Pues estaba yo tranquilamente, después de comer, medio viendo
el final de Kim (la aburridísima película basada en la novela homónima de
Rudyard Kipling), cuando suena la campanita de mi BlackBerry que me avisa cada
vez que recibo un nuevo email. Miro a ver qué es y……… una explosión de sangre,
bombeada directamente del corazón a la cabeza, me hizo levantarme a por una
pastilla más de Enalapril para mi tensión. Lo que acababa de recibir era una
nueva entrada del blog de alguien a quien aprecio de verdad (creo que hasta hoy
no era realmente consciente de cuánto). Bueno, nada más leer el título, tengo
la sensación de que hasta el caballo del polo que tengo puesto relinchó. Ahí va
el título: “Abandono el sacerdocio”; así,
tal cual. Justo cinco años después de ordenarse.
Aclararé que este sacerdote es, además, religioso en una antiquísima
Orden de enseñanza; que está dotado de una inteligencia fuera de lo común, de
un discurso sorprendentemente brillante, de un rarísimo don para la escritura y
de una ironía que alcanza cotas adonde apenas llega el oxígeno. Solamente nos
hemos visto en una ocasión, en la que conoció a mi familia, pero esto de las
redes y la comunicación vía email es tan curioso como para construir relaciones
sólidas, cuando lo que se pone en las yemas de los dedos al teclear es el
corazón; me siento unido a él, y es algo inmenso lo que comparto, la fe, amén
de un cariño profundo por el Fundador de su Orden. Uno es así de raro, qué le
voy a hacer. Un par de tweets, un par de whatsapp, y todo se centra.
Lo primero que se me pasó por la cabeza al leer el título y
el primer párrafo no fue otra cosa que la lucha interior que debía haber
llevado, el dolor y puede que la soledad hasta tomar esa decisión; me produjo
una pena inmensa. No otra cosa. Mi aturdimiento inicial fue por eso, aunque a
continuación, y ya que soy tan imaginativo, lo fui aderezando con el pesar de
sus cohermanos y de la Iglesia, porque creo que es un gran activo. Pero insisto
en que la cercanía me llevó de manera exclusiva al plano personal. Todo en a
penas unos segundos. Finalmente diré que rezo para que esto no ocurra.
Pero me ha hecho reflexionar. Reflexionar sobre cuánto
juzgamos sin ponernos en la piel del otro, sobre las soledades, sobre las “exigencias”,
sobre las incomprensiones, sobre los esfuerzos, sobre los desvelos, sobre las
ingratitudes, sobre las críticas. Focalizado en los sacerdotes. Porque no somos
conscientes de que a nadie –a nadie- se le puede exigir un estado permanente de
excelencia, ni siquiera de acierto, de sonrisa, de buen humor. No se puede
pretender descargar de manera cuasi diaria nuestras miserias, nuestros
problemas, nuestras frustraciones y esperar una actitud constante de empatía.
Son hombres, se trata de hombres, de seres humanos con necesidades, con corazón
y con una vida propia, por mucho que den su Vida en Cristo por todos y cada uno
de nosotros; puede que de forma específica por algunos, pero por todos al fin y
al cabo. Y los fieles nos mostramos demasiado a menudo como seres
descarnadamente egoístas, exigentes y fríos. ¿Cuántas veces nos ofrecemos para
arrimar el hombro? ¿Cuántas veces tratamos de colaborar? ¿Cuántas veces nos
dirigimos a ellos simplemente como a un ser humano, como a un hermano más?
¿Cuántas veces sugerimos un café, una comida, una cena o un paseo por el simple
hecho de vernos para alguna intranscendencia? ¿Cuántas veces nos mostramos
dispuestos para ellos? ¿Cuántas veces somos simplemente otro –no digo ya un
amigo-, nada más que alguien cercano?
¿Y si hubiera sido cierto? Recuerdo el comentario que alguien
a quien quiero hizo un día de manera natural sobre cierto teólogo: “pero
cuidado con ese, que se salió”. Ya entonces me pareció cruel, como si hubiera
cometido un delito, sin parar a pensar en la lucha interna y en la soledad que
habría sufrido para tomar esa decisión.
Yo al autor del blog le puse un whatsapp que acababa así: “en
cualquier caso un abrazo enorme”. Y por aquí se lo reitero.
Siempre es una gran pérdida cuando un religioso abandona:para su familia,sus feligreses,sus amigos y para la Iglesia, que somos todos...pero mucho más para la persona misma. Mis oraciones por el que lo tiene que estar pasando muy mal
ResponderEliminarGracias Camino por tu comentario. Finalmente sólo era un título de llamada de atención, pero yo pido por todos aquellos que realmente sí puedan encontrarse en esa situación
EliminarEn que NUNCA ha tenido la tentación, alguna vez, de tirar la toalla: "que tire la primera piedra"...
ResponderEliminarGracias por compartir este blog, claro que impacta... y no sabes lo impotente que uno se siente cuando esa persona amiga, querida y hermana, te pide un consejo... es fuerte... Te digo que acompaño a mis hermanos presbíteros que a diario vivien situaciones intensas y que alguna vez han visto en esto como una alternativa... pero después de todo Dios se manifiesta también en el dolor y cada día tenemos oportunidad de discernir y tomar decisiones... solo le pediré al Señor que sea su voluntad y para bien y sobre todo que le de PAZ... el mejor fruto del Espíritu.
Gracias Padre por compartir esto. Sin duda el Señor no abandona. El amigo del que hablo tituló así la entrada a su blog como llamada de atención para acabar diciendo que lo que realmente hacía era abandonar su sacerdocio en el Señor. Recientemente comenzó en una cadena de televisión española un programa que se llama "No es bueno que Dios esté solo", pues bien, (igual es una idea naif) pero creo que si los feligreses abandonamos un poco nuestro propio egoismo y vemos en el sacerdote también a un hermano, de alguna manera podemos contribuir a aligerar alforjas. Un abrazo fuerte y GRACIAS
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