El silencio es necesario. Caminar por el propio desierto y
hacerlo en silencio me ayuda a que a cada pequeño paso vayan cayendo como
costras los restos de las heridas. El silencio es necesario, pero sólo cuando
es elocuente; el silencio es necesario cuando el silencio habla.
Revisarse a uno mismo es nada cuando uno se revisa a la luz
de Cristo. No hay claroscuros, no hay resquicio a recovecos. Con esa Luz todo
es visible. Las heridas del pecado van sanando y caen las costras para mostrar
un hombre nuevo.
El silencio. Encerrado en un tubo y bombardeado por ondas.
Como esperan los cadáveres la resurrección. La vida puede ser un continuo tubo
donde permanecer inmóvil; una vida estéril.
El silencio reestructura cuando se comparte. Porque hasta el
silencio puede ser compartido; hasta el silencio debe ser compartido. Así, es
elocuente; así, el silencio habla. Así, el silencio es fértil.
Y del silencio a la palabra. Del silencio propio y el respeto
al ajeno, a la palabra. De la quietud al movimiento. Y contarlo. Y compartirlo.
Lo que no se comparte no es nada; ni existe. Lo que no se comparte es un lastre
que te hace caer a plomo. Y compartiendo, las luces no hacen sombras, sino que muestran multitud de colores.
El silencio te puede hacer tierno. Y hablarlo y compartirlo
hace florecer la ternura. Y salir del tubo. Y hacer del universo un gigantesco
útero generador de vida. No callar. Moverse. Darse hasta el último día. Elegir
caminar con el dalle en la mano… o scalando en Familia con una lucecita.
Estamos para eso. En casa, con tu mujer o tu marido, con tus
hijos si Dios te los ha dado en custodia, allá donde te encuentres. El universo
es inalcanzable si no lo haces tuyo; el universo es oscuro si tú no eliges
iluminarlo.
Silencio a gritos. Ejemplo que habla. Sendero programático tras
los pasos de Cristo, que no es ideología, ni conoce la izquierda lo que hace la
derecha cuando ambas manos se afanan en estrechar otras. Y aquellos que se
empeñan en escorar Sus pasos o modelar su Palabra ni entienden ni fecundan. Engañosos
vocablos tras falsas apariencias.
Y en silencio, y hablando y actuando, scalar a la Pascua
mientras caen las costras. Y llegar desnudo a los pies de la Cruz arropado tan
sólo por tu propia conciencia. Pero no llegar sólo, llegar en Familia,
arrastrando a otros. Y que a todos nos riegue una gota de Luz.
El silencio logra hacer escribir cosas tan estupendas como estas.
ResponderEliminar¡Muchas grascia Angelo!
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