Domingo, día del DOMUND y
Eucaristía de 12:00h en mi parroquia, en PS. Caras nuevas, nuevos niños, nuevos
padres; más familias. Amigos que van sumando.
Dos sacerdotes celebrando y
unos cuantos monaguillos en el presbiterio. El coro, formado por padres y algún
niño, estupendo. La homilía animosa y participativa, como casi todas las del P. Damián que lanzó una pregunta: ¿Conocéis
a algún misionero?
La verdad es que yo pensé
que plantear esa pregunta en una parroquia Redentorista era casi una obviedad
redundante; me lo pareció así por no pensar como un niño o por no pensar para niños. El
caso es que alguna mano se levantó y el P. Damián le pidió a una niña, que hacía las
veces de monaguillo, que respondiera. “Tú”, dijo ella dirigiéndose explícitamente a su interlocutor. La respuesta obvia,
porque Damián es un misionero Redentorista.
Y el padre de la niña
respiró tranquilo… Pero Damián volvió a preguntar: “¿Alguien más? ¿Conocéis a
algún misionero más?”. Pues esa niña que es un tanto inquieta, alzó de nuevo la
mano, y el oficiante volvió a pedirle que respondiera. “Mi padre”, contestó resuelta; y
se quedó tan tranquila y tan satisfecha de su respuesta. Mientras se escuchaban implacables esas dos sencillas palabras, su padre, que soy yo, iba pasando por todas las tonalidades
posibles del color rojo, a pesar de la maestría y gran generosidad de corazón del P Damián al
enfocar tan inesperada respuesta.
Por un instante pensé coger
el diccionario de la RAE
y tener una charla con mi hija para, a partir de la definición, explicarle con
detenimiento lo que realmente es un misionero, en qué consiste realmente ser un misionero. Pero recordé el comentario que hizo un día
otro misionero Redentorista que ya no está en Madrid: mi hija Toya había
recortado de un calendario bastante grande la imagen del Icono de Nuestra
Señora del Perpetuo Socorro, y decidió pegarla con celo de manera que la imagen
mirara hacia el patio, y no al interior de la habitación “porque así la pueden
ver todos los vecinos”. Pues bien, recuerdo cómo a aquel misionero Redentorista
le salió de dentro decir “esa es una pedazo de niña misionera”. Recordé esto ayer, como lo
hice hace un par de semanas, cuando una vecina me dijo que agradeciera a mis
hijas el regalo de la Virgen
porque viendo esa imagen desde su cocina cada mañana se acordaba de rezarla.
Ocasiones hay, como esta, en las que es mejor callar, de modo que he decidido
simplemente no decirle nada, no explicar nada y, mientras voy scalando en Familia, tratar de
ser, aunque sea torpemente, misionero en mi vida diaria.
Recuerdo lo que me dijo una monja misionera esta semana pasada: Los padres tenemos la hermosa "MISION" de hacer un mundo mejor a través de la educación de nuestros hijos. Somos misioneros. Y veo con alegría que en tu casa se cumple. Os encomiendo.
ResponderEliminar¡Gracias Esther! En ello estamos...
EliminarPues si todos somos misioneros.
ResponderEliminarYo creo que los mejores ejemplos de misión están en la familia.
Que bella experiencia.
Gracias por compartir. DTB!!