Hoy, 26 de abril de 2016, hace 150 que S.S. el Papa Pío IX
hacía entrega a los Redentoristas del icono de Nuestra Señora del Perpetuo
Socorro con el mandato de darla a conocer. Se restauraba así su culto público. Desde entonces han expandido su
devoción por los cinco continentes. Si la patrona de la Congregación es la
Inmaculada Concepción ésta advocación de la Virgen entronca de manera natural
con el propio espíritu Redentorista. San Alfonso, en el Supplex Libellus
dirigido en 1748 a Benedicto XIV, exponía como objetivo dedicarse a aquellos “más necesitados de auxilios espirituales”; los pobres, pastores y cabreros de Scala. Benedicto XIV no pudo haber respondido mejor a la petición de los redentoristas.
¡Cuántos necesitados hemos recurrido al
Perpetuo Socorro de María, cuántos la hemos pedido ayuda, cuántos nos hemos
sentido cogidos de su mano! Gracias, Madre, por tanto.
Hoy seré breve. Doy gracias a cada uno
de los Redentoristas que, a lo largo de estos 150 años, la han dado a conocer
por todo el mundo. Como Misionero Laico Redentorista me siento también tocado
por ese “dadla a conocer”, así que aquí la tenéis, nuestra Madre:
“Signo grandioso de nuestra esperanza,
te invocamos.
Oh Virgen del Perpetuo Socorro, Madre
Santa del Redentor,
socorre a tu pueblo, que anhela
resurgir.
Da a todos el gozo de trabajar por la
construcción del Reino
en consciente y activa solidaridad con
los más pobres,
anunciando de modo nuevo y valiente el
Evangelio de tu Hijo.
Él es fundamento y cima de toda
convivencia humana,
que aspira a una paz verdadera, estable
y justa.
Como el Niño Jesús,
que admiramos en este venerado Icono,
también nosotros queremos estrechar tu
mano derecha.
A ti no te falta poder ni bondad para
socorrernos,
en las más diversas necesidades y
circunstancias de la vida.
¡La hora actual es tu hora!
Ven, pues, en ayuda nuestra y sé para
todos socorro,
refugio y esperanza. Amén”.
San Juan Pablo II
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