Qué, mañana ¿de vuelta a la “normalidad”? ¿rutina y punto?
¿va a seguir todo igual?
Mañana todo volverá a la “normalidad”
porque haré en líneas generales lo que cualquier otro lunes, pero esa
normalidad espero que se vea iluminada por la Luz de lo extraordinario. Y lo
extraordinario es lo inconcebible de la realidad de la Resurrección. En esa
realidad nada puede permanecer de la misma forma, ni ser visto de la misma
manera, ni enjuiciado con la misma perspectiva, ni las relaciones personales
pueden tener el mismo color. Se descubren recovecos en las calles de siempre, chispas en las miradas de los nuestros, destellos en sus sonrisas; esperanzas en las sombras y rayos en la oscuridad. Esa realidad transforma lo obvio; esa realidad que
transciende la materia transforma al individuo desde el interior y lo hace por “contacto”, tras la experiencia única del
contacto personal con Cristo.
¿De locos? Pues sí, no lo niego, porque es una locura
maravillosa esta de saberse Amado por el Dios que me creó; una locura total la
de saberme redimido por su propio Hijo; una locura que invade, colapsa al
inicio, y superado el aturdimiento o incluso el miedo, quema. Contacto con
Cristo que genera una fuerza centrípeta de Amor que, una vez asumida, se vuelve
en una onda centrífuga imparable porque quieres que todos lo sepan, que todos conozcan
el Amor de Dios.
Dicho esto se comprenderá que ni la rutina, por muy rutinaria
que sea, puede ser igual tras la Resurrección del Redentor porque uno trata de
iluminar la nimiedades más cotidianas de la existencia.
Hoy hemos llegado de Santander a Madrid tras una hora más de
viaje de lo normal, hemos soltado maletas, y las niñas y yo hemos acompañado a
mi mujer al “Mi Casa”, el asilo de las hermanitas de los pobres donde mi mujer
hace acción social con los ancianos. Nos hemos encontrado a un grupo de
seminaristas con flautas, guitarras y sus voces entreteniendo a los viejecitos,
además del habitual matrimonio del Movimiento de Schoenstatt; pues ni corto ni
perezoso he tomado de la mano a María y me he puesto a bailar con ella. Nada
puede ser igual.
Nada es igual. Ni siquiera la Eucaristía de 21:00h en PS,
donde esta noche Damián, Pedro, Miguel, Víctor, Guille y Lalo nos han hablado
de varias de las distintas Pascuas Juveniles Redentoristas; jóvenes de Madrid,
Zaragoza, Valencia, Murcia… y eso sin hablar de las Pascuas de Mérida y Sevilla. Nada es
igual. Lo he visto con gozo y con pena. Con gozo porque algo se mueve cuando se
vive que Cristo Vive, con pena porque en las iglesias de Santander he visto a
pocos, muy pocos jóvenes y me temo que no es precisamente porque estuvieran
misionando o de Pascuas. Santander tierra de misión.
Yo le doy gracias a Dios porque para mi, mañana, la normalidad
será extraordinaria, la rutina, nueva y lo igual totalmente diferente. Y… ¿para ti?
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