Aunque hoy es ya nueve de enero he seguido felicitando el año
a gente querida, muy querida ¡después de todo no les veía desde el año pasado!
La verdad es que ha sido un gustazo, desde el jefe del clan a RoboCop; desde
los abrazos a los más mayores hasta el del benjamín de la familia; y los
adláteres como yo de todas las edades. Un gustazo, todo un gustazo sentirse en
casa, la verdad. Y entre tanto abrazo apretado y uno flojito (por si acaso),
una niña se me acerca corriendo y pega un salto para cogerla en brazos; era
Toya, mi hija mayor, que salía de su primera catequesis del año y, tras ella,
María, que también salía de dar su primera catequesis del año. Sí, en PS, en
familia; comenzar el año scalando en Familia de la mejor manera.
Entre varios hemos recogido digamos que los adornos navideños
de parte de la casa. A bastante velocidad, porque había que dejarlo todo listo
para un concierto. Claro que las “figuritas” de las que hablo son como niños de
siete años, y cogerlas en brazos para llevarlas al desván subiendo y bajando
innumerables escaleras, la verdad, cansa. Que uno ya no es un chaval, pero
habría sido capaz de seguir transportando de ese modo a todo un ejército de
esas “figuritas”; feliz. Qué tontería ¿verdad? Soy así de simple, porque soy
simplemente feliz con las cosas más sencillas, normales y corrientes. Y entre
las cosas más sencillas, normales y corrientes está el Señor, entre los abrazos
iniciales, las risas, las bromas y el sudor. Las figuritas, enrollar alfombras,
quitar colgaduras, retirar plantas (y yo, que soy como soy, a Alfonso aunque me
dijeron que le dejara tres, pues le dejé cinco, que para eso es él).
Un trabajo intergeneracional, como en cada casa, como en cada
familia. Y todos sonrientes. Y como en muchas casas y en muchas familias, uno
de los miembros está un poco pachucho, pero sonriente; eso sí, con cara de querer estar
haciendo algo más, con cara de querer “pringarse” un poco más y no poder
hacerlo (y que no me entere yo de que lo hace).
Puede parecer una solemne estupidez, pero quien así piense
se equivoca rotundamente. Solo por estar así, granito a granito, a lo mismo, desde
Vita a Tito, simplemente por eso, ahí estaba Él. Y Alfonso sonriendo; como todos.
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