He tenido la suerte de formar parte durante unos días de la
Comunidad Redentorista de Casa San Alfonso, en Astorga, formada para la Acogida
Cristiana a los peregrinos del Camino de Santiago por sacerdotes, religiosos y
laicos, de diferentes nacionalidades.
Salí de Madrid con una ilusión enorme pero con una duda aún
mayor ¿Qué podía aportar yo de utilidad a ese proyecto? Es decir, ¿qué podía aportar
yo de utilidad a los peregrinos?
Llegué en medio de la Oración que se desarrolla en varios
idiomas. Dejé mi coche en la puerta de la casa y entré en la iglesia del
Perpetuo Socorro (eso ya es como entrar en casa). Me senté al fondo y, la
verdad, ni escuché. Simplemente me puse a los pies del Señor: aquí me tienes,
mi tiempo, mis manos y lo que de mi haya utilizable y de provecho para esto. No
podía hacer más; no tenía más. Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y San
Alfonso presiden el templo, así que, un poco como el santo, me propuse que las
24h de cada día estuvieran dedicadas a los peregrinos. Para eso estaba allí.
Uno se pone en marcha y, sin embargo, el primer acogido fui
yo. Por la Comunidad y, en concreto, por un joven estudiante Redentorista que
con rapidez me fue explicando lo necesario para comenzar a "trabajar" al día
siguiente, a servir. Y como ese “día siguiente” era la fiesta de San Alfonso Mª de
Ligorio, la Comunidad Redentorista local nos invitó a compartir comida. Ahí
estaba yo, en Familia y como en casa. Hablando de algunos de los Padres que
fueron parte del paisaje natural de mi infancia, Elejalde, Ribela, Colinas… y
escuchando a ancianos cuya vida ha estado entregada al anuncio constante de la
Buena Noticia, de la Sobreabundante Redención, por distintos puntos del
planeta. Miraba, escuchaba, observaba y, a la vez que participaba de la
conversación, me sentía todo un privilegiado. A la tarde visita al convento de
clausura de las Madres Redentoristas, en fin… otro regalo.
No voy a hablar, aunque quizás fuera lo suyo, del día a día
con los peregrinos, porque aunque anónimos, es algo que pertenece a su historia
personal e individual. Solamente un par de apuntes: la intensidad de lo
compartido con un Franciscano cuya casa está muy cerca de Marianela, la Casa
Natal de San Alfonso, y las palabras de agradecimiento de una peregrina joven anoche
quien, al acabar la Oración, se mostró agradecida por el auxilio recibido para
recuperar el sentido del Camino y de la Vida. Necesitada de auxilio, justo para
lo que San Alfonso fundó la Congregación del Santísimo Redentor… me vino el
Génesis a la cabeza: “…y vio Dios que era
bueno”.
En cada una de las noches, en mi oración estaban mi mujer y
mis hijas, la persona por la que mi familia y yo un día comenzamos a scalar en
Familia y que peregrinará a otro destino, un amigo enfermo que se pensaba
ausente y, ayer, el padre de otro que llegó a su destino final poco antes de
comenzar la oración.
Llevar la Oración en español, inglés y francés, convivir en
Comunidad, aprender de los peregrinos, la intensidad de mi oración personal. No
puedo dejar de darle gracias a Dios por estos días. Distintos colores, razas,
orígenes personales, idiomas, edades, inquietudes… y una misma fe que cada
noche nos reunía en familia.
Los peregrinos cuentan ya en Astorga con un “nuevo” lugar
donde encontrar auxilio espiritual, donde descansar el corazón de los pasos del
Camino, donde recobrar el sentido real y redescubrir que Cristo, el Resucitado,
va a nuestro lado a cada paso y en Él está la Redención: Casa San Alfonso.
Qué bonita experiencia compartida! Muchas gracias!
ResponderEliminar¡De las que enganchan!
EliminarQué bonita experiencia compartida! Muchas gracias!
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