Esta Semana Santa he comprobado que es posible ejercitar la
abstracción y la dispersión a un mismo tiempo. La fuerza del silencio
individual compartiendo el corazón. Dejarse llenar del Misterio y compartirlo
desde el silencio y la distancia, con los próximos y los lejanos.
Han sido unos días intensos y felices, porque acompañando a
Jesús, acompañando a María, uno tiene la certeza de que llega la Resurrección,
con lo que lo vives con la esperanza en una felicidad absoluta.
El caso es que viviéndolo en familia y en un lugar concreto,
en Santander, he tenido en todo momento en mi cabeza y en mi corazón a alguien muy querido y que me conoce mejor que yo mismo, junto a mucha gente repartida en las Pascuas
Redentoristas que han tenido lugar en distintos puntos de España, y junto a PS;
vaya adonde vaya, algo de mi queda en ese templo y con esa Familia. Gracias a
la tecnología y a la generosidad de un sacerdote Redentorista de PS he podido
llevar en mi móvil la imagen del Monumento que colocaron en mi parroquia, y estar informado
de los cambios y novedades. Gracias a la tecnología y a la generosidad de un extraordinario
hombre joven tocado por el dedo de Dios, he podido ir sabiendo parte de lo que
se cocía en su corazón y él en el de mi familia, y especialmente en el mío.
Vivir desde el jueves los oficios en la parroquia
Redentorista de Santander con mi mujer y mis hijas ha sido ciertamente
especial, porque imbuidas ya de una vida de fe colmada de alegría en Madrid, ha
sido sencillo ir explicándoles todo con la mira puesta nítidamente siempre en el Domingo de Resurrección, en la gran fiesta de nuestra Iglesia. Ha
sido muy fácil por el día a día en PS, aunque confieso que me sorprendió el
relato que me hizo mi hija Toya de la Pasión. Ellas tres celebraron el Domingo
de Ramos en Santander, y me lo relató con el lenguaje de una niña de siete años
(me encantó cuando hablaba de los Apóstoles como “los amigos de Jesús, los de
su grupo”), pero perfectamente comprendido e interiorizado. Y es que José Luis
Marra-López no sólo tiene el empaque de un obispo preconciliar, tiene la
cercanía, la sencillez, la profundidad y la bondad de cualquier sacerdote o
religioso de la Congregación del Santísimo Redentor, unido a una socarronería
personal e inteligentísima. Mis hijas vieron en la misa vespertina del jueves,
con el lavatorio de pies, una representación de parte de lo que me habían
contado casi como para informarme.
El recorrido de los Monumentos de Viernes Santo iniciado en
la Parroquia de la Inmaculada –y que finalicé yo sólo en el mismo lugar, para
dedicar un rato largo por alguien muy querido por todos nosotros-, el
acompañamiento a la Soledad de la Virgen dirigido por un imponente Padre
Eulogio CSsR, la espectacular y solemne Vigilia Pascual (a la que sólo acudimos
María y yo) compartida con la comunidad de Santander….. de una alegría
desbordante y contagiosa. Y la misa de la mañana del Domingo, adonde quise acudir junto a
mi madre para que Toya y Paula constataran esa alegría y esa felicidad de las
que María y yo veníamos hablándolas, no sólo en nuestras caras, sino en la
expresión de la liturgia, en el cirio Pascual, y en la comunidad donde habían
pasado los últimos nueve días. Una feligreseía con menor número de jóvenes y niños, pero de la que aprender y con la que compartir, entre otras cosas, su propia ilusión infantil en una misma fe.
Que tanto José Luis como Eulogio quisieran contar conmigo dejándome participar en
todas las celebraciones me hizo sentirme en casa aunque no fuera mi Parroquia,
y constata lo que tantas veces me dice un gran sacerdote sobre mi pertenencia a
esa Familia. Y la realidad es que para mí, estar en una iglesia Redentorista,
sea cual sea y esté donde esté, es estar en Familia.
Pero mi corazón estaba también en lo que se cernía en Jayena,
o en PS, o en Nanclares de las Cuevas…
Y, ya en Madrid, no he querido finalizar este día sin vivir la
Eucaristía de nueve de la noche en PS, disfrutando de un coro incomparable y
que en esta ocasión realmente se ha superado a sí mismo, escuchando la homilía del P
Jorge Ambel Galán. Escuchar una homilía de este sacerdote es como estar sentado al
lado de alguno de los que plasmaron los Evangelios mientras iba escribiendo. No
es que yo le quiera, que sí, que es cierto, pero además es que se reviste, coge
el micro y simplemente se sale, y hoy estaba EXULTANTE. Y el relato de Laura
Granja Izquierdo (una mujer joven, brillante, sensible y cargada de dones) sobre
la Pascua Juvenil de la que acababa de llegar fue la guinda del pastel
espiritual. Quería estar allí para felicitar la Pascua a gente querida, muy
querida. No se podía salir de PS sin hacerlo sonriendo y lleno de felicidad. Y
yo lo hice además con el abrazo de alguien a quien quiero como a un miembro de
mi familia. Salir sonriendo y que se me note. Porque como dijo Jorge en su
homilía, para que la alegría se quede entre cuatro paredes….
A todos ¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!