Gaudete. ¡Regocíjense! ¡Regocijaos! ¿No lo notáis? ¿Seguro
que no? Tratad de ir acompañamdo a María y a José, porque Él ya está cerca. Aún estáis
a tiempo los rezagados. Animaos. Sí, levantad el ánimo y la cabeza para poder
mirar a los ojos, y ahí, en esos otros ojos ver y mostrar que está cada vez más
cerca.
Soy un privilegiado, lo reconozco. He tenido la suerte de
vivir el pasado jueves una maravillosa vigilia en PS a la que no solamente
fueron alentados todos los grupos parroquiales, si no cualquier feligrés. El P
Nicanor, mi párroco, nos ayudó a allanar el camino, individual y
comunitariamente. Una parroquia misionera, una Congregación misionera. Por eso
no se limitó a ayudar a la disposición interior de nuestros corazones, si no
que insufló las fuerzas para que saliéramos a ser testigos de Esperanza. Un
privilegiado, porque a cada paso, es mi Parroquia la que está en permanente
estado de misión; y en Familia. Un privilegiado.
El viernes también en PS, una familia misionera del
movimiento de Schoenstatt que en enero próximo irán a vivir a Costa Rica como lo que son, misioneros, nos contó su proceso de discernimiento, su proceso vocacional
familiar. Una bonita manera de conocer de primera mano otras realidades
eclesiales que muestran la felicidad, la alegría del Evangelio. Un matrimonio
alegre, padres de cuatro hijos que transmitían paz. Un privilegiado.
El mismo viernes una especial Eucaristía del grupo de
matrimonios en la Capilla de la Comunidad. Sin palabras las palabras del P
Octavio. En casa, en Familia, entre hermanos. Compartidos el Pan, la Palabra y
la oración. Una gozada. Benedictus como preludio al fuit homo missus a Deo cui nomen erat Ioanes del Evangelio del
domingo de Gaudete. Y el jueves, en la vigilia, me tocó ponerle voz a Juan… Un
privilegiado.
E #iMisión en plena ebullición de proyectos, ilusiones,
iComunión. Proyectos e ilusiones individuales y grupales. #iComunión.
Y mañana más, y a lo largo de la semana más. Pero yo ahora
empiezo a necesitar aumentar mis ratos de silencio. De calma y oración en
silencio. Calma, oración y silencio. Estar rodeado de personas que irradian luz
de tal forma tanto en directo como en la red, a veces le hace sentirse a uno diminuto y frágil.
Saberse diminuto y frágil también es una gracia cuando uno se da cuenta de que Dios
se hizo diminuto y frágil, un bebé indefenso producto de un embarazo digamos
que no planificado…
Impresiona el Amor del Padre para con todos nosotros.
Impresiona su Amor sabiendo por todo lo que habría de pasar. Impresiona la
confianza, la fe, de una chiquilla, de una jovencita, que hizo posible esta
maravillosa historia de salvación. Impresiona la fe silenciosa de José;
impresiona la humildad del padre del Hijo de Dios. Impresiona la fragilidad de
Jesús, la fragilidad de esa minúscula cantidad de Redentor desde su concepción.
Impresiona pensar que si María, al día siguiente de su fiat, se hubiera tomado
la píldora del día después, no habría nada que celebrar.
Impresiona tanto Amor. Me impresiona pensar que ese Amor es
por mí y por mi mujer, y por mis hijas. Impresiona pensar que ese Amor es por
los cristianos perseguidos y por quienes les persiguen; por los mendigos que
duermen a la intemperie; por todos y cada uno de los que sienten que no tienen
nada que celebrar. Me impresiona nuestra propia libertad para seguirle o no, para dar o no Esperanza. ¿Qué hacemos con nuestra libertad?
Yo soy un privilegiado no por lo que tengo, que también, si
no por lo que atesoro: la fe.
¿Eres simplemente un perezoso espiritual? ¡Pues espabila! Ahí
afuera hay mucha gente que te necesita, que necesita que les animes y les
lleves su Esperanza.
¿Eres un consumista compulsivo que basa estos días en comidas
y regalos? Pues párate y recapacita. Piensa un poco, quizás simplemente
necesites darte un respiro, contemplar la fría gruta donde nacerá el Hijo de
Dios… ¿No sabes dónde? ¿Seguro? Date una vuelta por tu ciudad, la noche ya bien
entrada, y fíjate en cualquier soportal, en la boca de alguna parada de metro,
en alguna sucursal de cualquier entidad bancaria; sí, esas cajas de cartón, esas
vidas rotas… Mira a los ojos; trata de mirar a los ojos. ¡Belén no está tan
lejos!
¿Eres tú uno de los que sienten que no hay nada que celebrar?
¿De verdad? Pues hablemos… a ver si acabamos juntos en la Misa del Gallo.
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