El pasado 22 de diciembre la web Infovaticana publicaba un
titular deleznable sobre el Padre Damián Mª Montes CSsR.
Lo cierto es que no me enteré hasta ayer de madrugada,
cuando llegábamos mi familia y yo a casa después de celebrar la Navidad en
Familia. Cena en familia y Eucaristía en familia. Precisamente acabábamos de
escuchar un extraordinaria homilía de Damián. Al acabar, como es tradición en
PS, la Comunidad Religiosa nos ofreció a toda la comunidad parroquial una
chocolatada.
Como digo, al llegar a casa, pasadas ya las dos de la mañana,
consultando Twitter en mi Smartphone me topé con el titular en cuestión. Si no
fuera por eso no me habría enterado porque hace mucho tiempo que decidí no consultar
medios tóxicos, de modo que no leo esa publicación. Por un momento me hirvió la
sangre, que yo soy propenso a la ira cuando atacan a los míos. La injusticia y
mezquindad obviamente no me sorprendieron; no creo que le sorprendan a ningún
católico de bien.
Uno ya se harta de tanto ataque (empezando a SS el Papa, siguiendo
por el Arzobispo de Madrid, continuando por la Vida Religiosa), se harta de esa
autosuficiencia de la que se autorevisten los rígidos inmovilistas acusadores
en público o en privado. Tanto dedo rígido, tanta autosuficiencia beatífica, tanto
mesianismo, tanto disfraz. ¿Enmascaramiento de problemas psicológicos
individuales y colectivos…?
Sí, por un momento me
calenté, pero era más el calorcito de la Luz que esa noche había nacido en mi
corazón y al mundo.
Me dieron nauseas. Sin embargo, enseguida me di cuenta de que
nadie, absolutamente nadie vinculado a esa web es digno de desatar las correas
de las sandalias de mi hermano Damián. ¿Qué por qué es mi hermano? Pues por si
alguien no lo sabe compartimos apellido: Redentorista. Él es un extraordinario
sacerdote y misionero Redentorista, y yo un simple misionero laico Redentorista;
y yo a mi Familia la defiendo con todas las armas posibles.
Yo soy de ir directamente a lo más divino, que es lo más
carnal: ese Chiquitín que nos ha nacido. Sin tonterías. El Redentor, de carne y
hueso. Quien nos salva y toca físicamente; quien nos salva y se deja tocar sin
barreras absurdas y falsas. Puede que sea precisamente por eso de ir a lo fundamental y
utilizar todas las armas, por lo que igual que ayer me dieron nauseas empuñé con firmeza y fe la
alabarda de la oración para flanquear a mi hermano, cerrar filas por mi
#Familia y pedir al Todomisericordioso un esfuerzo extra de misericordia por el
autor del titular y los miembros de la web que lo publicó. Ojalá el Señor se
apiade de ellos y pueda transformar sus corazones. Yo aquí me quedo, scalando en
Familia y afilando oraciones…
Isaías (52,7-10):
“¡Qué hermosos
son sobre los montes
los pies del
mensajero que proclama la paz,
que anuncia
la buena noticia,
que pregona
la justicia,
que dice a
Sión: «¡Tu Dios reina!».
Escucha: tus
vigías gritan, cantan a coro,
porque ven
cara a cara al Señor,
que vuelve a
Sión.
Romped a
cantar a coro,
ruinas de
Jerusalén,
porque el
Señor ha consolado a su pueblo,
ha rescatado a
Jerusalén.
Ha
descubierto el Señor su santo brazo
a los ojos de
todas las naciones,
y verán los
confines de la tierra
la salvación
de nuestro Dios.”
Damián, hermano, mensajero, continúa cantando; no son
dignos de desatar las correas de tus sandalias.
Cuando Luzbel está rabioso es señal de que las cosas se van
haciendo bien, así que: adelante.
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