El Evangelio de ayer domingo - Lucas (21,5-19)-, con el que
iniciamos esta semana, no deja de resonar en mi cabeza.
Leo en la prensa que se ha archivado la causa contra Abel
Azcona… y me viene ese Evangelio. Ni profanación, ni delitos contra los
sentimientos religiosos… nada de nada. Formas consagradas tiradas por el suelo…
una simple libertad de expresión…
En el Imperio han elegido presidente entre dos candidatos,
una de los cuales era abiertamente abortista hasta el momento mismo del parto,
y el otro levantará un muro fronterizo e iniciará deportaciones en masa. El uno
no hace bueno a la otra ni ésta al elegido. Et omnia vanitas…
Falsas llamadas de paz que anulan a las víctimas y victimizan
a los asesinos; corrupciones de todos los colores enquistadas y organizadas;
justificación de lo injustificable en pos de un populismo alienante; nuevas
formas de esclavitud soterrada al amparo de la precariedad laboral;
colonizaciones ideológicas a fuerza de todo. Uno abre un periódico o escucha
cualquier telediario en radio o televisión y las noticias parecen una retahíla inacabada de
signos… Y hermanos contra hermanos aunque no sea público.
Descorazonador, todo descorazonador. Y sin embargo…
Pienso en los ojos de ilusión e inocencia de mis hijas y sé
que aún hay esperanza.
Pienso en mi sobrina nieta que está de camino en el seno de
su madre y sé que aún hay esperanza. Cada vez que un bebé se concibe Dios
muestra su fe en la humanidad.
Pienso en Antonio que se ordenará sacerdote en unas semanas y
sé que aún hay esperanza.
Pienso en cada mano que acoge a otra que se extiende y sé que
aún hay esperanza.
Pienso en tantas personas que hacen y han hecho a Dios
presente en mi vida y sé que aún hay esperanza.
Pienso en Lalo, en Guille, en Carlos, en Javi; en quienes
dudan, en quienes se pregunta y en quienes dicen “sí” y sé que aún hay
esperanza.
Pienso en algunos poetas de la existencia y me vienen muchos,
muchísimos nombres: Jorge, Olegario, Víctor, Santi, Pedro, Damián, José, Inma,
Rui, Jacinta, Lourdes, Mane, Francis, Antonio, Javier… un lista interminable, y
sé que aún hay esperanza.
Enfocando el pensamiento sé que no está llegando el tiempo…
pero lo parece. Ya lo ha parecido en otros tiempos de la historia. Pero éste es
más importante, infinitamente más importante porque yo puedo ser una tímida luz
de esperanza. Y tú; tú también puedes.
“Por
ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa,
porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni
contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán,
y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia
salvaréis vuestras almas”.
Pienso en la Cruz y en el sepulcro
vacío y sé dónde está la Esperanza. Juntos, unidos, perseverando, en gerundio,
scalando en Familia, hay Esperanza.
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