Scalando en Familia...
miércoles, 31 de diciembre de 2014
De inventario...
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
jueves, 25 de diciembre de 2014
¡Feliz Navidad!
“Jesús mío, mi soberano Señor y verdadero Dios: ¿Qué fuerza te ha hecho descender del cielo a una gruta sino la fuerza de tu amor por nosotros?
Tú que habitas el seno
del Padre, tú que reposas en un pesebre.
Tú que reinas más allá
de las estrellas, tú vienes a nacer sobre un poco de paja…
Tú que eres la alegría
del cielo, yo te escucho gemir y llorar.
Dime, oh Jesús mío:
¿Qué fuerza desconocida te ha reducido a tal abajamiento?
Una sola, la fuerza de
tu amor por nosotros.” San Alfonso Mª de Ligorio
Hoy, ante ese Niño pobre que hemos adorado en Familia en la
Misa del Gallo del Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, he entonado mi
acción de gracias. Gracias por mi mujer, por poder ver crecer a mis hijas, por
poder disfrutar de mi madre, de mi Familia; por una año maravilloso y lleno de
Vida; por haber respondido “sí” a cada una de las preguntas que mi querido P.
Pedro López, como Superior Provincial de la CSsR, nos hizo el 18 de julio a los
nuevos Misioneros Laicos del Santísimo Redentor; gracias por haber podido vivir
cómo mi hija mayor, Toya, recibía por primera vez el Cuerpo de Cristo, el nueve
de agosto, de manos de quien es un miembro más de nuestra familia; gracias por
una Comunidad que es nuestra Familia; gracias por tener un trabajo con el que,
además, disfruto.
Adorando al Niño, como si estuviera físicamente con nosotros,
estaba a quien tenemos siempre en el corazón pero no vemos a menudo. Este año
he llevado también a Cris, que pasará su primera Navidad como médico de
guardia, a Xiskya y a Josué, hermanos de iMisión, que pasan su Navidad junto a
los refugiados en Irak que son perseguidos por ser cristianos; Flavia, Antonio
y Carlota con su capacidad de lucha y superación. Alicante, Mérida, Irak… pero
allí estaban, en PS, junto a mí. Y unidos a los que nos han precedido a la
Iglesia del cielo, todos en alabanza.
Yo lo tengo todo, y en el primer mundo. Le he dado gracias, sí, pero también he pedido por quienes no tienen más que tristeza y frío; por
los parados, por las personas sin hogar; por quienes son perseguidos nada más que por creer que un
Niño pobre, frágil, entre pajas y nacido en una gruta es realmente el Redentor;
por todos lo nunca llegaron a nacer. Una locura. He pedido por quienes entregan
su vida por anunciarle. Y por mi familia, y por mi trabajo y para que me enseñe
a llevar un poquito de Luz.
Celebrar el nacimiento de Cristo, en PS, con la comunidad
Redentorista y la comunidad parroquial es hacerlo en Familia. Salir con ese
calorcito interior y celebrarlo con el chocolate caliente que nos ofrece la
comunidad religiosa es celebrar la Navidad en Familia después de una cena en
Familia. Recibir al Redentor en mi corazón y en el corazón de la comunidad, es
asentarse en la Roca para continuar, un año más, scalando en Familia.
Dios ha nacido y es un bebé ¿Cómo no
amarlo? Dios ha nacido ¿Cómo no estar alegre? ¡Contagiemos un poquito de esa
alegría!
¡FELIZ NAVIDAD!
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
martes, 16 de diciembre de 2014
Las Posadas
Hoy comienzan las Posadas, una celebración habitual en muchos
países hispanoamericanos que conmemora el peregrinaje de José y María en busca
de cobijo, a la vista de que el parto se acerca. Me parece una celebración preciosa para prepararnos no
solamente a recibir al Niño, sino para acompañar a María y a José. Una
oportunidad para ser nosotros mismos Posada y para ayudarles a que otros lo
sean también.
Llaman a la puerta interior de cada uno de nosotros para que seamos
refugio seguro y cálido del Redentor. El tiempo avanza y ya va siendo hora de
que preparemos un corazón limpio en el que se sienta seguro y a gusto.
Que le ofrezcamos un lugar confortable implica que en nuestro
entorno también creemos el clima necesario de Amor. En la Familia, en el
trabajo, en nuestra Comunidad. Un corazón preparado para servirle. En mi
parroquia, el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, ya tenemos, como en
tantas otras, la Posada preparada. Hemos recorrido el tiempo que llevamos de
Adviento en acción y oración, y así seguimos: con una alegría que desborda las
manos. Porque, en realidad, no hay alegría sincera si ésta no te empuja a
darte, a ayudar, a anunciar su venida a los demás. Regalar tu tiempo, tus manos y tu sonrisa. Sólo sirviendo con los pies en la tierra, sólo caminando en los problemas reales, anunciaremos la Paz.
¿Cuántas malas caras? ¿Cuánto mirar para otro lado ante las
necesidades ajenas? ¿Cuánta preparación de festejos sin reparar en quien no tiene
ni lecho? ¿Cuánto sonreir sin mirar a los ojos al triste? ¿Cuánto planificar
sin tener en cuenta las carencias de los demás? ¿Cuánta autocomplacencia sin
pararnos a pensar en todos los hermanos perseguidos, asesinados, por ser
cristianos? ¿Cuánto señalar y endurecer la mirada sin vaciarnos del todo para
que el Redentor lo ocupe todo?
¿Nos dejamos llevar por el consumismo? ¿Nos dejamos arrastrar
por los hábitos? ¿Repetimos gestos año tras año llevados por la inercia de la
historia y la costumbre?
¿Creemos realmente que el Redentor nació y viene de nuevo a
nuestra vida y nuestra historia?
Cada vez que juzgamos les cerramos la puerta de la Posada;
cada vez que torcemos la vista a las necesidades de los hermanos les negamos
cobijo; cada vez que bajamos la mirada ante el triste, el enfermo, el humillado, el necesitado o el
angustiado les damos un sonoro portazo. Y no se les puede acompañar sin
oración.
Os animo a que tratéis de hacer el ejercicio diario de
caminar a su lado, meditar sobre su situación, su realidad y sus necesidades. Ensuciándonos los pies con el polvo del mundo; sintiendo el dolor que precede a la Alegría. Veréis cómo a cada paso junto a ellos, tras cada puerta cerrada, sintiendo los
miedos de la Madre y las angustias de José os iréis vaciando un poquito, y
acabaréis con una cuna confortable en vuestro interior.
Porque ellos llaman a nuestra puerta sin salir de casa, en
nuestra mujer o nuestros hijos; tantos parados o desahuciados buscando Posada;
cristianos iraquíes que son unos peregrinos permanentes en busca de Posada;
niños no nacidos cuya vida está en cuestión; madres o padres angustiados a
quienes la situación les hace dudar sobre el futuro del hijo que esperan; niños
explotados, abusados, en cualquier parte del mundo…
Y mañana de nuevo, al salir a la calle, en el metro, al
llegar a la oficina… ese compañero de trabajo con quien no congeniamos; la
parte del trabajo que más pereza nos dé; al hacer la compra… cualquier
circunstancia nos ayudará a ir abriéndoles la puerta.
Una oportunidad más para los rezagados de espabilar, ponerse
a tono, reconciliarse consigo mismo para hacerlo con los demás. Merece la pena. Él pone todo de su parte; poner un poco de la nuestra es el primer paso para
hacerlo por entero. Ser pequeñas luciérnagas que iluminen su camino. Seamos
diminutos puntos de luz que señalen: aquí nacerá el Niño, aquí se asentará la
Luz. ¿Lo hacemos juntos? ¿Vamos con ellos scalando en Familia?
Probadlo los rezagados, los indecisos; los tristes abandonad vuestra tristeza para ocupaos de la de otro. Intentadlo los incrédulos, los hastiados.
Si queréis lo vamos hablando… Quizás acabemos juntos en la Misa del Gallo.
Etiquetas:
Poasadas
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
domingo, 14 de diciembre de 2014
¡Alegraos!
Gaudete. ¡Regocíjense! ¡Regocijaos! ¿No lo notáis? ¿Seguro
que no? Tratad de ir acompañamdo a María y a José, porque Él ya está cerca. Aún estáis
a tiempo los rezagados. Animaos. Sí, levantad el ánimo y la cabeza para poder
mirar a los ojos, y ahí, en esos otros ojos ver y mostrar que está cada vez más
cerca.
Soy un privilegiado, lo reconozco. He tenido la suerte de
vivir el pasado jueves una maravillosa vigilia en PS a la que no solamente
fueron alentados todos los grupos parroquiales, si no cualquier feligrés. El P
Nicanor, mi párroco, nos ayudó a allanar el camino, individual y
comunitariamente. Una parroquia misionera, una Congregación misionera. Por eso
no se limitó a ayudar a la disposición interior de nuestros corazones, si no
que insufló las fuerzas para que saliéramos a ser testigos de Esperanza. Un
privilegiado, porque a cada paso, es mi Parroquia la que está en permanente
estado de misión; y en Familia. Un privilegiado.
El viernes también en PS, una familia misionera del
movimiento de Schoenstatt que en enero próximo irán a vivir a Costa Rica como lo que son, misioneros, nos contó su proceso de discernimiento, su proceso vocacional
familiar. Una bonita manera de conocer de primera mano otras realidades
eclesiales que muestran la felicidad, la alegría del Evangelio. Un matrimonio
alegre, padres de cuatro hijos que transmitían paz. Un privilegiado.
El mismo viernes una especial Eucaristía del grupo de
matrimonios en la Capilla de la Comunidad. Sin palabras las palabras del P
Octavio. En casa, en Familia, entre hermanos. Compartidos el Pan, la Palabra y
la oración. Una gozada. Benedictus como preludio al fuit homo missus a Deo cui nomen erat Ioanes del Evangelio del
domingo de Gaudete. Y el jueves, en la vigilia, me tocó ponerle voz a Juan… Un
privilegiado.
E #iMisión en plena ebullición de proyectos, ilusiones,
iComunión. Proyectos e ilusiones individuales y grupales. #iComunión.
Y mañana más, y a lo largo de la semana más. Pero yo ahora
empiezo a necesitar aumentar mis ratos de silencio. De calma y oración en
silencio. Calma, oración y silencio. Estar rodeado de personas que irradian luz
de tal forma tanto en directo como en la red, a veces le hace sentirse a uno diminuto y frágil.
Saberse diminuto y frágil también es una gracia cuando uno se da cuenta de que Dios
se hizo diminuto y frágil, un bebé indefenso producto de un embarazo digamos
que no planificado…
Impresiona el Amor del Padre para con todos nosotros.
Impresiona su Amor sabiendo por todo lo que habría de pasar. Impresiona la
confianza, la fe, de una chiquilla, de una jovencita, que hizo posible esta
maravillosa historia de salvación. Impresiona la fe silenciosa de José;
impresiona la humildad del padre del Hijo de Dios. Impresiona la fragilidad de
Jesús, la fragilidad de esa minúscula cantidad de Redentor desde su concepción.
Impresiona pensar que si María, al día siguiente de su fiat, se hubiera tomado
la píldora del día después, no habría nada que celebrar.
Impresiona tanto Amor. Me impresiona pensar que ese Amor es
por mí y por mi mujer, y por mis hijas. Impresiona pensar que ese Amor es por
los cristianos perseguidos y por quienes les persiguen; por los mendigos que
duermen a la intemperie; por todos y cada uno de los que sienten que no tienen
nada que celebrar. Me impresiona nuestra propia libertad para seguirle o no, para dar o no Esperanza. ¿Qué hacemos con nuestra libertad?
Yo soy un privilegiado no por lo que tengo, que también, si
no por lo que atesoro: la fe.
¿Eres simplemente un perezoso espiritual? ¡Pues espabila! Ahí
afuera hay mucha gente que te necesita, que necesita que les animes y les
lleves su Esperanza.
¿Eres un consumista compulsivo que basa estos días en comidas
y regalos? Pues párate y recapacita. Piensa un poco, quizás simplemente
necesites darte un respiro, contemplar la fría gruta donde nacerá el Hijo de
Dios… ¿No sabes dónde? ¿Seguro? Date una vuelta por tu ciudad, la noche ya bien
entrada, y fíjate en cualquier soportal, en la boca de alguna parada de metro,
en alguna sucursal de cualquier entidad bancaria; sí, esas cajas de cartón, esas
vidas rotas… Mira a los ojos; trata de mirar a los ojos. ¡Belén no está tan
lejos!
¿Eres tú uno de los que sienten que no hay nada que celebrar?
¿De verdad? Pues hablemos… a ver si acabamos juntos en la Misa del Gallo.
Etiquetas:
Gaudete
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
domingo, 30 de noviembre de 2014
Pajitas para una cuna
Yo no quiero esperar la venida de Cristo. No quiero sentarme
con la confianza quieta de que haga lo que haga Él vendrá. No quiero hacerlo
porque de esa manera encontrará, una vez más, una fría gruta donde nacer. No,
este Adviento yo quiero salir al encuentro de Cristo. Salir a su encuentro
anunciando a los demás que el Redentor está de camino.
Quiero prepararle un cobijo confortable, cálido, humilde y
tierno donde acogerle. Quiero ir tejiendo una cuna de pajas para que se
acurruque cómodo en mi corazón, en mi Familia, en mi comunidad. Anunciarle para
que quienes no le conocen, o aquellos que no esperan más que luces y paquetes
al pie de un abeto, sepan que la verdadera Luz está de camino.
Esta idea de tejerle una cuna de pajas nos la han dado las
carmelitas descalzas del Monasterio de la Encarnación, en Ávila. No había mejor
manera de celebrar las vísperas del Adviento que yendo a visitarlas, pasar un
rato entre esas santas mujeres justo la víspera del comienzo del Año de la Vida
Consagrada. Una de las hermanas animó a mis hijas a que fueran guardando cada
día una pajita para formar la cuna del Señor. Con cada gesto bueno, con cada
sonrisa ante una situación incómoda, con cada acto de Amor, con cada sacrificio
por los hermanos acumularemos una humilde pajita. Les prometimos acumular al
menos una al día por cada miembro de la familia, y otra más por la propia
Familia; porque si prepararemos cada uno de nuestros corazones para acoger al
Niño, también habremos de preparar la Familia a cuyo seno queremos que venga.
Una hermosísima manera de ser #ConspiradoresdeAdviento
Tocar la campana del torno, entrar en el locutorio, y ver los
rostros siempre sonrientes de esas hijas de Santa Teresa de Jesús (la santa
predilecta de San Alfonso Mª de Ligorio) en la que fue su casa, es verse
iluminado por una luz cegadora, porque cada una de ellas refleja con nitidez espléndida
la Luz de Cristo. Mujeres alegres, plenamente al tanto del mundo; orantes
silenciosas que sostienen la Iglesia. Nosotros nos cruzamos con una familia que
había ido también a visitarlas; una familia cualquiera, por muy famoso que sea
el padre. La familia de una joven postulante que acaba de engrosar las nutridas
filas del Carmelo.
Al tanto del mundo y nuestro recuerdo en sus oraciones. Para
María es parte de su vida. Son muchísimas las horas que ha pasado allí
visitando a su tía Pili, la Madre Magdalena de Jesús, fallecida con fama de
santidad no hace aún tres años. Un lujo. Un remanso de Felicidad, de Paz, de Fe
y de Amor. Una especie de nave nodriza de espiritualidad con naturalidad y sin
fingimientos. La austeridad extrema engalana de calor, color y Amor sus
inmensos corazones.
Volvimos a Madrid cuatro corazones inflamados y serenos
cargados de regalos: dos Niños Jesús para mis hijas, un calendario de Adviento,
tres ejemplares de la Carta sobre la Madre Magdalena de Jesús, la imborrable
imagen de esos rostros luminosos tras la clausura y una inusitada recarga
espiritual. Y un encargo para mí: hablar en el blog de la vida de la Madre
Magdalena. Llegará. Agradecidos.
Empujado por sus oraciones quiero salir al encuentro de
Cristo, anunciar la venida del Redentor; no ser un mero alabardero de María y
José camino de Belén, sino llevar una al menos pequeña antorcha que ilumine los
corazones a otros para que quieran también salir a su encuentro y prepararle cobijo;
anunciarle a quienes no le conocen, a quienes no saben Quién viene. Con gozo,
calma y oración. ¡Juntemos pajitas para su cuna!
Disfrutar ese rato del sábado en el Monasterio de la
Encarnación ha sido la mejor preparación posible para comenzar el Adviento scalando en Familia camino de Belén.
¡¡¡Animaos todos, dejaos contagiar
por la alegría del Niño que está de camino, preparaos, salid a su encuentro y
contadlo!!!
Etiquetas:
adviento
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
viernes, 28 de noviembre de 2014
Maratón solidario redentorista
Nada como no ceder al cansancio para correr a abrazar el
Adviento y poder ir, con calma, scalando en Familia camino de la gruta de Belén.
El viernes 28 se inicia una especie de maratón solidario en
muchas parroquias Redentoristas de España. Estas cosas extrañas de la fe que, con alegría, empuja a la solidaridad. La fe, la alegría de la fe que lleva a
darse. El motivo de lo que vamos a vivir los días 28, 29 y 30 de noviembre no
es otro que recaudar fondos para un proyecto de Asociación para la Solidaridad,
la ONGd Redentorista: el equipamiento de un laboratorio de análisis clínicos en
Mbanza-Ngungu, en la República Democrática del Congo.
EL viernes arranca con el Concierto que dirigen e interpretan
los jóvenes del Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid. Ese mismo día
iniciamos en PS el rastrillo que durará todo el fin de semana. El sábado 28
quince kilómetros de marcha solidaria entre las Parroquias Redentoristas de San Gerardo, Perpetuo Socorro
y Santísimo Redentor, en Madrid, y que concluirá en ésta última parroquia con
el Concierto de las Velas. El domingo, en PS, además del rastrillo, los laicos
redentoristas organizamos la “Tapa solidaria”; habrá rifas, juegos, mercadillo
y muchas, muchas ganas de ofrecer manos: en gerundio.
¿Agotador? ¿Dónde está el cansancio cuando nos sostienen la
fe y la oración? ¿Cansancio? No, ilusión; caminando de la mano del Santa María
del Perpetuo Socorro.
Y nosotros cuatro, el sábado, haremos un alto en el maratón
para acercarnos al Monasterio de la Encarnación donde nos esperan las
carmelitas en el último día de visita antes del Adviento.
Esto en Madrid, pero también en Sevilla, Mérida, Vigo,
Granada… montones de gente anónima, silenciosa, incansable y
entregada ante la que uno no puede sino sentirse simplemente diminuto.
Y en PS nos esperan vísperas, oración, vida en comunidad,
comunidad misionera, evangelización en gerundio, vida en salida al hermano. Nada
es espontáneo, es consecuencia de la fe transmitida de una manera alegre,
campechana, profunda, esperanzadora y optimista. Sin dedos que señalen, con brazos
que acogen. Ancianas que sostienen parroquias con su callada oración diaria;
niños que crecen firmes familiarizándose con la Palabra y la oración mientras comienzan a andar; jóvenes fuertes, ejemplo de fe, valor y entrega. Que no, que no es por
que sí. Comunidades presididas por el Santísimo, la Perpe y un San Alfonso que
sin duda habrá de sentirse satisfecho. Porque en casa, en estas casas de puertas abiertas, quien
mantiene la fe, quien muestra la alegría de la Redención, quien transmite la
esperanza, son los Misioneros Redentoristas.
Por supuesto que cosas así se viven en muchos, muchísimos
otros lugares del mundo ¡gracias a Dios! pero, qué queréis que os diga: esta es
mi familia.
Mientras, por otro lado, se van cuajando planes con los
hermanos de iMisión, y la vorágine del fin de semana que comienza no impide que
sigamos “maquinando” ofertas para el 2015 en todos los frentes, la música del
día a día suena mejor porque es compartida.
El domingo, tras tanto trajín, abrazaremos el Adviento, la
calma, e iremos scalando en Familia, con José y María, camino de la gruta de
Belén. Pero aún queda; mientras tanto nos acercamos al Adviento en Familia.
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
sábado, 22 de noviembre de 2014
Defender la Vida
A ver, que yo he estado allí, desde la glorieta de Ruiz
Jiménez (San Bernardo de toda la vida) y, la verdad, eso de millón y medio… pues va a ser que
no. Estábamos los que estábamos, aunque sean muchos más los que defiendan la
vida, que eso se hace con la actitud diaria y en gerundio.
Lo de manipular las cifras es algo que no entiendo; manipular
es algo que no entiendo. Allá cada cual.
Fuimos los cuatro, en familia. Y los participantes éramos personas de lo más variopinto tanto en su condición como en su estética. Esto
es lo que más me ha gustado, éramos tan variopintos que quedaba claro que la
manifestación por la Vida no ha sido nada ideológico ni confesional. Habría
mucho católico, pude reconocer a un montón de religiosos y laicos. Pero
estábamos a título personal y particular.
Defender la Vida no debe ser una cuestión ideológica, ni si
quiera confesional. Por eso estaba yo allí, como un gesto patente de que
defiendo la Vida desde la concepción. ¿Qué es defender la Vida hoy en día? Creo
que algo periférico; esa es la realidad. Son las ideologías egocentristas que
endiosan la voluntad egoísta y caprichosa del hombre las que hacen calar en el inconsciente
social la tibieza ante la defensa del no nacido. Incluso he escuchado a algún
cura lo carca y repetitivo que resulta defender al no nacido (algo que,
sinceramente, me escandaliza y duele).
La defensa del no nacido, considerada como algo residual, es
colocarnos a quienes la defendemos en la periferia de las periferias, andando
sobre el filo de la navaja de lo socialmente defendible. Porque si son
indefensos quienes viven en las periferias de las realidades humanas mucho más
lo son los débiles, hijos de aquellos indefensos, que ni siquiera han llegado a nacer. A éstos, en esas situaciones límite ¿quién los defiende? ¿qué oportunidades tienen?
Pero no se puede ser hipócrita, o nos vomitará. Defender la
Vida no simplemente es estar en contra del aborto o a favor de la defensa del
nasciturus. Defender la Vida es defender a las gestantes (que son ya madres),
apoyar a las mujeres que abortan. Defender la Vida es apoyar a los padres que
quieren tener a sus hijos pero a quienes las madres no les piden opinión porque
carecen de voz. Defender la Vida es defender a quienes se la juegan saltando
una valla en busca de un futuro mejor. Defender la Vida es acompañar a los
parados, a los sin techo, a los desahuciados. Defender la Vida es estar al lado
del pobre, del que carece de esperanza. Defender la Vida es jugarse la propia
por atender a enfermos, ancianos, huérfanos. Defender la Vida es defender los
derechos de quienes carecen de ellos. Defender la Vida es acompañar a los
moribundos ayudándoles a una muerte verdaderamente digna. Defender la Vida es alegrársela
al triste. Defender la Vida es ocuparse de los encarcelados, de los parias, de
los drogadictos, de las prostitutas. Defender la Vida es acompañar a quienes están marginados o
señalados por la sociedad por su condición o circunstancias. Defender la Vida
es luchar por los maltratados. Defender la Vida es dar de comer al hambriento,
dar de beber al sediento, enseñar al que no sabe, dar posada al peregrino… pero
para tener hambre, sed, ignorar o necesitar posada hay que llegar a nacer.
Defender la Vida no es cuestión de bienpensantes de buen tono, limpios y
perfumados; defender la Vida supone abandonar el balcón de nuestra propia
existencia y lanzarse al fango. Eso es para mí, objetivamente, defender la
Vida.
Pero ésta no es solamente la que vivimos aquí, que estamos de
paso. Por eso, para mí, defender la Vida, lo es también y por encima de todo,
mostrar a Cristo a quienes no le conocen. Llevar la Esperanza a quienes no la
tienen porque simplemente nunca oyeron hablar de Él. Pero para tener necesidad
de esa Esperanza y de su Palabra, hay que llegar a nacer.
Por eso yo hoy, junto a mi mujer y a mis hijas, estuve en la
marcha por la Vida. Scalando en Familia.
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
jueves, 6 de noviembre de 2014
Mártires de Cuenca
Hoy celebramos la festividad de los Beatos Mártires
Redentoristas de Cuenca (http://www.redentoristas.org/redentoristas/santos-y-beatos/martires-de-cuenca)
y
yo acabo de vivir una hermosísima celebración en la Capilla de la Coronación
del Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, ante sus reliquias y en el lugar
donde reposan sus restos.
La Eucaristía ha estado presidida por un misionero
redentorista boliviano, el Cardenal Julio Terrazas Sandoval CSsR. El misionero
ha estado acompañado por otros misioneros redentoristas más, la comunidad de PS
con Pedro López CSsR (el P. Provincial), sacerdotes todos salvo Carlos A. Galán
CSsR, quien creo que inicia un año que le llevará al diaconado. La feligresía
formada por jóvenes y mayores y entre ellos quien escribe, un misionero laico
del Santísimo Redentor. El coro de jóvenes con el P Damián Mª Montes CsSR, sensacional. Vamos, lo que se dice una Eucaristía en Familia.
Eso ha sido exactamente la sensación, la profunda sensación
de pertenencia a una Familia. La Iglesia celebra a los mártires españoles del
siglo XX y, entre ellos, a los mártires redentoristas de Cuenca. Una Familia
dentro de la Familia universal de la Iglesia. Y todo en casa, en PS. Participar
leyendo las numerosas preces por intercesión de todos y cada uno de los santos
y beatos redentoristas… en fin, qué puedo decir… que ya tocaré de nuevo el
suelo en algún momento…
La homilía ha sido extraordinaria. Una homilía con acento
misionero desde su inicio: “la Palabra no
es sólo para ser predicada, sino para ser puesta en práctica”. Mártires,
personas como cualquiera de nosotros pero que “hicieron suya la Pasión de Cristo llenando su
existencia”, “testigos de su Vida y Resurrección”. No son un recuerdo del
pasado, son presencia viva, imagen viva de que la santidad, también por la vía
del martirio, es posible. Como nos ha recordado el Cardenal, los actuales son
tiempos de una brutal persecución a la Iglesia y los cristianos.
La persecución en muchos puntos del planeta es un hecho
incontestable. Como incontestable es el hecho de que la persecución alimenta
continuamente mártires con nombres y apellidos y mártires anónimos. Javier,
Ciriaco, Miguel, Julián, Victoriano y Pedro, hombres que son una gracia para la
Iglesia y un regalo para la Congregación. Ante mí tenía a otros redentoristas,
mayores y jóvenes, que continuando el ejemplo de San Alfonso regalan su vida
anunciando la sobreabundante Redención. Los seis de hoy son reconocidos de
manera oficial, pero yo pensaba en cuantos han entregado de manera anónima sus
vidas, cuántos han alcanzado la corona del martirio de incógnito, cuántos
avanzan a diario hacia ella con los hechos patentes y también por las palabras de ingratos,
indiferentes y, en el peor de los casos reales, justicieros parapetados frente a la bondad
sin límites de muchos de éstos hombres anónimos. "Sin miedo a mancharse las manos con los alejados", como hoy mismo ha dicho el Papa en Santa Marta.
Procesión en familia hasta el lugar donde descansan los
mártires, y allí besamos su reliquias. Todo con la solemnidad, normalidad y
alegría que son todo un signo de nuestras celebraciones.
Acabar besando el anillo del Cardenal Terrazas ha supuesto
para mí la doble alegría de besar el anillo a un hermano y a un auténtico
hombre de Dios.
Un día magnífico por el que dar gracias a Dios por sus
mártires, por éstos mártires y por vivir scalando en ésta Familia.
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
viernes, 31 de octubre de 2014
Once años
Once años ya de aquel 31 de octubre
de 2003. Y el Señor continúa bendiciéndonos cada día. Un matrimonio normal,
como tantos. Una vida normal, como la de tantos. Risas, felicidad, hijos,
guijarros en el camino, tropezones sobre piedras desaparecidas, obstáculos, bodas,
camino, paro, estudio, manos tendidas, tiempo, ordenaciones, encuentros, prontos,
entrega, muertes, compromiso, abrazos, nacimientos, lágrimas, despedidas, proyectos,
perseverancia: Vida, Amor. Lo habitual, como en cualquier matrimonio.
En María, está el Señor. Tras cada
carcajada, tras cada lágrima, está el Señor. A nuestros pies tras cada
resbalón, está el Señor. En cada mano tendida y en nuestro tiempo, está el
Señor. La casa sobre Roca y bajo la mirada de Dios. En cada hijo está el Señor:
en Toya, en Paula y en los que nos esperan en el cielo.
Scalando en Familia con el Señor. La
nuestra es una familia más. Recuerdo como si fuera para hoy mismo la ilusión de
cada preparativo para la ceremonia, la elección de las lecturas, la redacción
de las preces. Porque fue para hoy mismo, y para mañana, y para el día
siguiente… Cada conversación con Borja, el P Borja Hernando (especialmente una
paseando por el Cerro de los Ángeles), cada una de las palabras. La elección de
la música…, ese Ave, mundi Spes con
María recorriendo el pasillo central de la iglesia hacia el altar. Todo.
Descalzos sobre un camino de rosas,
con sus espinas y el barro sobre el suelo. Y el barro a veces tiene
piedrecitas, y en ocasiones está fresco, otras enfangado por exceso de lluvia o
completamente seco por el sol. Esa es la única realidad, que hay rosas, espinas
y barro; que lo recorremos juntos; que cada mañana nos visita el sol que nace
de lo alto para guiar nuestros pasos.
Es así como vamos, scalando en
Familia, bajo su mirada, de la mano de la Perpe y con San Alfonso. Hemos
aprendido a descalzarnos. Así enseñamos a caminar a nuestras hijas. Y a tender
manos a su modo; manos para dar, para acoger y para aceptar. Descalzos a través
un tiempo que no es nuestro; quizás por eso, porque no es nuestro, tratamos de
multiplicarlo. Yo no sé si acierto, pero lo intento. El ejemplo son las letras
que guarda la memoria sin estar en los libros. Lo intentamos. Esfuerzo y tesón.
Y la permanente sonrisa de su madre, y el permanente optimismo de su madre, y
la singular fortaleza de su madre. Y una Comunidad, una Familia, que es un
tesoro. Once años y Dios a cada esquina, apuntalando, en tanta gente. Y, desde
el silencio, me sigo sintiendo acompañado.
Mirar a los problemas por encima del
hombro, no con displicencia, sino porque por encima del hombro de los problemas
veremos a Dios; tengo la opinión de que una gran satisfacción del diablo debe
ser la frustración y el vacío que se generan cuando un problema no te permite
ver a Dios. No es el problema quien te lo impide, es la falta de perspectiva
propia. Como la borrachera de felicidad también te puede llevar a la
autocomplacencia, olvidándote de mirar a lo Alto y agradecer.
Once años. Hoy miro hacia atrás y doy
gracias; hacia adelante y doy gracias; a mi lado, y doy gracias. Doy gracias
por el día a día. Doy gracias porque hace once años nos comprometimos a que éste
sería un matrimonio de tres, porque sin el Señor no lo sería. Y descalzos
aprendemos que el matrimonio es un sacramento peculiar que se conforma, crece y
transforma día a día y en virtud del Amor. A cada paso se avanza por este
camino de santidad que no podemos recorrer solos, que no recorremos solos.
Un instante eterno puede cambiar la
vida y por él, por aquel 15 de agosto, once años llenos de fechas: 2 de marzo,
27 de febrero, 6 de marzo, 19 de mayo, 21 de noviembre, 18 de julio, 9 de
agosto… y sumando fechas…
Once años y una familia. Once años y scalando
en Familia. Once años y MLSR. Once años y ocho manos tendidas. Once años en
gerundio, compartiendo.
Once años pronunciando cada noche, a
pesar de algunos días, dos simples palabras: te quiero.
Once años y, sin darnos cuenta, se
nos ha llenado la Vida de gente, de historias, de rostros y de nombres que han
entrado para quedarse.
Once años y…: sí, quiero.
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
sábado, 25 de octubre de 2014
D. Carlos Osoro
Esto es imparable. Se sirve de Francisco o se sirve de
Carlos, cada vez de más. Imparable. Pareciera que el Señor se haya decidido a
enviar su Espíritu con fuerza y contundencia arrebatadoras, la contundencia y la fuerza del
Amor y la misericordia, en medio del mundo. Del mundo real, no del idílico.
Imparable revolución del Espíritu, llamémosla de Francisco que es su “abanderado”
e impulsor primero, pero del Espíritu.
La homilía de D. Carlos Osoro hoy, en su toma de posesión
como Arzobispo de Madrid es la entrada imparable del aire fresco y
misericordioso del Amor en la diócesis de Madrid. Inicia su ministerio
episcopal en la Iglesia madrileña con un vendaval suave que limpia, ilumina y
empuja. Amor, el mandamiento del Amor, misericordia, puertas abiertas, acogida,
misión, realidades eclesiales, Emaús, envío, anuncio, panes y peces,
cambio, transformaciones, encuentro, opresión, excluidos, abandonados, mente abierta,
proyectos, diálogo… Cristo, la Buena Noticia, la alegría del Evangelio.
No voy a repetir la homilía. Cuando deje de levitar y vuelva
a tocar el suelo la leeré, releeré… es toda una joya. Del inicio, recordando al
obispo emérito de Madrid Mons. Iniesta a quien visitó en su residencia de
Albacete… (sí supo irse…), hasta el Amén final. No sólo no se ha olvidado de
nadie sino que ya se ha mostrado como un padre que acoge a todos en una casa en
la que cabemos todos. Por si no habéis tenido la oportunidad de escucharle os
dejo un link para que la podáis leer: http://www.revistaecclesia.com/carlos-osoro-arzobispo-de-madrid-homilia-en-la-misa-de-su-toma-de-posesion
Es la toma de posesión de D. Carlos, es la toma de posesión
del Espíritu, es la toma de posesión de la Esperanza… “… pasar de una pastoral de mera
conservación a una pastoral decididamente misionera”.
Hoy me he sentido inmensamente orgulloso de mi Arzobispo, mi
paisano D Carlos Osoro Sierra, como me sentí orgulloso viendo a mi queridísimo
amigo @PerezMaura leyendo la Primera Lectura, incluso orgulloso recordando a
Casa San Alfonso al oírle hablar de Emaús… Un orgullo sano.
Lo dicho, que esto es imparable. Por eso TODOS somos
necesarios. Un día grande por el que dar GRACIAS al Señor.
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
domingo, 19 de octubre de 2014
Mi Iglesia
No paro de leer últimamente comentarios que me producen una
sincera y profunda tristeza. Artículos, blogs, sites de información religiosa
que parecen escritos por rígidos miembros de un Sanedrín que se atrinchera en supuestas seguridades humanas, que no divinas.
Evidencias de una patente falta de confianza en el Espíritu, en Aquel que guía a la
Iglesia, en la Iglesia y sus pastores. Muchas de esas opiniones reflejan una
nula fidelidad al Papa. Pero expresan una ensoberbecida y supuesta verdad con
minúsculas porque las cosas siempre se han hecho de una determinada manera,
porque la ley –como hubo una ley que prohibía curar en sábado- impone ciertas
normas o conductas.
Si todo se ha de hacer como siempre se ha hecho, andaríamos a
cuatro patas y las Cuevas de Altamira serían unos codiciados apartamentos de
lujo.
Esos “perfectos” me producen tristeza. Tristeza por ellos
mismos y tristeza por la tristeza que generan a su alrededor.
Yo quiero a mi Iglesia, con sus defectos también, aunque haya
que corregirlos. Y tiene muchísimos, aunque solamente sea por los que tengo yo, que soy parte de ella. Me encanta la pluralidad que se puede vivir en su seno
dentro de la unidad. Así como me apasiona el gregoriano, la música negra y los
distintos coros de mi parroquia, me maravilla que haya gente que tenga una real
experiencia de Cristo en latín, bajo una celebración mozárabe, a ritmo de
Gospel o frente a las maravillosas y coloristas estolas misioneras. Me
entusiasma que un cura tenga la absoluta libertad de vestir vaqueros o
alzacuellos sin verse coaccionado en ningún sentido, como hay sensacionales
religiosos con hábito y sin él, como también y de manera bochornosa se han
cometido atrocidades tras los muros de impolutos alzacuellos o la cercanía de
una imagen secular. Todo lo que ayude a que uno mismo tenga esa real
experiencia de Cristo es una gracia. Pero si esa experiencia de Cristo es real
no puede sino llevarnos a volver la mirada a los más necesitados de auxilios, a
transformar nuestra mirada en la mirada de Cristo, y esa es una mirada de
misericordia, entrega y donación. Si algo no es la mirada de Cristo es la de un
permanente inquisidor; si a alguien se encaminan sus pies es a los más
desfavorecidos y abandonados. Aquello que simplemente nos lleve a la
autosatisfacción, a mirarnos como los únicos correctos, a contemplar con displicencia
al hermano es mero humo, cuando además nos lleva a la condena no es más que el
atrezzo de algo peor.
Pero la Iglesia continúa adelante. La Iglesia, en gerundio,
en movimiento, avanza acogedora acompañando a los correctos, sanando a los
heridos y en busca de los despreciados. La Iglesia se afana en ser madre de la
familia, de los ancianos, de los moribundos, de los descartados. Mi Iglesia se
encuentra en salida en los misioneros de tierra de misión y de Occidente, hacia los que tienen y hacia los que carecen de lo más necesario ante la mirada impávida
del “mundo”. Mi Iglesia sale a los caminos a por invitados a la boda, mata el
carnero para el hijo pródigo, perdona y abraza a Magdalena. Mi Iglesia se
desvive por buscar el amparo de quien lo necesita y lo necesitan los
divorciados, los homosexuales, los no nacidos, los ancianos que estorban, los
moribundos a causa del hambre o la enfermedad.
Lo que me sorprende con tristeza es la gente que se fija más
en la letra de la ley que en las vías de solución; me sorprende con tristeza
quienes están permanentemente en busca del fallo para estirar como un resorte
su rígido dedo, señalando. Pero mi Iglesia les acoge a ellos como me acoge a mí.
Mi Iglesia es una casa de puertas abiertas.
Como ha dicho hoy SS, Dios no tiene miedo a las novedades,
por tanto, no hemos de tenerlo nosotros tampoco.
Releo las tentaciones señaladas por el Papa al concluir el
Sínodo extraordinario de los obispos sobre la familia y me recuerda tanto a San
Alfonso… Francisco me recuerda tanto a Alfonso que cada día me gusta más. Pero
esto no es una cuestión de gustos personales es más, y al estilo de Alfonso,
cuestión de una sencilla fidelidad… Por eso, con Pedro y bajo Pedro, ahí vamos,
scalando en Familia.
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
miércoles, 8 de octubre de 2014
La esperanza es el hombre
El punto de mira, el color del cristal con que se mira,
aquello que vemos… Uno, a veces, puede dejarse apabullar por una realidad poco o
nada edificante o, por el contrario, ver la espiguita que lucha hacia el sol en
un lodazal, indicándonos que el sol que nace de lo alto continúa visitándonos
cada mañana y que la vida se afana en perpetuarse.
Lo que tiene esto de la aldea global es que ya no podemos excusarnos
en la ignorancia. Sabemos que hay gente que muere de hambre en África a diario;
sabemos que es un continente azotado por guerras interminables y periódicas;
sabemos que la pobreza y la desnutrición campan a sus anchas; sabemos que la
enfermedad siembra de cadáveres nuestro vecino continente; sabemos que el “Scramble
for Africa” fue una repartición de intereses que ha dejado paso a que el
desinterés se adueñe de Occidente tras la descolonización; sabemos que los más
pobres sufren la miseria real y cruel cayendo a diario como moscas y entre
moscas; sabemos de niños soldados, de fundamentalismos, de ablaciones… Sabemos,
y… ¿qué?
Ahora parece que surge un brote de pánico por una enferma de ébola contagiada en
Madrid. No hago más que oír hablar de pandemias, catástrofes, petición de
dimisiones, miedo… Cientos de personas se manifiestan ante el domicilio de la
enferma para que no se sacrifique a su perro y apenas doscientas acudieron al
funeral del último religioso fallecido en Madrid. No sé yo cuántos de los que
se manifiestan por la mascota lo harían por defender la vida de los no nacidos,
por mejorar la vida de los refugiados, de los inmigrantes en nuestro propio
país. En fin. Es el miedo endémico y se llama ébola.
Mucho de este miedo tiene el semblante del egoísmo, del
ombligocentrismo, del yo, mí, me, conmigo. Miedo por si me toca a mí o a los
míos. ¿Cuántos se preocupan por la mejoría de la enferma? El mundo, el ruido mundano,
el espíritu mundano. Un mundo de tinieblas.
Todo lo anterior, siendo cierto, no es más que una parte. La
otra muestra una realidad que, siendo la misma, tiene un sustento bien
distinto. Muestra, en el mundo, las manos de Dios, el Amor de Dios, el calor de
Dios, la sonrisa de Dios. Un mundo de Luz.
Una auxiliar de enfermería que se presta voluntaria para atender
a un religioso español enfermo de ébola; misioneros repartidos por todo el
continente Africano siendo presencia de Dios en la vida de aquellas gentes, de
aquellos hermanos; sacerdotes, religiosas, religiosos, laicos dando tiempo, y
vida por la vida de los más necesitados; médicos, sanitarios, voluntarios que, incluso
aunque no lo sepan, son praxis viva del Evangelio; guardias civiles organizando
algo tan simple como equipos de futbol con los acogidos al otro lado de una
valla, al otro lado de unas concertinas teñidas de rojo.
Hoy es África de lo que más se habla, pero en muchos puntos
del planeta donde haya un necesitado también hay alguien dispuesto a ayudar.
Héroes anónimos, misioneros anónimos tras cada Congregación o Instituto
Religioso misionero, tras cada cooperante de organizaciones como la Fundación
Cione Ruta de la Luz, tras cada misionero religioso o laico, cada voluntario de la ONGd
Redentorista Asociación para la
Solidaridad (www.asolidaridad.org).
Sin dudarlo prefiero la segunda realidad de un mismo mundo. La de
la alegría del Evangelio, la de los héroes anónimos, allí y aquí. Porque el cambio
solamente se dará si comienza aquí, en el todo poderoso Occidente; sólo se dará
si comienza en cada uno de nosotros.
Y Dios sigue llamando. No sé con qué te quedarás tú, pero yo claramente me quedo con la Luz frente a la oscuridad del egoísmo o
del mirar hacia otro lado. Me quedo con la alegría y la esperanza en cada ser
humano que sepa mirar al otro como a un hermano. Mientas haya un cristiano que
lo sea de verdad, que sea capaz de llevar la Luz de Cristo, habrá esperanza. Mientras,
frente a quien se queje por repatriar a un misionero español enfermo de ébola, se
alce la mano de una enfermera voluntaria para atenderle, habrá esperanza.
Mientras haya alguien que se plantee romper las estructuras que perpetúan las
injusticias, habrá esperanza. Mientras alguien continúe defendiendo la Verdad,
habrá esperanza. Mientras exista un bebé concebido, habrá esperanza. Mientras
nos visite cada mañana el sol que nace de lo alto, habrá esperanza.
No creo en el concepto calvinista de natura corrupta. La esperanza es el propio hombre, aunque pueda ser un lobo para su propia especie. Sacerdotes,
profetas y reyes, sí, pero no de figurín. Todos tendremos algo que dar, algo
que hacer, algo que cambiar mientras tengamos vida.
Y dicho esto, yo ¿qué hago…?
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
martes, 30 de septiembre de 2014
San Jerónimo
Me gusta San Jerónimo, me cae simpático. Aunque realmente, lo que se dice simpático, no sé yo… Mucho más allá de su traducción de la Biblia (aunque eso ya bastaría), de su obra, lo que realmente me atrae de éste santo es su carácter. No porque ser directo sea atrayente; no porque ser sarcástico sea atrayente; no porque la energía de ánimo en sí misma sea atrayente… más bien por todo lo contrario. Todo un carácter abrazado también a la ternura.
Me atrae porque la acidez dialéctica, la pasión, los prontos, la imaginación, incluso la ira, son características que comparte con un individuo al que voy aprendiendo a coger incluso cariño con los años, y con el que me encuentro cada mañana frente al espejo en el cuarto de baño.
Ya, que sí, que es lo único que comparto con el santo, pero eso no deja de ser un motivo de esperanza. ¡Un enorme saco de pecados puede llegar a ser santo! Eso ya lo sabemos, pero tener identificados en un mismo ejemplar un buen número de mis mayores defectos… aumenta la esperanza.
Un carácter que me lleva, casi cada vez que escucho lo de ir a trabajar a la viña, a responder con un sonoro, rotundo, enérgico y malhumorado “no quiero”, aunque luego vaya. Porque acabo yendo, aunque la mayor parte de las veces no sepa ni cómo; ahí me veo, aunque la mayor parte de las veces no sepa ni para qué.
Quizás sea un buen ejercicio para cada uno de nosotros, identificar no solamente nuestros más llamativos puntos de mejora, sino los pecados que sólo le confesamos a Él en la reconciliación y ver qué santos han compartido nuestras mismas debilidades. Porque de todo ha habido, pero como todos han Amado, así los reconocemos, como santos. De todo, desde el Buen Ladrón a San Andrés Wounters de Heynoor, cura borracho y mujeriego del siglo XVI que sufrió martirio a manos calvinistas repitiendo su famosa frase: “Fornicador siempre fui, pero hereje, nunca”. De todo.
Cuando nos licuemos tanto como para creer que nuestras debilidades nos van a vencer; cuando nuestras debilidades nos vencen, no es mala cosa echar mano del ejemplo de esos santos que cayeron como nosotros; de esos santos que se superaron a sí mismos; de esos santos que hicieron de su Vida un ejemplo de camino ascendente.
Fijémonos también en ellos y encomendémonos, porque siguen repartiendo Vida. De modo que ánimo, amor a Dios y perseverancia que, como enseña San Alfonso, son las dos gracias más necesarias para la salvación. Eso sí, sin olvidar que el amor a Dios no es tal sin el amor a quien tenemos al lado o al que está lejos; al hermano.
Yo hoy doy gracias por el lado más humano de San Jerónimo que, aunque no sea el más erudito, sin duda es el más divino. Doy gracias porque lo intento, y porque no lo hago sólo, lo hago en comunidad y unido en la oración a los que están distantes. Scalando en Familia.
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
martes, 23 de septiembre de 2014
El clamor de la conciencia
“Quien cierra los oídos al clamor del necesitado no será
escuchado cuando grite”. (Provervios 21, 13)
Con la frase de arriba acaba la Primera Lectura propuesta
para hoy, 23 de septiembre de 2014. “Practicar
el derecho y la justicia Dios lo prefiere a los sacrificios” es otra perla
de esta inquietante lectura. Digo inquietante porque me hace cuestionarme a mí
mismo. Ese clamor del necesitado siempre ha resonado en mi cabeza; incluso en
la época en que era mi nombre de fondo la música que oía, ahí estaba siempre la
preocupación por el necesitado. Y cuando es tu nombre la música de fondo, al
final acabas por dejarla sonar y, con las notas va todo el resto. Uno no es ni
mejor ni peor por ello. Quizás pueda serlo por la respuesta que cada uno de a
ese clamor, y la respuesta no puede ser más que la justicia y el derecho, que,
en este caso, es algo así como la praxis del Amor de Dios.
No cerrando los oídos, abres los ojos y extiendes las manos.
Al menos lo intentas. La tragedia propia y ajena está en no intentarlo.
El clamor del necesitado. Y necesitado es nuestro hermano más
cercano; el necesitado puede estar en nuestro propio hogar, en nuestra casa y
familia. Necesitado es el desamparado, quien se encuentra en una situación
límite sea cual sea, el incomprendido. Necesitado es el anciano desmemoriado y
el niño desvalido. Necesitado es el padre que no puede alimentar a sus hijos,
la madre que no puede alimentar a sus hijos, los hijos que pasan necesidad. Necesitado
es el marido incomprendido, la mujer maltratada, el hijo ninguneado. Necesitado
es el enfermo a la intemperie en el Tercer Mundo y el misionero que le abraza. Necesitadas
son las prostitutas y necesitadas las Oblatas que les muestran las manos de
Dios. Necesitados son los novios apaleados en una calle de Madrid porque los
dos son del mismo género. Necesitados son los niños soldados y quienes mueren
con el cuello rebanado en mitad del desierto. Necesitado es el parado y
necesitado lo es el empresario que arriesga y pierde hacienda y empresa por
crear puestos de trabajo. Necesitados son el preso, la víctima y el juez. Necesitado es el emigrante agarrado a una valla y necesitado es el Guardia Civil. Necesitado es el “sin techo” de nuestro propio barrio
y necesitado el voluntario que hace lo que puede por ayudar. Necesitado es un ser humano en una patera y necesitado es el soldado en una misión humanitaria. Necesitado es el
indigente, el voluntario de Caritas y, muchas veces, quien se acerca a donar
una bolsa con ropa o comida. Necesitado es el desahuciado, el niño que no
entiende por qué tiene hambre, la madre que vela insomne las angustias.
Necesitado es el amigo que nos pide comprensión con la mirada o con el
silencio. Necesitada es la madre anciana que en la distancia caldea la estufa
de los recuerdos para no caer en el frío de la soledad. Necesitadas son mis
hijas o mi mujer ahogando mis miedos. Necesitado soy yo temblando por no saber
cómo, acompañado de mí sombra por la calle, tendiendo torpemente unas manos
vacías o con el corazón acelerado ante el Sagrario.
La necesidad se puede graduar, pero no se juzga. La necesidad
se puede priorizar, pero no acallar. La necesidad se escucha, se identifica y
se combate.
Aprovecharse de la necesidad ajena es lo más indigno que un
ser humano pueda hacer conscientemente. Aprovecharse de los inocentes
necesitados, es una indignidad escandalosa. Y se aprovecha de la inocencia
ajena quien promete aplacar el clamor de los más débiles para encumbrarse y,
una vez en la cima, cierra sus oídos al clamor del necesitado; después de
todo, esos más débiles abortados no meten ruido. Los muertos no hablan. Pero claman a través de quienes no callamos.
Necesitados son aquellos que, queriéndolos, no pueden tener
hijos. Necesitadas son las madres que abortan, los padres de los bebés
abortados a los que no se les pide ni opinión; necesitados son los bebés a los
que no se les brinda la oportunidad de nacer.
Hoy, 23 de septiembre de 2014, el Gobierno se ha carcajeado,
una vez más, de sus votantes. Hoy, el ministro de Justicia de ese Gobierno - se
esté o no de acuerdo con él- ha tenido una demostración de dignidad y
coherencia acorde a su conciencia inusual en nuestro espectro político. Ensalzo
la actitud de Alberto Ruiz-Gallardón. Que el Gobierno se ría o no de aquellos
que le votaron me preocupa poco o nada ahora. Lo que es una lamentable realidad
es que los necesitados no serán escuchados en sus gritos. Quien no escucha el clamor de su propia conciencia no puede escuchar a nadie, servir a nadie, vivir por nadie salvo sí mismo. Y sí, hoy, hablo de los
niños no nacidos, de esos necesitados.
“Quien cierra los oídos al clamor del necesitado no será
escuchado cuando grite”. (Provervios 21, 13)
Apasionado de mi mujer y mis hijas, cautivado por San Alfonso Mª de Ligorio. Misionero Laico del Santísimo Redentor
Suscribirse a:
Entradas (Atom)