Hoy tengo una cita especial a las nueve de la noche en @parroquiaps; sin planes, simplemente la cita. Nada preconcebido. Lo que surja ante Él, que es con quien tengo la cita; cita compartida con quien acuda. Adoración, #oracióndelosjueves, oración en comunidad, llamémoslo como queramos. Da igual el nombre
Cristo, Jesús, Dios, Hijo de Dios, Hijo de María. Tal cual, no “fundamentalmente como lo que fue: un profeta” según algunos quieren circunscribirle, sino como lo que realmente Es, Quien realmente es. Un hombre, Hijo de una mujer, la Virgen María. Un hombre, Hijo de Dios. Dios. La tercera Persona de la Trinidad. El hombre que murió por mí, por TODOS. Si se hubiera quedado en la persona del profeta habría sido un bellísimo acto heroico, con un transfondo alentadoramente profético como manual de autoayuda y comportamiento comunitario, generador de una especie de Karma de buenrollismo universal. Pero no, es que resucitó. RESUCITÓ. Nos regaló de Redención. Todo aquello es inseparable a que nos regaló la Eternidad ; y francamente, entre lo uno y lo otro lo fundamental es la Eternidad regalada. Eso sí, como es inseparable, todo lo anterior se eleva y transforma en el Camino que hemos de andar y cómo hemos de andarlo. Es al andarlo tras sus pasos como acercaremos el Reino a la tierra, a los hermanos; es al andarlo como nos toparemos de nuevo con Él en los hermanos. Ya veis, yo siempre con mi visión tan particular de todo.
Estaré ante Cristo realmente presente en ese trocito de Pan. Sin más. Hoy no quiero ir de entrada con algo o alguien en el corazón para ponerlo ante Él, porque en muchas ocasiones he salido con los esquemas rotos, porque me he quedado en blanco simplemente mirándole. Y así, en blanco, se han dado otras conversaciones que no estaban ni previstas ni planificadas.
Ante Cristo. Hablándole con ese Trato familiar aprendido de San Alfonso Mª de Ligorio. Unas veces desde el silencio del corazón y otras con el corazón en la palabra. Haciendo mía la oración de la comunidad, haciendo mías las oraciones, peticiones o agradecimientos de quienes allí estamos.
Un jueves más que no es un jueves más por ser el suyo, el Corpus. Hoy acudiré a PS ante Él. En una comunidad concreta, en un lugar concreto. Ahí me tendrá, para Él, en esa comunidad y en ese lugar. Y de ahí adonde sea. Porque enviar a “la periferia de la existencia” está muy en sintonía con el calificativo “espirituales” en “necesitados de auxilios”.
Le llevaré hoy mi presencia con toda su carga existencial. Me sabré amado.
Es para el próximo domingo, día en el que en mi parroquia permanecerá expuesto, cuando he reservado una hora en la que sí que pretendo un “cara a cara”, por decirlo de algún modo. En PS nos iremos turnando para que en ningún momento esté sólo. Además llevaré a mis niñas, la familia junta; con toda la normalidad del mundo, a que le vean con la mayor naturalidad y se vayan acostumbrando a hablarle con la más franca familiaridad. Como acostumbramos. El domingo llevaré personas, rostros, nombres, anhelos, llantos frustrados, incomprensiones, arrinconamientos, risas compartidas, meteduras de pata, intentos de aciertos, abrazos, desencuentros, incomprensiones, preguntas, la soledad de una anciana, la esperanza de unos padres. Él acoge los gozos y enjuga el llanto.
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