El próximo sábado 26, durante la Vigilia de Pentecostés, en
la Residencia Calasanz de Madrid, tendrá lugar la constitución de la
Fraternidad Escolapia de la Tercera Demarcación. Me han invitado, y lo agradezco con la mirada de un niño que por primera vez oye hablar de Calasanz y el corazón de un hombre firme y ubicado, pero
sencillamente les acompañaré desde la oración, con profunda y
sincera alegría.
No es una acto banal, es una fiesta para la Orden Calasancia
y para la Iglesia, porque constituye el compromiso (y bien sabe Dios que yo
soy una persona de compromisos) público de cuarenta y nueve almas – personas individuales,
matrimonios, familias, comunidades – de PERTENECIA y presencia. Es mucho más
que un signo: serán reconocidos y aceptados por la Orden como presencia
escolapia, como PORTADORES del CARISMA de las Escuelas Pías en el mundo. ENVIDIABLE.
Envidiable, que personas concretas –y no pienso solamente en
los amigos que yo tengo entre ellos tanto laicos como religiosos- se sientan tan
enamorados por un carisma de la Iglesia como para comprometerse públicamente;
envidiable que tengan la oportunidad de que ese sentimiento –esa vocación real-
se concrete y materialice, que puedan hacerlo; envidiable que una Orden que
camina hacia los cuatrocientos años de historia se moje con los laicos, apueste por
los laicos, comprenda, INVITE, anime, aliente, acoja a los laicos en su seno y
los reconozca como portadores del mismo carisma.
Mi familia y yo estaremos con vosotros en la oración, y en mi
corazón una familia en concreto –lo sabéis, mis casi homónimos- ahora que vais
a materializar el gozo de la diferencia entre ESTAR y SER. El gozo del compromiso.
El gozo de haberlo recibido y de ser acogidos. El gozo del reconocimiento. El
gozo y la responsabilidad de SER presencia en el mundo de vuestro propio
carisma.
¡Enhorabuena por estos cuarenta y nueve nuevos Escolapios!
¡Enhorabuena por estos cuarenta y nueve nuevos Escolapios!
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