Esta mañana he podido disfrutar de tiempo más que suficiente para ir, sin prisas, a PS bien temprano y, móvil en mano, rezar allí Laudes, en la Capilla de la Coronación (qué bonita es la vidriera del ábside representando la Coronación de Nuestra Señora de Velázquez). Combinado eso con los besos de despedida matutina en casa de mi mujer y mis hijas… no hay mejor manera de comenzar la jornada.
Al ir caminando hacia el Santuario leí el tuit diario de @parroquiaps, en esta ocasión con una frase de San Alfonso que sustancialmente nos invita a presentar al Señor los problemas ajenos, los del prójimo, olvidándonos de los nuestros. Lo cierto es que, en mi caso, hay prójimos que son propios, por lo que sus problemas nunca me son ajenos, y algunos van presentes a diario (estando en mi corazón no pueden sino caminar siempre conmigo); últimamente le doy muchísimo la lata mirándome el ombligo, así que me dije: Enrique, por hoy te abstienes de ti mismo. Dicho esto así pudiera parecer que me costó algo, pero como esos prójimos son tan, pero tan próximos, simplemente resulta algo natural.
Salí contento del templo y me monté en el coche sin demasiadas prisas, porque aún quedaba bastante para la reunión que tenía cerrada desde ayer. Por resumir: casi una hora de espera, excusas y justificaciones para resultar en un tremendo plantón. Será por la recomendación de San Alfonso, será por cómo había empezado mi día pero, pedí por aquel con quien había quedado mientras, por fin, me dirigía a la oficina, porque quizás habría tenido algún problema. Este hecho tan simplón me ha afianzado más en la certeza de que cuanto más humana es nuestra propia mirada sobre los demás –lejanos o allegados- más comprensiva es nuestra consideración hacia ellos (sus problemas, lo que vemos, lo que cuentan, lo que callan y lo que sabemos a pesar de los silencios), más caritativa y más misericordiosa; cuanto más humana es nuestra mirada a nosotros mismos, idem. En el fondo, cuanto más humana es la mirada del hombre más se acerca a la mirada de Dios. Por eso mismo, uno no puede conformarse libremente según la voluntad del Padre si no lo hace desde un corazón plenamente humano; plena y descarnadamente humano como Cristo ya Resucitado, Dios Vivo, verdadero hombre y verdadero Dios.
El tuit de @parroquiaps, el Salmo que nos ofrece la Liturgia para hoy “Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha”… …en fin, pidamos por los afligidos; especialmente por los afligidos que ya ni piden porque les han abandonado las fuerzas y han abandonado la esperanza. Pidamos por ellos, estemos a su lado y contémosles la Buena Noticia aunque convoquen el Sanedrín contra nosotros; porque la Buena Noticia como la condensa hoy San Juan es para no callarla, para contarla sin parar. Es tan para contarla que el propio Juan varía el estilo que ha venido usando, abandona la conversación para dar paso al relato, a la lección. Difícil decir más en tan pocas líneas; lo dice TODO. “…Dios no mandó su hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él”. “…todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz…”. “…el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios”.
En ese empeño vamos, scalando a la luz.
En ese empeño vamos, scalando a la luz.
Y eso fue precisamente, lo que yo hice cuando me sentí afligida:invocar al Señor y ¡Claro! que escuchó.
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