“… los más necesitados de auxilios espirituales…”. Éstas sencillas palabras del Supplex Libellus que, en 1748, San Alfonso María de Ligorio elevó a S.S. Benedicto XIV solicitando la aprobación de la Congregación del Santísimo Redentor, constituyen el núcleo que acabó por cautivarme. Cierto es que, cuando el Señor mueve los hilos, vaya si sabe lo que hace. El día en que puso ante mí a uno de los hijos de Alfonso, cuando yo era realmente un pobre hombre necesitado de auxilios, descubrí plenamente el sentido de la benignidad pastoral tan característica de los Redentoristas. Tiene este hombre, siendo él mismo, algo de Alfonso, algo de Gerardo, algo de Clemente y todo, fundamentalmente, de un gran y humilde pastor; aunque no es de Capadocia sino de Granada y su blanco caballo sea el carisma que encarna, creo que cambió la espada en mano por esa fe robusta tan de su Congregación que le lleva a blandir la Buena Noticia de una manera especial. Parte de la grandeza común es que, compartiendo la esencia fundamental del carisma propio, cada uno sobresale –quieran o no- por sus propios dones, lo que enriquece el conjunto tanto propio como de quienes les queremos y caminamos a su lado.
Rendido por la benignidad que comento, me prestó un libro gracias al cual, antes de comenzarlo, me sorprendí con esas palabras que yo aún no sabía que procedían del Supplex Libellus. Sé que hay quien ve quizás una extrema velocidad en lo que llevo scalado, con fe, ayuda, amor, constancia y cabezonería, y mi pecado puede que esté en lo poco que me preocupa, la verdad. Continúan impresionándome: “…los más necesitados de auxilios espirituales…”. Alfonso y sus compañeros los identificaron en un lugar y tiempo concretos, Clemente en otros, como Juan Nepomuceno en Estados Unidos, y cada uno de ellos esté donde esté. Atendiendo a quienes acudimos a ellos tanto como yendo a buscarles. Misioneros de tomo y lomo. Unos con trabajos más visibles, otros con trabajos más callados; todos incansables.
Pues estos días, en Madrid, nos vamos preparando para comenzar unas celebraciones especiales: los 150 años de la llegada a España de los Redentoristas. No voy a hacer aquí un relato de cómo, quiénes y cuándo llegaron exactamente. Yo hoy simplemente celebro que llevan en España 150 años anunciando la sobreabundante Redención; que se quedaron; que les conocí; que me enamoré primero yo, luego mi mujer y nosotros cuatros vamos juntos scalando en Familia; que hoy, bajo el Pontificado de Benedicto XVI, siguen resplandeciendo las palabras que aquel gran defensor del Papa que fue San Alfonso Mª de Ligorio dirigiera a Benedicto XIV; que hoy, los hijos del Patrono de confesores y moralistas son unos extraordinarios acompañantes en el caminar a la Vida; que yo estoy a su lado con María y nuestras niñas crecen en la fe alegres y seguras.
Uno no puede sino sentirse además de feliz, orgulloso. De ellos, de mi parroquia, de todos los laicos que ofrecen tiempo, talentos y dones. Orgulloso tanto de los trabajos callados y silenciosos, como de los agotadores esfuerzos del Provincial porque todo sea un éxito para todos. Orgulloso de las manos que se ofrecen.
Hoy, en la Oración de los jueves ante el Santísimo en @parroquiaps, daré gracias al Señor por esta familia de la Iglesia , porque llegaron y se quedaron llevando la Buena Noticia ; por un 19 de mayo. Y en silencio le daré las gracias por lo que alberga mi corazón y el de mi pequeña familia, porque el silencio habla cuando las palabras no pueden.
Desde aquí os pido que recéis estos días por los Redentoristas, por quienes de una u otra forma formamos parte de esa Familia, pero sobre todo por los sacerdotes y religiosos de la Congregación. Y os animo a que nos acompañéis el próximo domingo 24, a través de la segunda cadena de RTVE, durante la Eucaristía que tendrá lugar a las 10:30h en el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, y celebréis con nosotros que la Congregación del Santísimo Redentor lleva ya 150 años en España anunciando la sobreabundante Redención y propagando la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
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