Ya está aquí septiembre. Esta tarde, si Dios quiere, llegarán
mis tres niñas; la mayor empezará el lunes el cole y a las dos pequeñas aún les
quedan algunos días. Yo me incorporé al trabajo el lunes con más intensidad de
lo previsto –lo que es buen síntoma- por lo que llevo una semana de aterrizaje
postvacacional. Bien pensado lo cierto es que nunca he tenido aterrizajes
bruscos, puede que sea porque en el fondo no soy capaz de desconectar del todo.
O no soy capaz o sencillamente ni me gusta ni quiero desconectar totalmente. Ni
en vacaciones; en muchos sitios y en distintas situaciones han estado conmigo
muchas personas queridas que, casi sin darme cuenta, han saltado del corazón a
la cabeza haciéndose presentes de manera espontánea.
Ya han comenzado mis paseos por el barrio, los saludos por la
calle con personas conocidas, mi cita diaria con el Señor reubicada de nuevo en
PS (lo que me hizo sentir “definitivamente ya estoy en casa”). Un tímido goteo
de sonrisas que, a partir del lunes, imagino tornará en tromba. Vamos, lo que
se puede entender como una vuelta a la normalidad. O a la rutina. Lo de la
rutina me gusta menos; cada día sale el sol y por eso cada día es nuevo y puede
ser mejor que el anterior. Cada día, también en vacaciones, tenemos una
oportunidad más de hacer algo por alguien, aunque tan sólo sea con una sonrisa.
Este será un curso distinto, también en PS, porque es un
curso nuevo, y yo lo espero con ilusión, con muchísima ilusión. Aunque la
espera no es más que algo pasivo. Mis manos, mi cabeza y mi corazón ahí están,
a su disposición, si es que en algo pueden ser útiles; las lecturas de hoy me han
hecho incidir en ese pensamiento.
Será un curso difícil para demasiada gente. Una persona en
una situación límite ya es mucho, pero más de cinco millones es demasiado.
Muchos lo iniciarán sin esperanza, por eso creo que es tan necesario que
persona a persona, nuestras manos, nuestra actitud, nuestro tiempo sean
esperanza para otros; llevar esperanza es llevar Vida. ¡Hagámoslo!
Sólo por eso, por la fe, por la esperanza ya sería un
privilegiado y lo soy por muchísimas cosas más. Sobre todo porque inicio septiembre
scalando en Familia.
Es necesario para uno mismo y para los demás, contagiar el entusiasmo e ilusión que tus palabras reflejan en esta gran entrada. Yo he cogido un cachito... Un abrazo
ResponderEliminar¡Gracias Angelo! Cachito a cachito hacemos un trozo enooooorme.
EliminarUn abrazo