Acabo de leer un artículo en una publicación en internet
sobre los riesgos de una pastoral carente de significado, ejemplificándolo en
algunos aspectos de la pastoral juvenil en Latinoamérica (como si la pastoral
juvenil fuera homogénea por continentes).
Me han ido surgiendo varias reflexiones a medida que iba
leyendo el artículo.
Habitualmente sigo con interés opiniones y artículos de dos
webs de contenido religioso pero de muy diferente signo. Hablamos de Nueva
Evangelización, se supone que debemos remar todos en la misma dirección aunque
la flota esté compuesta de muy diversas embarcaciones, ir recogiendo náufragos,
indicando el rumbo a quienes anden sin brújula y echando un cabo a los que
simplemente quedaron al pairo. Sin embargo, a diario veo piedras lanzadas de
uno a otro lado, pajas vistas en ojos ajenos, enrocamiento en posturas
enquistadas en extremos mucho más políticos que religiosos. Lo ultraconservador
que en tantas ocasiones pareciera querer trasladarnos a épocas pasadas –muchas veces
tan lamentables-, tintes de culpabilidades, poca acogida, falta de alegría,
demasiada condena, y muy poco del Reino también en la tierra. Los apostados en
el opuesto ideológico, revestidos de un laicismo sutil, refugiados en un puro
materialismo, el discurso cansino del simplemente “se feliz”, el empecinamiento
en justificar y bendecir actitudes y modos de vida en la sociedad actual
claramente contarios al NT (Romanos 1, 22-32 por supuesto ni existe), excusas
de teorías psicológicas para continuar justificando, y, evidentemente, para
magisterio el mío no el de la Iglesia ni de esos gerifaltes que viven en el
Vaticano; y eso del “vete y no peques más” vamos a obviarlo, confundiendo
perdón, misericordia y acogida con el aplauso del error. Sinceramente, tan
inquisitoriales me parecen unos como otros, y tanto unos como otros acaban
pareciendo igual de rancios. Aunque, en teoría, todos comparten la misma fe.
Creo que desde esas posturas, lo de la Nueva Evangelización, como que no. Cansino y cero productivo.
Volviendo al tema de la pastoral juvenil carente de
significado, francamente, yo, que debo de ser un extraterrestre, no la conozco.
Explosión de alegría, sí; de cantos, también; de entrega, evidentemente;
servicio a los demás, sin duda; oportunidades de formación, todas; ¿vocaciones
firmes? Pues va a ser que SÍ; acompañamiento, incansable. Vamos, lo que viene
siendo proclamación de la Buena Noticia de Jesucristo, el anuncio gozoso de la
Redención a los jóvenes, entre los jóvenes, por los jóvenes, para los jóvenes,
y dándonos muchísimas lecciones a quienes ya no lo somos.
No sé si alguien leerá o no esto, y puede que de hacerlo,
alguno piense que caigo en el mismo error, en la crítica. Quizás, aunque al no
estar personalmente en más extremo que en el del Evangelio, también veo que es
mucho más lo que une a los extremos que lo que les separa: Jesucristo. Y eso
les une a mí.
Nadie está exento de críticas; yo las tengo a diario desde
hace un tiempo. Algunas fueron dolorosas, por no entender y sentir que yo ya ni quería
ni podía quedarme quieto; pero muchos de ellos van entendiendo, comprendiendo,
e incluso cambiando. Aunque lo mío no sea, por ahora, más que un simple cambio
de actitud, que genera pasos cortos y tímidos, por mucho que lo que me pida el
cuerpo sean largas y firmes zancadas.
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