Cuando los nubarrones son tan espesos que el día parece
noche, cuando la respuesta no parece ser otra que el silencio, cuando el frío
atenaza las entrañas, el temple muestra la solidez de la fe. Perseverar, orar.
El gran maestro de la oración y la perseverancia, San Alfonso, sale en ayuda
mostrando el camino de la oración y la perseverancia. Ambas. Perseverar en la
oración aunque a veces parezca estéril. Y perseverar en la oración cuando ésta
se nos antoja estéril es otro acto de fe.
Pero vuelves a entender que cada mañana nos visita el sol que nace de lo alto, más allá de las nubes; que la respuesta, a veces, es el
silencio; que es con frío cómo más se agradece el fuego en el hogar.
La oración como gran medio para ir scalando al cielo y la
perseverancia que serena los ánimos. Y con ellas la confianza y la espera.
Permanecer en Él y dar fruto abundante. Aprender a no confundir el éxito con el
fruto, porque quizás el camino sea ir haciéndose cada vez más pequeñito;
aprender a no mirar hacia atrás ni siquiera en busca del fruto; aprender a
confiar en que éste llegará lo veamos o no. Lo importante es el fruto, no el
hecho de ser conscientes de su existencia; eso puede agradar, más en ese agrado
también se puede refugiar el orgullo.
Oración, perseverancia, confianza, espera. Y el gozo de
sentirse amado, de permanecer en Su amor. E ir scalando a la Alegría.
Permanecer en Él y pidiéndole.
Perseverar a plena luz del sol, en el diálogo claro y con
fuego interior no es perseverar, es gozarse de una realidad. Es en las condiciones
adversas cuando la perseverancia muestra su grandeza y descubre la grandeza de
los humildes; porque para perseverar hay que ser humilde. Es bajo los oscuros nubarrones cuando la perseverancia se revela faro y la oración camino.
De la mano de San Alfonso, así voy: perseverando, orando, confiando, esperando. Con todo de mi parte y dejándole hacer.
Dijo alguien algo así (más o menos): Cuando no sopla el viento, hasta la veleta parece tener carácter. En fin, que es en la tormenta cuando se muestra cuál es nuestro temple. Afortunadamene hay muchos santos que tenemos de referencia para vivir estos momentos. Entre ellos, ademas del mencionado SanAlfonso tenemos a Teresa de Calcuta, perseverar y orar, como acto de fe. Qué gran verdad.
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