“Quien cierra los oídos al clamor del necesitado no será
escuchado cuando grite”. (Provervios 21, 13)
Con la frase de arriba acaba la Primera Lectura propuesta
para hoy, 23 de septiembre de 2014. “Practicar
el derecho y la justicia Dios lo prefiere a los sacrificios” es otra perla
de esta inquietante lectura. Digo inquietante porque me hace cuestionarme a mí
mismo. Ese clamor del necesitado siempre ha resonado en mi cabeza; incluso en
la época en que era mi nombre de fondo la música que oía, ahí estaba siempre la
preocupación por el necesitado. Y cuando es tu nombre la música de fondo, al
final acabas por dejarla sonar y, con las notas va todo el resto. Uno no es ni
mejor ni peor por ello. Quizás pueda serlo por la respuesta que cada uno de a
ese clamor, y la respuesta no puede ser más que la justicia y el derecho, que,
en este caso, es algo así como la praxis del Amor de Dios.
No cerrando los oídos, abres los ojos y extiendes las manos.
Al menos lo intentas. La tragedia propia y ajena está en no intentarlo.
El clamor del necesitado. Y necesitado es nuestro hermano más
cercano; el necesitado puede estar en nuestro propio hogar, en nuestra casa y
familia. Necesitado es el desamparado, quien se encuentra en una situación
límite sea cual sea, el incomprendido. Necesitado es el anciano desmemoriado y
el niño desvalido. Necesitado es el padre que no puede alimentar a sus hijos,
la madre que no puede alimentar a sus hijos, los hijos que pasan necesidad. Necesitado
es el marido incomprendido, la mujer maltratada, el hijo ninguneado. Necesitado
es el enfermo a la intemperie en el Tercer Mundo y el misionero que le abraza. Necesitadas
son las prostitutas y necesitadas las Oblatas que les muestran las manos de
Dios. Necesitados son los novios apaleados en una calle de Madrid porque los
dos son del mismo género. Necesitados son los niños soldados y quienes mueren
con el cuello rebanado en mitad del desierto. Necesitado es el parado y
necesitado lo es el empresario que arriesga y pierde hacienda y empresa por
crear puestos de trabajo. Necesitados son el preso, la víctima y el juez. Necesitado es el emigrante agarrado a una valla y necesitado es el Guardia Civil. Necesitado es el “sin techo” de nuestro propio barrio
y necesitado el voluntario que hace lo que puede por ayudar. Necesitado es un ser humano en una patera y necesitado es el soldado en una misión humanitaria. Necesitado es el
indigente, el voluntario de Caritas y, muchas veces, quien se acerca a donar
una bolsa con ropa o comida. Necesitado es el desahuciado, el niño que no
entiende por qué tiene hambre, la madre que vela insomne las angustias.
Necesitado es el amigo que nos pide comprensión con la mirada o con el
silencio. Necesitada es la madre anciana que en la distancia caldea la estufa
de los recuerdos para no caer en el frío de la soledad. Necesitadas son mis
hijas o mi mujer ahogando mis miedos. Necesitado soy yo temblando por no saber
cómo, acompañado de mí sombra por la calle, tendiendo torpemente unas manos
vacías o con el corazón acelerado ante el Sagrario.
La necesidad se puede graduar, pero no se juzga. La necesidad
se puede priorizar, pero no acallar. La necesidad se escucha, se identifica y
se combate.
Aprovecharse de la necesidad ajena es lo más indigno que un
ser humano pueda hacer conscientemente. Aprovecharse de los inocentes
necesitados, es una indignidad escandalosa. Y se aprovecha de la inocencia
ajena quien promete aplacar el clamor de los más débiles para encumbrarse y,
una vez en la cima, cierra sus oídos al clamor del necesitado; después de
todo, esos más débiles abortados no meten ruido. Los muertos no hablan. Pero claman a través de quienes no callamos.
Necesitados son aquellos que, queriéndolos, no pueden tener
hijos. Necesitadas son las madres que abortan, los padres de los bebés
abortados a los que no se les pide ni opinión; necesitados son los bebés a los
que no se les brinda la oportunidad de nacer.
Hoy, 23 de septiembre de 2014, el Gobierno se ha carcajeado,
una vez más, de sus votantes. Hoy, el ministro de Justicia de ese Gobierno - se
esté o no de acuerdo con él- ha tenido una demostración de dignidad y
coherencia acorde a su conciencia inusual en nuestro espectro político. Ensalzo
la actitud de Alberto Ruiz-Gallardón. Que el Gobierno se ría o no de aquellos
que le votaron me preocupa poco o nada ahora. Lo que es una lamentable realidad
es que los necesitados no serán escuchados en sus gritos. Quien no escucha el clamor de su propia conciencia no puede escuchar a nadie, servir a nadie, vivir por nadie salvo sí mismo. Y sí, hoy, hablo de los
niños no nacidos, de esos necesitados.
“Quien cierra los oídos al clamor del necesitado no será
escuchado cuando grite”. (Provervios 21, 13)
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