Como cada día abro la plantilla de Word para ver si escribo
algo, y hoy me he asustado, porque he visto lo poco que tengo que decir, de modo
que me he quedado un rato en silencio. Y, sin saber por qué, el blanco
brillante de la pantalla del ordenador me ha recordado casi bruscamente que
estamos en Pascua, como diciéndome “Eh, tú, ¿no crees? Pues qué derecho tienes
a estar así. Levanta ese ánimo y que se te note; espabila”. Claro, el blanco brillante tenía que ser; una
limpia luz blanca. Y no sé si por asociación de ideas o no, pero el caso es
que me ha llevado a una túnica también blanca, y a algo que observé hace pocas
fechas al arrodillarme, en ese momento en que yo me arrodillo cada día; fue un
domingo y lo que vi eran unos zapatos rotos.
Pues confieso que aquello fue algo realmente hermoso porque
son los zapatos rotos de alguien que desgasta su vida a cada paso, que entrega
su vida a cada paso. No son unos zapatos rotos en una pista de baile, sino
desgastados en la vida de todos aquellos a quienes atiende; no son unos zapatos
cualquiera, son las sandalias de un pescador. Me impactó y me emocionó. Será
una tontería, pero el pasado miércoles, cuando llegué a Santander fue de las
primeras cosas que le comenté a mi mujer cuando nos quedamos mano a mano, y la
respuesta con sus ojos y su voz fue una respuesta de Amor. Pero luego uno se
envuelve en su propia rutina, en su propio engreimiento, en un incesante yoismo
en busca de vacuna, y cayó en el olvido.
Que sí, que a cualquiera se le pueden estropear los zapatos,
ya lo sé, pero si ayer en Radiops escuchaba al Padre Fabriciano Ferrero hablar
del “clamor de la Redención que desde nuestro mundo sube hasta Dios”, ahí es
adonde se dirigen desde este mundo, firmes e imperturbables, los pies de ese
hombre mientras acerca la Redención a tantos. ¡Y yo con mis tonterías!
Ni Church, ni Guzzi, ni Sebago, ni Allen Edmonds, ni Castellanos, ni Lotusse, ni Tod´s, ni los
míticos Villarejo a medida. Esos zapatos son de la mejor marca que uno se pueda
imaginar: CSsR. Unos humildes, sencillos, entregados, serviciales, dispuestos y
evangelizadores CSsR.
Todas las palabras que voy soltando por aquí me salen de
dentro, pero esta entrada os aseguro que es de las más queridas, porque “qué hermosos
son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la Paz…” Isaías 52, 7.
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