Scalando en Familia...
miércoles, 31 de diciembre de 2014
De inventario...
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
jueves, 25 de diciembre de 2014
¡Feliz Navidad!
“Jesús mío, mi soberano Señor y verdadero Dios: ¿Qué fuerza te ha hecho descender del cielo a una gruta sino la fuerza de tu amor por nosotros?
Tú que habitas el seno
del Padre, tú que reposas en un pesebre.
Tú que reinas más allá
de las estrellas, tú vienes a nacer sobre un poco de paja…
Tú que eres la alegría
del cielo, yo te escucho gemir y llorar.
Dime, oh Jesús mío:
¿Qué fuerza desconocida te ha reducido a tal abajamiento?
Una sola, la fuerza de
tu amor por nosotros.” San Alfonso Mª de Ligorio
Hoy, ante ese Niño pobre que hemos adorado en Familia en la
Misa del Gallo del Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, he entonado mi
acción de gracias. Gracias por mi mujer, por poder ver crecer a mis hijas, por
poder disfrutar de mi madre, de mi Familia; por una año maravilloso y lleno de
Vida; por haber respondido “sí” a cada una de las preguntas que mi querido P.
Pedro López, como Superior Provincial de la CSsR, nos hizo el 18 de julio a los
nuevos Misioneros Laicos del Santísimo Redentor; gracias por haber podido vivir
cómo mi hija mayor, Toya, recibía por primera vez el Cuerpo de Cristo, el nueve
de agosto, de manos de quien es un miembro más de nuestra familia; gracias por
una Comunidad que es nuestra Familia; gracias por tener un trabajo con el que,
además, disfruto.
Adorando al Niño, como si estuviera físicamente con nosotros,
estaba a quien tenemos siempre en el corazón pero no vemos a menudo. Este año
he llevado también a Cris, que pasará su primera Navidad como médico de
guardia, a Xiskya y a Josué, hermanos de iMisión, que pasan su Navidad junto a
los refugiados en Irak que son perseguidos por ser cristianos; Flavia, Antonio
y Carlota con su capacidad de lucha y superación. Alicante, Mérida, Irak… pero
allí estaban, en PS, junto a mí. Y unidos a los que nos han precedido a la
Iglesia del cielo, todos en alabanza.
Yo lo tengo todo, y en el primer mundo. Le he dado gracias, sí, pero también he pedido por quienes no tienen más que tristeza y frío; por
los parados, por las personas sin hogar; por quienes son perseguidos nada más que por creer que un
Niño pobre, frágil, entre pajas y nacido en una gruta es realmente el Redentor;
por todos lo nunca llegaron a nacer. Una locura. He pedido por quienes entregan
su vida por anunciarle. Y por mi familia, y por mi trabajo y para que me enseñe
a llevar un poquito de Luz.
Celebrar el nacimiento de Cristo, en PS, con la comunidad
Redentorista y la comunidad parroquial es hacerlo en Familia. Salir con ese
calorcito interior y celebrarlo con el chocolate caliente que nos ofrece la
comunidad religiosa es celebrar la Navidad en Familia después de una cena en
Familia. Recibir al Redentor en mi corazón y en el corazón de la comunidad, es
asentarse en la Roca para continuar, un año más, scalando en Familia.
Dios ha nacido y es un bebé ¿Cómo no
amarlo? Dios ha nacido ¿Cómo no estar alegre? ¡Contagiemos un poquito de esa
alegría!
¡FELIZ NAVIDAD!
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
martes, 16 de diciembre de 2014
Las Posadas
Hoy comienzan las Posadas, una celebración habitual en muchos
países hispanoamericanos que conmemora el peregrinaje de José y María en busca
de cobijo, a la vista de que el parto se acerca. Me parece una celebración preciosa para prepararnos no
solamente a recibir al Niño, sino para acompañar a María y a José. Una
oportunidad para ser nosotros mismos Posada y para ayudarles a que otros lo
sean también.
Llaman a la puerta interior de cada uno de nosotros para que seamos
refugio seguro y cálido del Redentor. El tiempo avanza y ya va siendo hora de
que preparemos un corazón limpio en el que se sienta seguro y a gusto.
Que le ofrezcamos un lugar confortable implica que en nuestro
entorno también creemos el clima necesario de Amor. En la Familia, en el
trabajo, en nuestra Comunidad. Un corazón preparado para servirle. En mi
parroquia, el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, ya tenemos, como en
tantas otras, la Posada preparada. Hemos recorrido el tiempo que llevamos de
Adviento en acción y oración, y así seguimos: con una alegría que desborda las
manos. Porque, en realidad, no hay alegría sincera si ésta no te empuja a
darte, a ayudar, a anunciar su venida a los demás. Regalar tu tiempo, tus manos y tu sonrisa. Sólo sirviendo con los pies en la tierra, sólo caminando en los problemas reales, anunciaremos la Paz.
¿Cuántas malas caras? ¿Cuánto mirar para otro lado ante las
necesidades ajenas? ¿Cuánta preparación de festejos sin reparar en quien no tiene
ni lecho? ¿Cuánto sonreir sin mirar a los ojos al triste? ¿Cuánto planificar
sin tener en cuenta las carencias de los demás? ¿Cuánta autocomplacencia sin
pararnos a pensar en todos los hermanos perseguidos, asesinados, por ser
cristianos? ¿Cuánto señalar y endurecer la mirada sin vaciarnos del todo para
que el Redentor lo ocupe todo?
¿Nos dejamos llevar por el consumismo? ¿Nos dejamos arrastrar
por los hábitos? ¿Repetimos gestos año tras año llevados por la inercia de la
historia y la costumbre?
¿Creemos realmente que el Redentor nació y viene de nuevo a
nuestra vida y nuestra historia?
Cada vez que juzgamos les cerramos la puerta de la Posada;
cada vez que torcemos la vista a las necesidades de los hermanos les negamos
cobijo; cada vez que bajamos la mirada ante el triste, el enfermo, el humillado, el necesitado o el
angustiado les damos un sonoro portazo. Y no se les puede acompañar sin
oración.
Os animo a que tratéis de hacer el ejercicio diario de
caminar a su lado, meditar sobre su situación, su realidad y sus necesidades. Ensuciándonos los pies con el polvo del mundo; sintiendo el dolor que precede a la Alegría. Veréis cómo a cada paso junto a ellos, tras cada puerta cerrada, sintiendo los
miedos de la Madre y las angustias de José os iréis vaciando un poquito, y
acabaréis con una cuna confortable en vuestro interior.
Porque ellos llaman a nuestra puerta sin salir de casa, en
nuestra mujer o nuestros hijos; tantos parados o desahuciados buscando Posada;
cristianos iraquíes que son unos peregrinos permanentes en busca de Posada;
niños no nacidos cuya vida está en cuestión; madres o padres angustiados a
quienes la situación les hace dudar sobre el futuro del hijo que esperan; niños
explotados, abusados, en cualquier parte del mundo…
Y mañana de nuevo, al salir a la calle, en el metro, al
llegar a la oficina… ese compañero de trabajo con quien no congeniamos; la
parte del trabajo que más pereza nos dé; al hacer la compra… cualquier
circunstancia nos ayudará a ir abriéndoles la puerta.
Una oportunidad más para los rezagados de espabilar, ponerse
a tono, reconciliarse consigo mismo para hacerlo con los demás. Merece la pena. Él pone todo de su parte; poner un poco de la nuestra es el primer paso para
hacerlo por entero. Ser pequeñas luciérnagas que iluminen su camino. Seamos
diminutos puntos de luz que señalen: aquí nacerá el Niño, aquí se asentará la
Luz. ¿Lo hacemos juntos? ¿Vamos con ellos scalando en Familia?
Probadlo los rezagados, los indecisos; los tristes abandonad vuestra tristeza para ocupaos de la de otro. Intentadlo los incrédulos, los hastiados.
Si queréis lo vamos hablando… Quizás acabemos juntos en la Misa del Gallo.
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Poasadas
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
domingo, 14 de diciembre de 2014
¡Alegraos!
Gaudete. ¡Regocíjense! ¡Regocijaos! ¿No lo notáis? ¿Seguro
que no? Tratad de ir acompañamdo a María y a José, porque Él ya está cerca. Aún estáis
a tiempo los rezagados. Animaos. Sí, levantad el ánimo y la cabeza para poder
mirar a los ojos, y ahí, en esos otros ojos ver y mostrar que está cada vez más
cerca.
Soy un privilegiado, lo reconozco. He tenido la suerte de
vivir el pasado jueves una maravillosa vigilia en PS a la que no solamente
fueron alentados todos los grupos parroquiales, si no cualquier feligrés. El P
Nicanor, mi párroco, nos ayudó a allanar el camino, individual y
comunitariamente. Una parroquia misionera, una Congregación misionera. Por eso
no se limitó a ayudar a la disposición interior de nuestros corazones, si no
que insufló las fuerzas para que saliéramos a ser testigos de Esperanza. Un
privilegiado, porque a cada paso, es mi Parroquia la que está en permanente
estado de misión; y en Familia. Un privilegiado.
El viernes también en PS, una familia misionera del
movimiento de Schoenstatt que en enero próximo irán a vivir a Costa Rica como lo que son, misioneros, nos contó su proceso de discernimiento, su proceso vocacional
familiar. Una bonita manera de conocer de primera mano otras realidades
eclesiales que muestran la felicidad, la alegría del Evangelio. Un matrimonio
alegre, padres de cuatro hijos que transmitían paz. Un privilegiado.
El mismo viernes una especial Eucaristía del grupo de
matrimonios en la Capilla de la Comunidad. Sin palabras las palabras del P
Octavio. En casa, en Familia, entre hermanos. Compartidos el Pan, la Palabra y
la oración. Una gozada. Benedictus como preludio al fuit homo missus a Deo cui nomen erat Ioanes del Evangelio del
domingo de Gaudete. Y el jueves, en la vigilia, me tocó ponerle voz a Juan… Un
privilegiado.
E #iMisión en plena ebullición de proyectos, ilusiones,
iComunión. Proyectos e ilusiones individuales y grupales. #iComunión.
Y mañana más, y a lo largo de la semana más. Pero yo ahora
empiezo a necesitar aumentar mis ratos de silencio. De calma y oración en
silencio. Calma, oración y silencio. Estar rodeado de personas que irradian luz
de tal forma tanto en directo como en la red, a veces le hace sentirse a uno diminuto y frágil.
Saberse diminuto y frágil también es una gracia cuando uno se da cuenta de que Dios
se hizo diminuto y frágil, un bebé indefenso producto de un embarazo digamos
que no planificado…
Impresiona el Amor del Padre para con todos nosotros.
Impresiona su Amor sabiendo por todo lo que habría de pasar. Impresiona la
confianza, la fe, de una chiquilla, de una jovencita, que hizo posible esta
maravillosa historia de salvación. Impresiona la fe silenciosa de José;
impresiona la humildad del padre del Hijo de Dios. Impresiona la fragilidad de
Jesús, la fragilidad de esa minúscula cantidad de Redentor desde su concepción.
Impresiona pensar que si María, al día siguiente de su fiat, se hubiera tomado
la píldora del día después, no habría nada que celebrar.
Impresiona tanto Amor. Me impresiona pensar que ese Amor es
por mí y por mi mujer, y por mis hijas. Impresiona pensar que ese Amor es por
los cristianos perseguidos y por quienes les persiguen; por los mendigos que
duermen a la intemperie; por todos y cada uno de los que sienten que no tienen
nada que celebrar. Me impresiona nuestra propia libertad para seguirle o no, para dar o no Esperanza. ¿Qué hacemos con nuestra libertad?
Yo soy un privilegiado no por lo que tengo, que también, si
no por lo que atesoro: la fe.
¿Eres simplemente un perezoso espiritual? ¡Pues espabila! Ahí
afuera hay mucha gente que te necesita, que necesita que les animes y les
lleves su Esperanza.
¿Eres un consumista compulsivo que basa estos días en comidas
y regalos? Pues párate y recapacita. Piensa un poco, quizás simplemente
necesites darte un respiro, contemplar la fría gruta donde nacerá el Hijo de
Dios… ¿No sabes dónde? ¿Seguro? Date una vuelta por tu ciudad, la noche ya bien
entrada, y fíjate en cualquier soportal, en la boca de alguna parada de metro,
en alguna sucursal de cualquier entidad bancaria; sí, esas cajas de cartón, esas
vidas rotas… Mira a los ojos; trata de mirar a los ojos. ¡Belén no está tan
lejos!
¿Eres tú uno de los que sienten que no hay nada que celebrar?
¿De verdad? Pues hablemos… a ver si acabamos juntos en la Misa del Gallo.
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