atrás. Sí, pertenecientes a la nobleza catalana, como los tengo cántabros, gallegos, castellanos, vascongados, aragoneses, valencianos y andaluces, muchos de ellos con incursiones generacionales desde el siglo XVI en el Virreinato de la Plata y en Puerto Rico; militares, religiosos, médicos de Cámara de S.M., conformadores junto al resto de los compatriotas de su época de una realidad histórica incontestable. Con sus luces y sus sombras; ni soy culpable de sus errores ni beneficiario de sus éxitos. La formación y desarrollo de la Nación se ha ido llevando a cabo por el esfuerzo, el trabajo y sí, también la sangre, del conjunto de sus integrantes a lo largo de los tiempos, y su evolución ha ido derribando injusticias y aumentando -siempre de manera insuficiente- los niveles generales de desarrollo e igualdad.

La necedad, la inmoralidad absoluta han venido por la manipulación de la Historia a través de la educación. Eso que ahora llamamos diálogo como paradigma de alcanzar la justicia absoluta no ha sido si no la cesión al chantaje para alcanzar réditos políticos o económicos inmediatos. El diálogo se ha de circunscribir al cumplimiento de la ley como punto de partida, porque guste o no, en eso se basa el Estado de Derecho. Reddite ergo quae sunt Caesaris, Caesari et quae sunt Dei Deo; sin más vueltas.

Hoy en día son muchos los españoles señalados, arrinconados y marginados en algunas partes de España por el mero hecho de serlo, y lo son por inocentes que han sido programados, manipulados y reorientados hacia objetivos que, en realidad, les son ajenos.  Apuntados en listas para identificarlos ante una eventual represión. Conforman una periferia sociológica digna de ser socorrida, como cualquier otra. Pido por ellos como lo hago tantas veces por quienes se sitúan en cualquier periferia existencial. Esos inocentes agresores han sido educados en la creencia de una suerte de reino de Narnia existente sólo en el imaginario de quien lo ideó. No es su culpa. Es culpa de quien lo gestó, de todos y cada uno de los gobiernos que lo permitieron y de todos los que en alguna ocasión votamos -aunque fuera de buena fe- a cualquiera de esos gobernantes. El mal menor ha resultado ser un mal de dimensiones difíciles de calcular.

En la Alemania nazi no solamente calló el pueblo, participaron también intelectuales y miembros de la cultura con un convencimiento enfermizo. Fueron ellos quienes arrastraron y reeducaron al pueblo hacia la aniquilación y el horror absolutos.

Mi conciencia me impide callar como lo hicieron otros en otras épocas. Me niego a que me insinúen que el uso de la bandera constitucional es un acto represivo y a asumir que me propongan la idiocia buenista de una bandera blanca es operativa en nuestra España de hoy.

Cuando hay atentados siempre pido por las víctimas y por los asesinos, como pido por los niños abortados, y a la vez y con la misma sinceridad de corazón, por sus madres y el personal sanitario que participa en esos horrores.


Hoy pido por los españoles marginados, por los inocentes que los marginan. Pido una oración por España. Y como toda oración ha de salir del corazón y sin contaminar con partidismos ni ideologías. Pido a los Beatos mártires Redentoristas de Cuenca, a Santiago apóstol y a la Virgen del Pilar que intercedan por nuestra Nación. Mi oración va acompañada por el agradecimiento a todos aquellos que se la juegan por defender los derechos de todos, por quienes también pido. Scalando en Familia, pido que el Perpetuo Socorro de María nos alcance a todos. Que Dios nos ampare.

domingo, 24 de septiembre de 2017

José Ignacio Márquez

El transcurrir del tiempo parece acelerarse a medida que uno se va haciendo mayor, y a medida que el tiempo se acumula en las espaldas uno se va reconociendo en sus mayores.

En ese transcurso el Señor coloca a nuestro lado todo tipo de personas, oportunidades para que nosotros seamos presencia de Dios para ellos, y ellos para nosotros. En ocasiones no nos damos cuenta de ello si no lo miramos retrospectivamente y con la perspectiva única que a los cristianos nos da la fe.

Una de esas luciérnagas se apagó el día 18. José Ignacio Márquez Cano irradiaba esa Luz a través de su sonrisa, alegría y optimismo permanentes. Si la alegría del Evangelio ha de reflejarse con nitidez en nuestras vidas, su sonrisa se convertía en esa expresión máxima. Con él se va parte de una época en la que el señorío brillaba y hoy, en este mundo convulso que nos toca vivir, sorprendería.

Acompañar en el dolor a quienes queremos, hacernos presentes, es, no una obligación, un acto que nos sale de manera natural fruto precisamente del cariño. Sin embargo, la Primera Lectura de hoy nos dice: “Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos”. Eso es lo que me ocurre a mí. Cuando falleció me tocó toda la semana de trabajo fuera de Madrid y en su funeral me pasará lo mismo. Me queda la cercanía de la oración por él y por su familia; oración constante. Su hija Flavia es una de mis más antiguas amigas, es alguien que pertenece a mi historia de una manera tan potente que sin ella yo hoy sería diferente. Ésta pasada semana, en Valencia, se han ido agolpando los recuerdos en Pedreña, en la calle Princesa o en La Magdalena… desde Lolita Quintana a Marieta, Pirracas o Tote. Amistad plurigeneracional cuajada de anécdotas: la vida. No sé por qué me vino el recuerdo de José Ignacio llevándonos a un concierto a Flavia, Lolita Serra y a mí y un atascazo tremendo en el Paseo de Pereda hace como 35 años…Tempus fugit. Ojalá les llegue a todos el abrazo de mi oración.

Sean cuales sean los recuerdos, lo que aparece de manera limpia e imperturbable es su sonrisa. La misma con la que ha llegado a la Casa del Padre. José Ignacio, ya has visto cara a cara a tu Redentor; que goces de la contemplación de Dios por los siglos de los siglos.

En su tuit de hoy el Papa Francisco nos dice: "¡La alegría se multiplica compartiéndola!". En eso, José, era todo un experto.

La inmensa mayoría de quienes leéis este blog no le conocisteis, pero hoy os pido una oración por él y por su familia. José Ignacio, descansa en Paz.