El viernes nos vamos a Eurodisney. Es un paréntesis lúdico
que ya ha comenzado. Viendo la ilusión de las tres niñas, a veces tengo la impresión
de que ya estamos allí. Las dos pequeñas están felices, y la mayor disfrutando
como lo que es, como una niñuca grande. Sólo por estos días previos ya merece
la pena. Aunque simplemente sea un fin de semana de diversión efímera se lo
merecen, las tres, pero especialmente la mayor de ellas.
A Jesús y sus discípulos les invitaron a una boda en Galilea,
y a nosotros, que en la nuestra fundamos nuestro matrimonio para que se
bendijera Su nombre por siempre (Tb 8, 5-7), nos invitan dos especie de ángeles
(Diana y Marcos) que no convertirán el agua en vino, pero que se han ocupado
hasta de que a Paula no le falten sus menús para celíacos. Y partimos con la
alegría incomparable que sólo da caminar tomados de Su mano.
Les conocimos en el portal hace pocos años y esa Navidad ya brindamos
juntos en casa. Nos han visto los tres últimos años de larga travesía en el
desierto no siempre lo suficientemente animosos, aunque sobrellevando el
transcurrir de los días de la mejor manera que hemos podido y sabido. El Señor
fue colocando en nuestro camino personas con nombre y apellidos que nos han
ayudado a caminar, que nos han sostenido y alentado. No hemos vivido las
Posadas porque casi todas las puertas se abrieron, y en bastantes ocasiones sin
necesidad de llamar. Al Señor se le reconoce tanto cuando uno se ofrece como
cuando acepta el ofrecimiento. Si nosotros pretendemos que los demás puedan ver
un poquito de Él en nuestra vida, también Le hemos tenido en el hermano, y a menudo
de manera inesperada. Como inesperada fue la noticia que nos dieron con motivo
del cumpleaños de las niñas, invitarlas – a los cuatro- a Disneyland Paris. Fue
un momento de desconcierto tras el cual no podía no aceptar, por la niñas, por
las tres.
Pasan las semanas y se va acercando el día en que esta
familia americana cambie de destino, pero los cuatro, Diana, Marcos, Bella y
Nico seguirán un poco anclados en Madrid, porque nunca saldrán de nuestro
corazón, de nuestra oración y de nuestro recuerdo. Pero antes, los que nos
vamos somos nosotros, tomados de Su mano, a que pasee entre los niños en
Eurodisney y volveremos con tiempo de sobra para ir a darle gracias en Su día,
el domingo.
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