Una niña pequeña leyendo palabras de mayores, haciéndolo
con esa naturalidad de la que solamente los pequeños son capaces, con aplomo y
en un templo abarrotado. Y lo hizo en la eucaristía celebrada durante la Novena a Nuestra Señora del
Perpetuo Socorro, puede que ese sea el truco de su seguridad balbuciente, que
lo hacía en casa, en Familia y ante “su” Virgen. ¡Imposible estar nerviosa! Esa niña era mi hija pequeña, recién llegada de jugar en la Plaza de Chamberí para
participar en la Novena. Allí
quedaron muchos niños enredados en sus juegos. Sin embargo, mis hijas, ni
mejores ni peores que otras, tenían muchos motivos para participar: lo hacían
en casa, donde van creciendo y viviendo su fe; en PS se van formando y
participando casi a diario, con lo que devolver aunque sea un poquitín del
cariño que reciben a lo largo del año de toda la Familia redentorista no es
más que lo normal; la fe y el ejemplo; la Virgen. Son algunos de los
motivos, unos pocos. Y participaron con su voz, haciendo que las "palabras de mayores" se convirtieran en "palabras mayores" en boca de unas niñas.
A los niños se les enseñan muchas cosas, pero no se les
puede “enseñar” la fe. Les puedes enseñar la doctrina, les puedes “enseñar”
principios básicos, pero poco más. Lo que si se puede enseñar es a Vivir la fe
con naturalidad y, a partir de ahí, el Espíritu irá haciendo su trabajo, que es
lo más complicado: la experiencia personal. Sin la familia y la comunidad esa
vivencia personal es casi inimaginable. También se les puede inculcar el
agradecimiento, como parte intrínseca de la educación. Y, muy poquito a poco,
pasado todo por el tamiz de cada personita, irá germinando de una manera
original y única. Todo sin necesidad de meternos, al menos de momento, en el
ser y el deber ser.
Palabras de mayores, frases largas y enjundiosas,
desgranadas por quien se va iniciando con avidez en el mundo, incluido el de la
lectura. Palabras de mayores que entenderán algún día. Y un padre satisfecho de
ver cómo sus hijas van felices scalando en Familia, dando gracias a Dios. Y el
autor de esas palabras, el Sacerdote Redentorista que presidió la Eucaristía, nos hizo el honor de venir a
compartir pizza a casa, a nuestra casa, a su casa. Una noche en Familia. Una conversación abierta,
sincera, fluida, natural. Un lujo. Recomiendo la grandeza de lo pequeño. Esto de la normalidad alrededor de una pizza
es un auténtico lujazo. ¡Qué razón tenía el P Antonio Spadaro SJ cuando nos
mostró la teología de una foto y una pizza compartida! Compartir la Vida , nada mejor. La alegría
no pude quedarse encerrada en uno mismo porque acaba muriendo, es estéril. La
alegría hay que compartirla, contarla, anunciarla, megáfono en mano o con la
discreción cotidiana del tú a tú.
Y no hay mayor alegría que la de la Buena Noticia. ¡Gracias!
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