Un ejemplo de claridad, humanidad y sencillez tan profundo fue la homilía del Papa Francisco en la misa de inicio de su pontificado, que me ha dejado desarmando. Yo, que tengo una tendencia natural al barroquismo dialéctico, descubro la profundidad en la sencillez del lenguaje que, además muestra con claridad la profundidad en algo tan básico y connatural al hombre como la bondad, la ternura. Porque todos, hombres y mujeres, somos capaces de expresar con igual intensidad la ternura que nace de un corazón bueno. Expresar esa realidad y reivindicar la propia ternura sin tapujos, sin pudores, sin enmascarar es ejemplarizante. La universalización de la ternura que es en realidad ajena a géneros y que, lejos de debilitarnos nos engrandece como seres humanos, porque es algo así como reconocer en nosotros mismos un leve reflejo de la ternura que Dios siente hacia nosotros.
Una homilía de una sensatez tan clara y tan natural que desarma mis propias estructuras mentales. Que sí Enrique, que hay cosas que simplemente hay que decir tal cual, sin tapujos. Es más, mejor que decirlo es mostrarlo, dejar que aflore en nuestras vidas lo que es: cualidad de tierno.
Menuda responsabilidad y gozo la que nos cuenta como si tal cosa, como lo normal (quizás porque ser conscientes de ello debería ser lo normal): sed custodios de los dones de Dios. Responsabilidad sobre el entorno, sobre la creación misma, sobre la familia y sus miembros, sobre los amigos. Custodiar cuidando de nosotros mismos, vigilando nuestro corazón y nuestros sentimientos. Ahí es nada. Sin circunloquios. Pues yo tengo que entonar un mea culpa público, porque no me salen precisamente buenos sentimientos hacia esos Herodes –que yo veo como representantes de la fuerzas del averno- tramen planes de muerte obvios o simplemente traten de desfigurar el rostro del hombre frutos del odio, la envidia o la soberbia. No me salen, quizás porque siempre tengo tendencia a sentirme en la piel de la víctima. Ejemplos tenemos, sin llamarse Herodes o sin llevar tridente, en nuestra propia cotidianeidad, como también tenemos ejemplos de Ángeles de la Guarda en el rostro y las manos de tantos hermanos.
Y la esperanza como cristianos. Cristo como centro, Cristo en nuestra vida. Jesús, todo con Jesús, como el entonces Cardenal Bergoglio les decía en otra homilía a una masa imponente de niños, todo lo podemos con Jesús (en una Eucaristía multitudinaria de niños, del estilo de las que yo mismo he vivido de niño en colegios o polideportivos en Santander; del estilo de las que viven mis hijas en su colegio en Madrid. Lástima que quien vive sólo pendiente de los gestos, por y para los gestos, que quien vive permanentemente pendiente de quién lleva piedras en la mano para lanzar sólo se fije en los pinochos y la coreografía. Nuevos tipos de censores inmisericordes).
Lo esencial, fundamental y profundo. Lo de siempre expresado de otro modo y con otro estilo. En torno a las lecturas de la festividad de San José, esposo de la Virgen María. Imagen y ejemplo del modelo de familia que, como cardenal, defendió sin miedos ni medias palabras nuestro querido y admirado Papa Francisco. Lo de siempre; porque el Mensaje, la Buena Noticia es la que es, el Evangelio es el que es, por mucho que haya quien quiera reescribirlo.
Cristo en el centro; de nuestro corazón a nuestro entorno, familia, amigos, prójimo... Y de ahí, como fuerza expansiva, la Buena Noticia de la sobreabundante Redención para TODOS. Ya, ya lo sé, lo de siempre, pero con la repercusión del Sucesor de Pedro y retransmitido en directo a todo el mundo y, ante él, multitud de mandatarios. Lo de siempre, ya lo sé, pero a mí me ha gustado tanto, tanto el canto a la bondad y la ternura en boca de SS que casi me parece nuevo, aunque escuche la bondad y la ternura de domingo a domingo. Un Papa tierno.
quiera Dios que se nos contagie esa ternura y humildad de Francisco a muchos en todo el mundo!
ResponderEliminar¡Ojalá!!!
EliminarEntre "tirar piedras" y mostrar la ternura que llevamos dentro, muchas veces optamos por lo primero, a lo mejor movidos por la inseguridad y las heridas... El Papa Francisco ha optado con toda naturalidad por lo segundo, mostrando un rostro fresco y diferente de la Iglesia... Su sencillés y humanidad nos "desarman" como usted dice y yo agrego nos "desenmascara" esas fachadas rígidas, fuertes, que ocultan la gran ternura de Dios. Gracias por su blog.
ResponderEliminarP. Manuel Cruz Meza, CSsR
¡Gracias a usted, Padre!!!
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