Acabo de leer algo preocupante en una publicación de
información religiosa en internet. Preocupante por sesgado y porque manipula la
realidad de una manera torticera. No faltaría a la verdad si la interpretación
de los hechos no estuviera relatada de manera que induce a un error insano de
una manera premeditada.
La información se refiere a los mártires de Uganda y el
titular es el siguiente: “Los mártires de
Uganda, quemados y desmembrados por resistir el acoso de un rey homosexual”. Lo
hechos son los que fueron y, siendo ciertos, uno saca la
conclusión errónea de que Carlos Lwanga y sus compañeros alcanzaron el martirio por
luchar contra la homosexualidad, y que uno de los principales problemas del rey
Mwanga II de Buganda era su homosexualidad. Tanto como decir que santa María
Goretti, mártir de la pureza, lo es porque Alessandro Serenelli era un
heterosexual empedernido.
Mal. Muy mal. Por ahí vamos al desastre y la injusticia. Por
ahí tratamos de inocular odio y formar en el error: deformar. El camino de la mentira es siempre el camino del
mal. Una actitud nada evangélica; una práctica nada cristiana. El mal utiliza también
carita de ángel (creo recordar que Luzbel era el más bello...¿no?). El mal es también sibilino e infiltrado.
Mwanga era un sinvergüenza, un violador, un asesino, un
tirano. Tiranía y lujuria. Era negro y era homosexual, como podía haber sido blanco o
heterosexual. Además era rey, como san Enrique; uno depravado y otro casto y
santo.
“También en esto los mártires de Uganda nos indican el
camino. Su fe buscó el bien de todos, incluso del mismo Rey que los condenó por
su credo cristiano. Su respuesta buscaba oponer el amor al odio, y de ese modo
irradiar el esplendor del Evangelio. Ellos no se limitaron a decir al Rey lo
que el Evangelio prohibía, sino que mostraron con su vida lo que significa
realmente decir «sí» a Jesús. Significa misericordia y pureza de corazón, ser
humildes y pobres de espíritu, y tener sed de la justicia, con la esperanza de
la recompensa eterna.
El testimonio de los mártires muestra, a todos los que han
conocido su historia, entonces y hoy, que los placeres mundanos y el poder
terreno no dan alegría ni paz duradera. Es más, la fidelidad a Dios, la
honradez y la integridad de la vida, así como la genuina preocupación por el
bien de los otros, nos llevan a esa paz que el mundo no puede ofrecer.”
Las palabras de arriba (entrecomilladas y en cursiva) son del Papa Francisco en el
santuario de los mártires de Uganda, en Namugongo. Otro tono, otro discurso. El
bien brilla en cualquier caso; frente al mal, resplandece.
Cuando he leído la información que comento he pensado en los
homosexuales que conozco, prácticamente todos católicos, y me han dado arcadas
imaginando cómo se podrían sentir leyendo esa barbaridad.
Dios escribe derecho con renglones torcidos; el otro escribe
torcido con renglones derechos. Tiempos complicados. Los diablillos andan
enrabietados soliviantando el mundo. Asesinatos, profanaciones, exposiciones
blasfemas, atentados, guerras, maltratos, opresiones, corrupción, aborto… Cizaña. El
mal fuera y dentro.
Oración y misericordia.