Ayer por la noche, con la casa tranquila, revisando alguno de
los tweets del día, me detuve en uno que me llamó la atención de manera
especial y me hace pensar desde entonces. Se ha quedado ahí, en algún
rinconcito de la cabeza, como un ronroneo que no quisiera desaparecer. Lo escribió
alguien a quien admiro (sin adulaciones ni exageraciones que, aunque soy
consciente de que no lo parece, no van conmigo). No le he visto nada más que un
momento de una soleada mañana (y confieso ahora que me hice el despistado
porque sabía divinamente quién era), de modo que, por no incomodar, matizaré
que la admiración no es sino consecuencia de que todos los artículos de esta persona
que han caído en mis manos han calado generando preguntas, reflexión y acción. Sus
palabras, más que un impacto súbito que me descoloque, se asientan como una
especie de humus con semilla incluida. Y, no nos engañemos, hoy en día alguien
que hace pensar transmitiendo a la vez serenidad, cuando menos, sorprende.
Lo de ayer fue una frase corta que hacía referencia a perder
lo que nunca se había tenido. Fuera lo que fuera aquello a lo que el autor se
refiriera, lo cierto es que en alguna ocasión a lo largo de mi vida he tenido
esa peculiar sensación. Puede parecer, y de hecho lo es, un contrasentido,
porque no puedes perder lo que nunca antes has tenido. Respecto a lo material
es más que obvio, y transcendiendo esa barrera puede que un buen día comprendas
que ni la escucha lo fue, ni tuviste la confianza, ni tuviste el cariño, aunque
tú sigas escuchando, confiando y queriendo. Así es la vida. No hay más vueltas.
Pero también en esto puede haber algo grande cuando la “pérdida” en lugar de
generar amargura, o una herida en el amor propio (que de Amor tiene bastante
poco) se convierte en acogida y comprensión a “lo” perdido. Seguir acogiendo y
comprendiendo es la única opción para que el Amor se haga presente. Perder o scalar depende de uno mismo.
Porque si de algo podemos estar plenamente seguros es de que
Su Amor, ese regalo previo del que uno no se encuentra ni siquiera merecedor,
es lo que en verdad no perderemos jamás. Y yo, que soy así de necio, sabiéndome
poseedor de tamaño regalo, en demasiadas ocasiones me pregunto cómo mostrarlo,
cómo compartirlo.
Y así, entre pregunta y pregunta, entre pérdidas que no son
tales e inmerecidos hallazgos sorprendentes, uno trata de ir poco a poco Scalando.
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