“Yo lo del cura con
vaqueros pitillo me perdonáis pero :(“
Andaba yo tuiteando inocentemente sobre #EEJ2015 de Ávila
cuando me topé con el tuit que adorna como inicio la entrada de hoy. Pensé si
contestar o no, porque yo soy persona de sangre caliente, pero como la edad y
la tranquilidad de espíritu van templando el carácter pues me he decidido a
hacerlo.
No contestar, porque los prejuicios no tienen más respuesta
que unas manos sobre la cabeza, pero para ello se han de dar los consabidos
arrepentimiento y propósito de enmienda. Simplemente comentaré algunas
reflexiones personales.
Los prejuicios son, entre otras cosas, una torpeza. Suponen
juzgar sin conocer, juzgar de antemano. Esa puede ser una actitud casi
inconsciente que limita el crecimiento intelectual, emocional y moral.
Moralmente todo prejuicio es insano en sí mismo. Coarta la evolución personal y
social. Y yo asumo que tampoco estoy libre de ello. Uno trata de corregirse,
pero penosamente acaba cayendo, lo reconozco.
Que un cura lleve vaqueros pitillo, bermudas, zapatillas de
deporte, alzacuellos o sotana a mi, personalmente, me es absolutamente
indiferente. Hay santos de todo tipo, sacerdotes que arrastran con la fuerza
del Espíritu sea cual sea su indumentaria. Los hay también mediocres de buena
voluntad, como ha habido monstruos parapetados tras alzacuellos. Lo lamentable
y escandaloso es que sean monstruos, no el alzacuellos.
Ese tuit de inicio resulta que fue del agrado de otro
sacerdote. Sin duda será un buen hombre que, a lo que parece, se piensa mejor
sacerdote por usar clergyman. Una pena. Quizás lo sea, no lo sé; no le conozco.
Sin embargo, por el tiempo en que se publicó el tuit, entre los hastags de #EEJ2015,
me da la sensación de que yo sí conozco al de los vaqueros pitillo. Sí,
prejuzgo quién es ese sacerdote, ya dije que no estoy libre… Se trata de un
hermano mío a quien no solamente conozco, le quiero. Pensé haber ilustrado la
entrada con imágenes suyas en alguna misión en el tercer mundo como la India u
Honduras, o vistiendo el hábito de su Congregación, o rodeado en algún retiro de
los cientos de jóvenes a los que arrastra, pero enseguida me he dado cuenta de que
los prejuicios ni se vencen ni se combaten desde afuera. Los prejuicios
solamente comienzan a desaparecer cuando uno Ama.
El de los vaqueros pitillo es un sacerdote extraordinario,
con una fe robusta como la de todos sus cohermanos, un misionero ejemplar. No
necesita defensa, mucho menos por mi parte que no soy digno de desatar las correas
de sus sandalias (sí, es que a veces también usa sandalias).
El autor del tuit sabe que sinceramente goza de mis simpatías.
No nos conocemos, pero lo sabe. No hay más.
Ojalá hubiera muchos curas jóvenes con pantalones pitillo que
hagan, como éste, que tantos vuelvan a casa o la conozcan por primera vez.
Ojalá hubiera muchos más curas jóvenes con alzacuellos que lleguen a los
alejados. Ojalá hubiera muchos más curas y laicos humildes y santos que, sin
creerse mejores que nadie, acerquen el Reino a la tierra, a los pobres y
abandonados, a todos los necesitados de auxilios.
Gracias al autor del tuit esta noche me acostaré rezando por
las vocaciones.
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