Soy pesadísimo, sí, lo reconozco. Trato de corregirme, pero
nada, que sigo siendo plúmbeo, plúmbeo; cada vez un poco menos, eso sí. Uno va
soltando lastre poco a poco, pero continúa ahí la pesadez casi como los kilos,
que alcanzada una edad te cogen tanto cariño que siempre hay algunos que no te
abandonan ni a tiros.
Y para muestra un botón: una vez más digo que soy todo un privilegiado.
Lo vuelvo a decir, porque no paro de asombrarme. Cuando más he sentido el
privilegio de los cuidados de lo Alto ha sido sin duda en los momentos más
duros, aún cercanos y de los que nos vamos recuperando lentamente. Pero las muestras de
que soy mimado se me van presentando a cada momento, simplemente hay que saber
mirar: despertarme a las tres y media de la mañana porque mi hija pequeña tiene
una pesadilla es un lujazo; las explicaciones de la mayor sobre su jornada en
el cole son un lujazo; amanecer cada mañana junto a mi mujer es mucho más que
un lujazo; escuchar una carcajada de mi madre al otro lado del teléfono es un
lujazo; que lo de un hermano caído del cielo vaya a quedar en una anécdota es
un lujazo; contemplar a quienes han sido llamados a lo Grande entre lo Grande
es un lujazo; ser consciente de todo esto es un lujazo.
Ehhhhh, pero hay más. Levantar el teléfono y escuchar "¿cuándo, cómo?"es otro lujazo, y ahí están Miguel o Carla o Magdalena. Levantar el
teléfono, enviar un email o un mensaje en Facebook para pedir oraciones por
alguien y que no sólo se pongan a ello, sino que además lo renvían o lo retwitean y eso
provoca que –aunque no sean millones de personas- haya lucecitas orantes desde
Omán a la Patagonia elevando su mirada y su corazón al Señor por un desconocido
es más, muchísimo más que un lujazo.
Y no queda en eso. Profesionalmente se habla del networking
como plasmación práctica de los contactos a lo largo de una trayectoria
profesional, lo cual es encomiable. Pues yo, además de eso, puedo hablar de mi
friendsworking, que se están desviviendo de una forma mucho más que efectiva;
pero no solo eso, es que en esta última, digamos que categoría, incluyo también
a alguien a quien me unen lazos sustentados por la fortaleza de lo intangible y
eterno.
Vamos, que todo es una suerte de soulsworking, y aquí el CEO
ya sabemos Quién es.
A que lo soy ¿sí o no?
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