Hoy se celebra la Jornada de la Vida Consagrada. No es más que un día en el que nos acordamos de quienes desde el instante mismo de su Consagración dedican cada día de su propia vida a los demás.
No es mucho, la verdad, por quien da tanto que recemos por ellos, por su entrega y su fidelidad al Evangelio; por el seguimiento a Cristo según sus diferentes carismas; por quien se desgasta olvidándose de sí mismo. No es más que un día. En casa pedimos por ellos, y pedimos por las vocaciones.
Quizás sea sólo un día para recordarles, mientras muchos emplean el resto del año en exigirles, porque escucho y leo a personas a quienes TODO les parece poco.
No quiero hacer un repaso de nada más que de mi propia experiencia personal. Y lo hago solamente para dar las GRACIAS. GRACIAS a los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías en uno de cuyos colegios estudié desde 1º de EGB hasta 3º de BUP; GRACIAS a los Salesianos, en cuyo colegio cursé COU; GRACIAS a las Siervas de María, que en casa de mis padres cuidaron durante años a mi abuela; GRACIAS a las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús a quienes he tratado a lo largo de mi juventud en Santander; GRACIAS a las Hermanas de la Caridad quienes, siendo un chaval joven, sí me consideraron digno para trabajar con ellas como voluntario en uno de sus asilos; GRACIAS a los Carmelitas, Jesuitas y Franciscanos porque en bastantes de sus parroquias me han acercado la Eucaristía y el Perdón de la mano de muchos de sus miembros; GRACIAS a los Benedictinos y las Carmelitas porque alguno de ellos reza a diario directamente por mí y mi familia; GRACIAS a las Catequistas Dolores Sopeña por darme a conocer un gran carisma en la Iglesia; GRACIAS al Regnum Christi y a los Legionarios de Cristo porque en uno de sus colegios trabaja mi mujer y estudian mis hijas; GRACIAS a los Agustinos porque con su ayuda algún amigo consiguió salir adelante; GRACIAS a Teresa de Cepeda y Juan de Yepes por hacerme disfrutar y crecer con su obra.
GRACIAS a quienes, con Cristo por bandera, lucharon contra la esclavitud y las injusticias, y a los que hoy en día continúan haciéndolo; GRACIAS a los que se ocupan de parados, prostitutas, comedores sociales, asilos, enfermos de SIDA, leprosos, hospitales, centros educativos, inmigrantes, encarcelados, cementerios, clases bajas, clases medias, clases altas y reyes.
GRACIAS a la Congregación del Santísimo Redentor porque uno de sus congregados me dio por primera vez el Cuerpo de Cristo; porque uno de sus congregados despejó mi alma y me abrió el corazón y la mente a la obra de su Fundador; porque en una de sus Parroquias, el Santuario del Perpetuo Socorro de Madrid, junto a mi mujer y mis hijas puedo vivir mi fe.
Gracias a San Alfonso María de Ligorio, San José de Calasanz, San Juan Bosco, Santa María Soledad, Santa Rafaela Mª del Sagrado Corazón, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Benito, San Vicente de Paúl, Santa Luisa de Marillac, San Francisco de Asís, Inocencio IV, Beata Dolores Sopeña, Fundadores de las Familias religiosas que nombro; GRACIAS a todos los Fundadores y refundadores de cualquier Orden, Congregación o Instituto por traer VIDA al mundo.
GRACIAS a todos aquellos laicos que, sintiéndose llamados, son considerados dignos para cooperar con ellos.
Gracias Señor por seguir llamando obreros a tu mies, y GRACIAS a todos los jóvenes que sintiéndose llamados te responden: SÍ.
GRACIAS a Damián Mª, a Víctor, a Carlos, a Pablo, a Antonio.
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