Llevo unos días realmente intensos; no me refiero a ajetreados ni estresantes, simplemente intensos. Como siempre a los pies de la Cruz , en brazos de María y tratando de estar disponible; nada más.
Para alguien como yo, impulsivo, pasional, no es una novedad. Como no son novedad estos días en sí mismos, porque se repiten año tras año. Sin embargo, me he dado cuenta de que el hombre que se ofrece para lo que se necesite, que se pone a los pies de la Cruz y se dejar arropar por María año tras año, durante la Novena a Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro, siendo el mismo, aquel en quien el Señor pensó desde el principio de los tiempos, no es exactamente mismo. Cada año es algo nuevo, y espero que cada año un poquito mejor. La ilusión es renovada de igual forma que la fe y la esperanza. Como mucho son iguales los fallos, y hasta eso me alegra, porque como en una ocasión me dijo el sacerdote que viene acompañándome desde hace tres años, un mes y siete días, en esto de los pecados es mejor no innovar.
La ilusión de aquellos que participan en la preparación, que se ofrecen para que todo tenga ese aire familiar, normal y festivo tan Redentorista es también nueva cada edición. Siempre he considerado a esto como el lado humano, y ayer me dí cuenta de que por ser el lado humano es inmensamente divino. En la sacristía revoloteaba el Espíritu. Un aire fresco a pesar del calorazo. Es una maravilla ver cómo la Comunidad de religiosos implica y atrae a todos, a través de cada uno de los grupos parroquiales, a hacerse presente en los actos litúrgicos, a participar, para que entre todos el Pueblo de Dios vibre por y para María.
Ayer yo me sentí feliz viendo a Pili en el ambón, a Joaquín, a Inma, a Antonio que incluso “entonó”. Feliz viendo las caras del presbiterio, feliz escuchando al P. Arsenio Díez CSsR en su homilía. Son muchos más a los que no nombro, porque la lista sería interminable. Y le sentí interior intimo meo, tal cual, como le sentí superior summo meo. Cada persona es diferente: unos más abiertos que otros; unos se elevan directamente en el hermano y otros a menudo necesitamos mirar a lo Alto para bajar a la tierra; algunos disfrutamos del gregoriano y se nos pone también la carne de gallina con Manuela Hens y el coro de jóvenes, otros con Bach, otros con Matt Maher o a ritmo de rap; hay quienes no pueden pasar sin un rosario y los hay que oran con el canto repetitivo y cadencioso. Igual que unos son altos, o bajos, o morenos, o delgados; y luego estoy yo que me llevo la palma y soy gordo, bajito, miope y con una alopecia que avanza a velocidad de crucero. Los hay que pluralizan con el masculino y el femenino y quienes, como yo, utilizamos el masculino plural como neutro; de modo que… dense tod@s por incluid@s, que la RAE es clarita, y yo, la verdad, lo de los jóvenes y las jóvenas… pues, como que no me va.
Pero… ¿qué más dará todo eso? ¿Qué más dará? Lo importante, lo realmente importante, lo único importante es que ahí estaban todos, sonrientes, disfrutando y ofreciéndose por María y para todos. Los grupos que intervinieron ayer fueron Crecimiento en la fe y los Laicos Redentoristas, y el día estaba dedicado a “María Misionera”. María Misionera… y frente a mí, unos cuantos misioneros, religiosos y laicos. Y yo los miraba feliz, con envidia y con admiración… María Misionera… El Espíritu que revoloteaba por la sacristía se hizo presente. Los miraba y les sentía míos; los miraba y me sentía tan, tan pequeñito.
El P Arsenio se muestra incapaz de dejar indiferente a nadie, incapaz de que las ovejas se adormezcan, incapaz de que hasta las más pequeñas no capten su atención; pues lean bien, y tras el posible susto, verán lo capaz que es. Para muestra, y a modo de anécdota –casi como homenaje a él, que se muestra tan aficionado a ellas- un detallito del domingo pasado. La Eucaristía no era precisamente la de las familias, es decir, la dedicada con mayor atención a los niños. Sin embargo, hubo al menos una niña que aún no ha hecho la Primera Comunión que, caminando de regreso a su casa con su hermana y sus padres, fue comentando la homilía “entera”, ergo Arsenio fue capaz de captar la atención incluso de una niña pequeña; no sólo eso, le llegó al corazón, le abrió los ojos, y le resultó en cierto sentido liberadora. Cierto es que hay niños que tienen una especial sensibilidad, para escuchar, captar e incluso discernir con quién les gustaría hablar de aquello que escuchan, captan y aprenden a meditar, sin saber siquiera que así se llama lo que hacen. Pero es igualmente cierto que el vehículo de la Palabra es fundamental. El caso es que yo, como padre, estaba orgullosísimo.
Hoy, 26 de junio, se impondrán las medallas a los nuevos miembros de la Pontificia Archicofradía de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y de San Alfonso, y la ofrenda floral a la Virgen inundará el templo de olor a Amor y Misericordia: este año nos invitan a todos a que, en lugar de flores, llevemos alimentos no perecederos para ser ese socorro de María por sus hijos. ¡Animáos!
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