No recuerdo cuándo ni dónde leí que en una entrevista
Benedicto XVI dijo que hay tantos caminos para llegar a Dios como seres
humanos. Quizás porque todos somos hechos a Su imagen, y cada persona ha de
recorrer el suyo.
La condición humana es tan variopinta como lo son los
individuos, de forma aislada y sumergidos en sus circunstancias concretas.
Hay fuertes alegres, risueños, y los hay de gesto serio, un
tanto adusto e incapaces a veces de exteriorizar la alegría que sienten. Los
hay bondadosos a flor de piel y los hay iracundos aunque su corazón albergue
una bondad pura. Hay fuertes casi permanentes, y los hay que solamente lo
parecen precisamente porque la bondad de su corazón, su sentido de
responsabilidad no les da un respiro, no se permiten mostrar flaqueza ni duda
para que éstas no arrastren a los demás. Hay fuertes acompañados, y los hay que
sin terner esa suerte no se permiten mostrar ni un atisbo de soledad, ni un ápice de duda. Todos se
mantienen hasta la extenuación interior, unos como una roca, otros casi de
barro. Pero de estos fuertes que pueden correr el riesgo de derrumbarse, los
hay que se sostienen en la fe entre sus miedos, conscientes precisamente de eso,
de que no son roca, de que son barro en manos de un Alfarero; conscientes de
que en algún lugar del mundo hay gente rezando porque ese Alfarero construya
día a día una pieza bella.
Esa es la grandeza de esos fuertes débiles, que de su
debilidad tratan de hacer fortaleza; que de sus dudas construyen respuestas;
que de su soledad interna acaban encontrando la compañía de Quien todo lo
alcanza. La grandeza de la debilidad que quiere ser fortaleza para los demás
más que para uno mismo; la grandeza de que su debilidad es ánimo para otros; la
grandeza de que su debilidad es seguridad para muchos; la grandeza de que la debilidad de sus soledad es compañía para otros.
Y mientras caminan ofreciendo manos, llegan a olvidarse de
que también las buscan, porque les importa más ofrecer las suyas.
Esos fuertes, son en el fondo unos pobres humildes. Es su
humildad, su debilidad, su falta de orgullo para mendigar, aunque lo hagan sin
hacerse notar, lo que les hace fuertes. Porque lo que les hace fuertes no es
otra cosa que su fe. Yo pido por ellos, porque en ocasiones los más fuertes pueden ser los más débiles; como pido por quienes oran por ellos y por quienes les niegan la mano.
Gracias por tu comentario, si bien reencarcanión y New Age nada tienen que ver con aquello de lo que hablo. Que haya tantos caminos como personas para llegar a Dios, desde el punto de vista cristiano, no es otra cosa que el que construye cada individuo siguiendo el que nos dejó Jesús en el Evangelio como camino de salvación.
ResponderEliminarUn abrazo