Recoger el correo en casa de mi madre, en Santander, ver la
imagen de un bebé y que ese bebé sea como el 2013 y en la portada de la revista
ICONO, es una extraordinaria manera de tener “resuelta” una tarde tranquila y
sensata.
Ya viene siendo habitual que me detenga en el Editorial de la
revista. Detenerme que no estancarme. Detenerme, releer el artículo y pensar.
Así que creo que, una vez más, lo dejaré para esta noche con completas.
El director de ICONO tiene la virtud de ser claro, contundente,
sencillo, profundo y además denota una sensibilidad tan exquisita que sus
palabras son siempre de guante blanco. Cada vez que leo sus artículos tengo la
incuestionable sensación de que está escrito para mí, de que va dirigido a mí,
de que me habla a mí. Y lo hace para despertarme, removerme, de manera fuerte
pero con una suavidad tal que me lleva a pensar que todo lo que leo de este
sacerdote Redentorista es realmente de Dios. Sus artículos suelen aunar profundidad
y sencillez con el magisterio de la sensatez, tan poco habitual.
Ni siquiera he ojeado el resto de los artículos de éste
número con el que ICONO inicia el año que, a buen seguro, serán tan jugosos,
constructivos y enriquecedores como nos tiene acostumbrados. Por ahora la primera página, y también la última viendo el nombre de mi padre en la sección "nuestros difuntos".
Año de la fe; año feliz; año de la sencillez; año de
desaprender. Me gusta. Creo que la mejor manera de comenzar este 2013 es con la
única certeza del Amor del Niño, del Redentor y, de su mano, ir creciendo, aprendiendo
y sorprendiéndome día a día.
Os animo a todos (sí, a todos, que tenemos un idioma rico y
claro, y el masculino también es neutro, aunque incluso en eso los cambios
pretendidos son medidos y planificados), a que leáis este nuevo número de ICONO;
promete, y nunca defrauda.
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