Hoy, un grupo de catequistas de mi parroquia, el Santuario
del Perpetuo Socorro de Madrid, parten a un retiro de tres días. Fechas de
vacaciones para muchos, de estar en familia, y esta gente se reúne, se agrupa,
se congrega en un retiro. ¡Qué raros son! ¿verdad? Pues yo les envidio y les
admiro, a ellos y al sacerdote que les acompaña. Admiro su fe, su entrega, su
disponibilidad, su actitud de servicio a la Comunidad e individuo a individuo.
Mi mujer tenía que haber ido con ellos, deseaba haber ido con
ellos. Me sorprendió hace no muchos días cómo alguien le preguntó si iría al
retiro con cara de “tú no vienes ni en broma”. Y efectivamente no irá, y no lo
hará no porque no le apetezca o no lo necesite, no lo hará porque estará donde
ahora más se le necesita, que es en Santander. El Señor marca los tiempos y los acontecimientos sean cuales sean nuestros planes previos.
Creo que a veces no somos conscientes de la capacidad de
entrega de catequistas, religiosos y sacerdotes, y me temo que no lo somos
porque, si bien puede que de manera inconsciente, a todos nos invade de vez en
cuando nuestro propio “yo” ocupándolo todo. Y, mientras, ellos son un continuo
darse, sin darse casi un respiro para ellos mismos.
Por eso creo que lo mejor que puedo hacer hoy, que me quedo
completamente solo en Madrid, es dedicarles mi día, ofrecerles mi día, lo que
tenga de bueno y lo que me traiga de no tan bueno; desde lo bueno que pueda
hacer hasta mis propias debilidades. Para que se dejen llenar por el Amor del
Niño, por un Redentor chiquitín y entre pañales que nos acaba de nacer a todos,
y que se encuentra al cuidado de unos padres primerizos que supieron dejarse
hacer, que decidieron dejarse hacer; y aceptar la voluntad de Dios aunque puede
que no entendieran del todo.
Conozco las caras de muchos, conozco las expresiones de muchos,
de cansancio, de entrega, de alegría, de pasión, de frustración, pero también
sé que, como María y José, saben dejarse hacer y aceptan la voluntad de Dios
aunque puede que no entiendan del todo. Y eso es algo que yo aprendo y admiro
de ellos. Quiero también poder decir un Fiat como el suyo.
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