Hoy, 31 de agosto, hace un año que empecé este blog.
Por qué lo hice da lo mismo ahora, simplemente recité la Oración de Fernando
III El Santo al Espíritu Santo, con la mayor naturalidad me puse manos a la
obra, escribí la primera entrada (http://scalandoenfamilia.blogspot.com.es/2011/08/me-dijeron-que-era-mi-amigo.html) y lo colgué en mi perfil de Facebook. Y seguí.
Hubo
quien me comentó que esto no era más que producto de un subidón espiritual tras
la JMJ y que, como tal subidón, sería efímero (“durarás un par de meses como
mucho”). Lo cierto es que aquellos días de agosto fueron un tiempo gozoso
extraordinario, en casi todos los aspectos incomparable, aunque también hubo
momentos de una soledad intensa (siempre recordaré y agradeceré aquella
conversación telefónica, a las dos de la mañana, con mi querido Javier Torres,
el jueves 18). Quienes mejor me conocen saben que yo encaré aquello desde
bastantes meses atrás surfeando ya hacia la cresta (uno de ellos me recomendó
que escribiera; claro, que no dijo nada de que lo hiciera público). Y también
de una intimidad profunda. Descubrí muchas de mis debilidades y de mis
innumerables fallos. Sin embargo el gozo fue extraordinario.
En seguida
llegaron los primeros comentarios a las entradas. Algunos me ruborizaron tanto
y me parecieron tan incomprensibles que decidí no publicarlos. Tras las visitas
de España y Latinoamérica empezaron las de algún país árabe, Asia, Estados
Unidos, Europa Oriental… y continuaba con el desconcierto y la sorpresa. Y el
agradecimiento más sincero. Supongo que, se encuentre uno donde se encuentre,
para tomarse la molestia de visitar esto de una manera periódica pueda darse al
menos una suerte de identificación en algo común, y eso genera un sentimiento
de hermandad. Aunque de todo ha habido, claro: quien se ha sentido –sin yo
pretenderlo- incómodo, quien me ha aconsejado que lo deje, quien se ha
sorprendido, quien se ha asustado, quien me ha “descubierto” tras toda una
vida, quien ha confirmado sus “sospechas” desde niños, quien me pide que le
hable de esa Familia, quien no me ve en ella y quien sí lo hace.
Y
aquí me encuentro un año después, Scalando con mi mujer y mis hijas y en
Familia, feliz y encantado de la Vida. Desnudo ante el mundo, eso sí, pero sin
importarme lo más mínimo. Lo que escribo sale del corazón, por eso no es más
que una visión personal, de la Vida desde la fe, pero mi visión personal. Es
sólo eso. Con el Redentor en el corazón y el corazón en la yema de los dedos.
Un
año más viejo, seguro; un año más sabio, no lo sé; un año más agradecido, sin
ningún género de dudas. Agradecido a quienes lo leen. Agradecido a aquellos a
los que alguna entrada les ha servido de algo y así me lo han hecho saber.
Agradecido a las redes sociales que me han acercado a un puñado de almas (a
alguno os he conocido en persona, y otros… ya sabes Padrecito las ganas que
tengo de cruzar el charco). Agradecido a quienes me alientan. Agradecido a
quien me hace “Preguntarme y Buscar”. Agradecido a un puñado de jóvenes.
Agradecido a los que se van y a los que se quedan. Agradecido a San Alfonso y a
la Familia Redentorista. Agradecido a Dios.
La entrada de hace un año se titulaba “Me dijeron que era mi Amigo”; aunque apenas nos veamos sabes que siempre estás en mi corazón y en el de mi familia, gracias a ti que me recordaste que ES mi Amigo.
Aquí
sigo; aquí seguimos. Scalando en Familia.