El punto de mira, el color del cristal con que se mira,
aquello que vemos… Uno, a veces, puede dejarse apabullar por una realidad poco o
nada edificante o, por el contrario, ver la espiguita que lucha hacia el sol en
un lodazal, indicándonos que el sol que nace de lo alto continúa visitándonos
cada mañana y que la vida se afana en perpetuarse.
Lo que tiene esto de la aldea global es que ya no podemos excusarnos
en la ignorancia. Sabemos que hay gente que muere de hambre en África a diario;
sabemos que es un continente azotado por guerras interminables y periódicas;
sabemos que la pobreza y la desnutrición campan a sus anchas; sabemos que la
enfermedad siembra de cadáveres nuestro vecino continente; sabemos que el “Scramble
for Africa” fue una repartición de intereses que ha dejado paso a que el
desinterés se adueñe de Occidente tras la descolonización; sabemos que los más
pobres sufren la miseria real y cruel cayendo a diario como moscas y entre
moscas; sabemos de niños soldados, de fundamentalismos, de ablaciones… Sabemos,
y… ¿qué?
Ahora parece que surge un brote de pánico por una enferma de ébola contagiada en
Madrid. No hago más que oír hablar de pandemias, catástrofes, petición de
dimisiones, miedo… Cientos de personas se manifiestan ante el domicilio de la
enferma para que no se sacrifique a su perro y apenas doscientas acudieron al
funeral del último religioso fallecido en Madrid. No sé yo cuántos de los que
se manifiestan por la mascota lo harían por defender la vida de los no nacidos,
por mejorar la vida de los refugiados, de los inmigrantes en nuestro propio
país. En fin. Es el miedo endémico y se llama ébola.
Mucho de este miedo tiene el semblante del egoísmo, del
ombligocentrismo, del yo, mí, me, conmigo. Miedo por si me toca a mí o a los
míos. ¿Cuántos se preocupan por la mejoría de la enferma? El mundo, el ruido mundano,
el espíritu mundano. Un mundo de tinieblas.
Todo lo anterior, siendo cierto, no es más que una parte. La
otra muestra una realidad que, siendo la misma, tiene un sustento bien
distinto. Muestra, en el mundo, las manos de Dios, el Amor de Dios, el calor de
Dios, la sonrisa de Dios. Un mundo de Luz.
Una auxiliar de enfermería que se presta voluntaria para atender
a un religioso español enfermo de ébola; misioneros repartidos por todo el
continente Africano siendo presencia de Dios en la vida de aquellas gentes, de
aquellos hermanos; sacerdotes, religiosas, religiosos, laicos dando tiempo, y
vida por la vida de los más necesitados; médicos, sanitarios, voluntarios que, incluso
aunque no lo sepan, son praxis viva del Evangelio; guardias civiles organizando
algo tan simple como equipos de futbol con los acogidos al otro lado de una
valla, al otro lado de unas concertinas teñidas de rojo.
Hoy es África de lo que más se habla, pero en muchos puntos
del planeta donde haya un necesitado también hay alguien dispuesto a ayudar.
Héroes anónimos, misioneros anónimos tras cada Congregación o Instituto
Religioso misionero, tras cada cooperante de organizaciones como la Fundación
Cione Ruta de la Luz, tras cada misionero religioso o laico, cada voluntario de la ONGd
Redentorista Asociación para la
Solidaridad (www.asolidaridad.org).
Sin dudarlo prefiero la segunda realidad de un mismo mundo. La de
la alegría del Evangelio, la de los héroes anónimos, allí y aquí. Porque el cambio
solamente se dará si comienza aquí, en el todo poderoso Occidente; sólo se dará
si comienza en cada uno de nosotros.
Y Dios sigue llamando. No sé con qué te quedarás tú, pero yo claramente me quedo con la Luz frente a la oscuridad del egoísmo o
del mirar hacia otro lado. Me quedo con la alegría y la esperanza en cada ser
humano que sepa mirar al otro como a un hermano. Mientas haya un cristiano que
lo sea de verdad, que sea capaz de llevar la Luz de Cristo, habrá esperanza. Mientras,
frente a quien se queje por repatriar a un misionero español enfermo de ébola, se
alce la mano de una enfermera voluntaria para atenderle, habrá esperanza.
Mientras haya alguien que se plantee romper las estructuras que perpetúan las
injusticias, habrá esperanza. Mientras alguien continúe defendiendo la Verdad,
habrá esperanza. Mientras exista un bebé concebido, habrá esperanza. Mientras
nos visite cada mañana el sol que nace de lo alto, habrá esperanza.
No creo en el concepto calvinista de natura corrupta. La esperanza es el propio hombre, aunque pueda ser un lobo para su propia especie. Sacerdotes,
profetas y reyes, sí, pero no de figurín. Todos tendremos algo que dar, algo
que hacer, algo que cambiar mientras tengamos vida.
Y dicho esto, yo ¿qué hago…?
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