Con motivo de la Jornada Mundial de Oración por las vocaciones, este fin de semana, empezando desde hoy viernes 19 a las 20:30h y hasta el domingo 21 a las 13h, se desarrollará una larga Adoración Eucarística en el Seminario de Madrid (calle San Buenaventura 9). Cada uno se puede unir cuando quiera y mi mujer y yo iremos al acabar la reunión de hoy en PS del Grupo de Matrimonios.
Distintos grupos parroquiales, de laicos y de muy diferentes familias religiosas se irán encargando de la oración. Yo recibí la invitación y no me lo pensé dos veces: iré.
Rezar por el aumento de vocaciones santas no es ya sólo una cuestión de coherencia, es casi de egoísmo. Que haya laicos, casados o no, que, como yo, sintamos la imparable necesidad vital de “algo más” –no me voy a meter ahora en más honduras porque daría para mucho-, que nos devanemos en su búsqueda y seamos plenamente felices auto desvaneciéndonos ante ese “algo más”; que esa necesidad, que ese “algo más” sea una cuestión sobre todo ajena y no propia, que ese “algo más” sea un todo en el que y por el que ir scalando en Familia, creo que es hoy en día urgente y necesario: no por la culminación de objetivos personales ni promocionales –vanitas vanitatis-, no por el afán de figurar ni adquirir un cierto marchamo ni, mucho menos, por una obsesión enfermiza de clericalizar la vida seglar. Más bien por una manera expresa de conformar la Iglesia. Sin embargo, lo que es primordial, lo que es realmente fundamental es la llamada y la respuesta a esa llamada a la vida religiosa, misionera o sacerdotal.
Mi oración no va a ir dirigida hacia la llamada, pediré por la respuesta. El Señor llama, y el individuo, no siempre haciendo uso de un libre albedrío verdaderamente libre, responde de una u otra forma. Soy consciente de lo que quiero decir. La desorientación, el miedo, la desubicación vividas en real soledad, sin nadie a quién contárselo, sin nadie adecuado con quién hablar y a quien abrir el corazón de dentro hacia fuera, pueden no llevar más que a la frustración, el desconcierto o la desesperación. En esa tarea de facilitar el camino a los llamados estamos todos, debemos estar todos. No me refiero en absoluto a inmiscuirnos en la vida o el corazón de nadie, sino a generar en nuestro entorno, en la sociedad, un clima de normalidad absoluta hacia lo extraordinario. En el ambiente propicio el joven – o el no tan joven- podrá experimentar con igual intensidad los miedos y el desconcierto, pero nunca el desamparo. Sabemos que la sociedad ultramaterialista, individualista y pansexualizada no ayuda. Pues ayudemos nosotros, uno a uno. Siempre con la oración y, desde ella, con la vida, los gestos concretos y las palabras concretas: la vida con la normalidad; el gesto de la sonrisa o un simple abrazo en el momento adecuado; las palabras, a ser posible sin usarlas y, de hacerlo, simplemente sugiriendo la luz en el espejo, las palabras dejémoslas a la persona adecuada, como mucho mostremos, sin hacerlo, quién puede ser. Contemplación y acción. Que la profundidad se viva también en lo sencillo y humilde. Pero que cada llamado encuentre al acompañante espiritual adecuado y, en él, el Amor de Cristo.
El cambio de clima puede empezar en nosotros, sin fariseísmos. En nosotros, los padres, cuando un hijo en lugar de hablarnos de su vocación nos manifieste su decisión madurada y correctamente acompañada. En el apoyo de los amigos, aunque simplemente sea un apoyo a la felicidad encontrada. El cambio colectivo empieza por un cambio en el propio individuo.
De algo de lo que me siento realmente satisfecho es de que mi mujer y yo vemos crecer a nuestras hijas en un entorno alegre, sano, normal y libre; con la extraordinaria libertad generada por la fe y el conocimiento, esto es, le fe vivida en plenitud y correctamente formada. Vivida bajo el carisma de San Alfonso, con sencillez y alegría, con la desbordante naturalidad y alegría Redentoristas. Pero no todos tienen la misma suerte.
Os animo a pedir por quienes se sienten llamados, por quienes ni saben que están siendo llamados, por quienes ni saben qué les ocurre. Para que encuentren a su lado a la persona que les ayude a discernir, madurar y responder libremente; para que cada alma buena llamada por el Señor encuentre siempre la mano amorosa de María y su Perpetuo Socorro.
¡Qué preciosidad! ¡¡Familias!! ¡Todos a rezar para tener sacerdotes, religiosas y religiosos santos! (aunque sea por egoísmo, jeje)
ResponderEliminarMuchas gracias Abrahám ¡que no paramos de no encontrarnos!!!
EliminarHola, te escribo de Mexico, bueno es la segunda vez que comento en tu blog, te felicito a ti y a tu esposa de todo corazon, por ese amor por esa fidelidad a Dios, a nuestra Iglesia, por tener una familia encaminada a el amor fraternal con Dios, que hermoso!!! que Dios Nuestro Senor, el Todo Poderoso y la Santisima Virgen les conserven siempre, siempre ese fervor y esa Fe.
ResponderEliminarMe uno en oraciones por la vocaciones y cuanta razon tienes, pues yo siento el llamadao aunque no tan joven ya, pero no es facil comentarlo con otras personas, pues no entienden, hace poco tuve una discusion con una amiga, quien me decia que debia disfrutar la vida y no dejarme llevar por los atavismos religiosos, pues cree que debo disfrutar la vida de acuerdo a los "canones" de la sociedad. En fin no te aburro con esto, ya estuvieron en oracion, les pido que oren por mi, mi nombre es Veronica pues estoy por ir a Misiones, me gustaria tanto ser misionera y les por que Dios me de sus bendiciones para servirle.
Yo orare por ustedes y me gusta orar por el mundo, por los que no creen, para que se conviertan y vean las maravillas de Dios.
Gracias por tus blogs, te admiro por esa espiritualidad tan fuerte que tienes
Dios bendiga a toda tu familia.
Veronica
Muchísimas gracias Verónica por tus palabras. No es mucho lo que yo te pueda decir, simplemente que quien seguro mejor te podrá ayudar a discernir será alguna religiosa, religioso o sacerdote. Ojalá tu "canon" sea siempre el Evangelio.
EliminarUn abrazo y mu oración